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"Durante la pandemia, la brecha educativa se ha ampliado aún más debido a que las medidas de distanciamiento social han hecho que el acceso a la educación dependa principalmente de dos factores: el nivel de cobertura a internet en los hogares y contar con una computadora y/o tableta". | Foto de Mauricio Duenas para EFE

Las soluciones propuestas y establecidas por el gobierno colombiano no parecen haber tenido en cuenta las diferencias culturales, sociales y económicas que existen en las regiones del país, y mucho menos el impacto en las comunidades que causaría implementar una medida homogénea de educación digital.

Las soluciones propuestas y establecidas por el gobierno colombiano no parecen haber tenido en cuenta las diferencias culturales, sociales y económicas que existen en las regiones del país, y mucho menos el impacto en las comunidades que causaría implementar una medida homogénea de educación digital.

Como se ha resaltado en diferentes momentos, la pandemia del COVID-19 ha profundizado y visibilizado aún más las brechas estructurales y raciales de desigualdad, pues tanto afrodescendientes como indígenas han sido más propensos al contagio y tienen una mayor probabilidad de muerte que las personas que no pertenecen a estos grupos étnicos. Esta es una realidad que se comparte en países como Estados Unidos, Brasil, México y Colombia. En los últimos meses se ha demostrado que los miembros de comunidades étnicas han sido más vulnerables a los efectos de la pandemia que otros grupos poblacionales. En medio de la crisis sanitaria, estos efectos acentúan las desigualdades sociales, entre ellas la poca equidad en la educación.

Pese a la importancia del papel que genera la desigualdad en el acceso a servicios de salud de calidad para mitigar la pandemia en comunidades étnicas, en esta oportunidad queremos hacer un breve acercamiento a la limitación del acceso a servicios educativos para grupos étnicos en tiempos de pandemia.

Antes de la pandemia, la desigualdad en el acceso a la educación era evidente y preocupante. Tanto afrodescendientes como indígenas presentaban niveles de educación formal muy inferiores a personas que no se reconocen como integrantes de alguno de estos dos grupos étnicos. Ejemplo de ello es que, según cifras del Censo 2018, el 13% de la población indígena no cuenta con ningún tipo de educación formal, en comparación al 4,5% del promedio nacional. Por otra parte, la tasa de analfabetismo es mayor en grupos étnicos que en el resto de la población en Colombia, según el Ministerio de Educación de Colombia, la tasa de analfabetismo a nivel nacional fue del 5,2%, mientras que para  afros fue del 14%.

Durante la pandemia, la brecha educativa se ha ampliado aún más debido a que las medidas de distanciamiento social han hecho que el acceso a la educación dependa principalmente de dos factores: el nivel de cobertura a internet en los hogares y contar con una computadora y/o tableta. Como lo indica el Censo 2018, las personas indígenas tienen menor acceso a internet en sus hogares que el promedio de la población colombiana. Para ser exactos hay una diferencia de más de 35 puntos porcentuales pues tan solo el 6,4% de las personas indígenas cuentan con internet en sus hogares, mientras que el promedio nacional asciende al 43%. Para el caso de las comunidades afro en Colombia alrededor del 27% de la población cuenta con acceso a internet en los hogares, estando 16 puntos porcentuales por debajo del promedio nacional.

Barreras como estas sumadas al analfabetismo digital hacen que la brecha de equidad educativa se profundice y agudice en épocas de pandemia. Las soluciones propuestas y establecidas por el gobierno colombiano no parecen haber tenido en cuenta las diferencias culturales, sociales y económicas que existen en las regiones del país, y mucho menos el impacto en las comunidades que causaría implementar una medida homogénea de educación digital para una población heterogénea y dispersa.

Durante la pandemia nos tendemos a enfocar principalmente en los mayores factores de riesgo de contagio del virus y las cifras que nos indican el número de contagios y de decesos diarios. Sin embargo, es importante no perder de vista que la pandemia ha agudizado problemáticas sociales estructurales que perjudican en mayor medida a quienes que históricamente han sido más vulnerables. Vivimos en una sociedad profundamente desigual en donde los grupos étnicos tienen una sobrerrepresentación en los índices de pobreza y de violencia, este tipo de contextos profundiza estas realidades. Las medidas que se adoptan en la pandemia por parte del gobierno nacional deberían buscar cerrar la brecha de desigualdad y no ampliarla.

Para este caso se requiere un mayor involucramiento del Estado que permita dar soluciones integrales, vinculando en los procesos de generación de políticas públicas a los miembros de las comunidades étnicas y la implementación de estrategias de etnoeducación en donde se usen los recursos tecnológicos que se tienen a la mano en las comunidades.

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