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Irlanda del Norte tenía un conflicto armado que parecía imposible de solucionar, pero logró una paz negociada sostenible. La refrendación ciudadana del acuerdo fue un elemento decisivo del éxito del proceso. Esa historia puede entonces sernos instructiva.

Irlanda del Norte tenía un conflicto armado que parecía imposible de solucionar, pero logró una paz negociada sostenible. La refrendación ciudadana del acuerdo fue un elemento decisivo del éxito del proceso. Esa historia puede entonces sernos instructiva.

El conflicto de Irlanda del Norte fue no solo un combate armado entre el IRA y el Estado inglés, sino que tuvo como telón de fondo un enfrentamiento agudo, con raíces centenarias, entre dos comunidades con identidades opuestas: los unionistas, que son protestantes y siempre han aspirado a seguir en el Reino Unido, y los republicanos, que son católicos, han sido discriminados y han querido separarse para unirse con Irlanda. La división ha sido tan profunda que unionistas y republicanos han vivido también en barrios distintos y hasta apoyado equipos de fútbol opuestos.

El conflicto parecía no tener salida, pues la solución para los unionistas era seguir en el Reino Unido, con lo cual perdían los republicanos. Y si ganaban los republicanos y se unían a Irlanda, entonces perdían los unionistas.

¿Quién podría creer que allí pudiera pactarse la paz y que ésta fuera sostenible? Pero lo cierto es que Irlanda del Norte vive en paz desde hace casi 20 años, lo cual ha favorecido además su desarrollo económico.

No es fácil responder qué explica el éxito de esta paz, pues confluyeron muchos elementos: apoyo internacional, el contenido razonable del acuerdo de paz, liderazgos notables, etc. Pero un elemento decisivo para la sostenibilidad de la paz fue que el acuerdo alcanzado (el llamado “Acuerdo de Viernes Santo”) fue sometido a referendo, tanto en Irlanda del Norte como en Irlanda.

El proceso de refrendación no fue fácil. Hubo sectores que se opusieron radicalmente al acuerdo, en especial el poderoso grupo político unionista del reverendo Ian Pasley, que consideraba imposible pactar, o siquiera negociar, con el Sinn Fein, a los que consideraba terroristas, por ser el partido cercano al IRA.

El “Acuerdo de Viernes Santo” fue votado en 1998 y, a pesar de la dura oposición de Pasley, recibió un apoyo abrumador: 94 % de la votación a favor en Irlanda y 71 % a favor en Irlanda del Norte.

Esta robusta refrendación otorgó legitimidad democrática al acuerdo y generó una gran energía social y política a favor de la paz, que le permitió superar momentos muy difíciles, como la gran inestabilidad política de los primeros años. Poco a poco la paz se volvió irreversible, al punto de que, en 2007, los antiguos enemigos, Pasley y el Sinn Fein, formaron un gobierno de coalición. Algo impensable una década antes.

Los líderes de ese proceso sabían que el referendo era riesgoso pues podía perderse, lo que implicaba que el acuerdo no podría implementarse. Pero tenían claro que era aún mas riesgoso intentar implementar el “Acuerdo de Viernes Santo” sin refrendación ciudadana pues, dada la oposición existente a la paz de sectores como Pasley, las posibilidades de fracaso de la paz eran aún mayores. ¿No es esta una clara enseñanza para Colombia?

De interés: Paz / Refrendación

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