Reflexiones (algo eróticas) sobre el Día de la Tierra
Dejusticia Abril 22, 2021
¿Qué tal si seguimos el ejemplo de esas campesinas tan preocupadas por el erotismo selvático? | Dejusticia
Las viejas maneras para concienciar y proteger la vida en la Tierra son las que me aburren tanto en días conmemorativos como el 22 de abril. Defendamos todo el año un ambientalismo que nos comprometa con el planeta a pesar de nuestra incoherencia e ignorancia científica.
Las viejas maneras para concienciar y proteger la vida en la Tierra son las que me aburren tanto en días conmemorativos como el 22 de abril. Defendamos todo el año un ambientalismo que nos comprometa con el planeta a pesar de nuestra incoherencia e ignorancia científica.
Una noche, antes de la pandemia, acompañaba a un grupo de campesinas que salía de un encuentro político sobre género. Fuimos a beber, naturalmente. Entre las cervezas surgió un tema que duró casi toda la velada: el sexo en el monte. No parábamos de reírnos. ¿Qué tal si sale algún animalejo en pleno acto? Tal vez eso es lo que le da más morbo. ¿Y qué tal ensuciarse de cuanta cosa hay en la manigua? ¡El sexo impoluto es para los ricos! Tardamos un poco en darnos cuenta que era una conversa ambientalista: se necesitan selvas para estas travesuras. ¿Qué sería de las maravillas del sexo montañero sin bosques conservados? ¡Qué elocuencia! ¿Por qué los ambientalistas no podemos invitar a la acción con discursos tan claros, directos y atrayentes?
Todos los 22 de abril se celebra el Día de la Tierra con el fin de invitar a la acción en contra de la devastación de la vida en el planeta. Pero no me emociona porque, probablemente, no encontraré defensas del sexo selvático u otras ocurrencias irreverentes y atractivas para defender la Naturaleza. Por el contrario, ya veo las redes saturadas de las mismas aburridas estrategias ambientalistas.
Están las malas noticias llenas de rigor científico. Nos ayudan a dimensionar los problemas y a buscar las soluciones; pero su difusión constante no ha servido mucho para activar la acción ambientalista. De hecho, investigaciones sobre la conciencia ambientalista, como las de Kari Norgaard, demuestran que la sobrecarga de información científica sobre problemas ambientales lleva usualmente a la parálisis emocional.
Relacionado:
Que nada vuelva a ser como ayer
También están los llamados, un poco más cotidianos y personales, para volvernos “uno con la Naturaleza” y optar por hábitos de consumos más “verdes”. Parece un enfoque más optimista. Pero la gente suele frustrarse y sentir culpa cuando se dan cuenta que la vida social no les deja ser el ambientalista perfecto ¡Es demasiado demandante! Son muchas las prácticas cotidianas insostenibles, y es difícil encontrar paisajes naturales con los que podamos sentirnos “uno”. Por eso es tan fácil burlarse de los ambientalistas: le caemos mal a la gente porque nos tomamos todo con tanta solemnidad, con tanto sentimentalismo.
Esas viejas maneras para generar conciencia y proteger la vida en la Tierra son las que me aburren tanto en días conmemorativos como este 22 de abril. Les propongo no dejarnos embrujar por estas fechas. ¿Qué tal si seguimos el ejemplo de esas campesinas tan preocupadas por el erotismo selvático? Defendamos todo el año un ambientalismo que nos comprometa con el planeta a pesar de nuestra incoherencia e ignorancia científica. Así no tengamos la oportunidad de caminar por bosques o de ser vegetarianos. Un ambientalismo que nos guste porque defiende esas cosas tan cotidianas y bonitas que nos hacen sonrojar. Un ambientalismo que nos provoque nudos en la garganta, no por la culpa, sino por el orgullo de que estamos peleando por las cosas que nos hacen sentir bien.