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CRG_Columna_Francia

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Francia y la comunidad de La Toma han resistido: primero la serie inconsulta de títulos mineros del gobierno Uribe que tenía marcado su territorio; después, los abusos de las guerrillas y los paramilitares, y más recientemente, la llegada de las dragas de mineros ilegales en 2014.

Francia y la comunidad de La Toma han resistido: primero la serie inconsulta de títulos mineros del gobierno Uribe que tenía marcado su territorio; después, los abusos de las guerrillas y los paramilitares, y más recientemente, la llegada de las dragas de mineros ilegales en 2014.

Conocí a Francia Márquez en 2010. Era un sábado tórrido de septiembre y habíamos concertado una reunión en el corregimiento de La Toma, Cauca. La causa era la misma por la que Francia ha arriesgado la vida y le valió esta semana el premio Goldman, el “Nobel ambiental”: la preservación de los ríos y el territorio de las comunidades negras frente a los proyectos de minería de oro.

La ocasión fue la visita de la legendaria líder afroestadounidense Angela Davis, el “Dulce ángel negro” de la canción de los Rolling Stones, la mismísima “Angela” de la tonada de John Lennon. La situación en el norte del Cauca era tan explosiva que no se podía entrar sino al amparo de una visita internacional.

Aunque el país y el mundo fijaron sus ojos en Francia apenas esta semana, Angela Davis lo había hecho desde antes, cuando la escuchó hablar en EE. UU. Posiblemente vio y oyó lo mismo que presencié ese día: una mirada y una voz tan inspiradoras como desconcertantes, quizás porque parecen haber desterrado desde siempre el miedo, aun el miedo a la muerte. Siguiendo ese rastro llegó Davis a La Toma, y nosotros, detrás con el equipo del Proceso de Comunidades Negras (PCN) y del Observatorio de Discriminación Racial, para acompañar la causa con una tutela.

Vistiendo los colores de su África ancestral, en el discurso de aceptación del premio, Francia pronunció dos frases que, si mi memoria no me falla, dijo también aquella tarde de sábado, en medio de los violines caucanos que hicieron bailar al dulce ángel negro. La primera es el hermoso lema del PCN: “Resistir no es aguantar”. Francia y la comunidad de La Toma han resistido: primero la serie inconsulta de títulos mineros del gobierno Uribe que tenía marcado su territorio cuando lo visitamos; después, los abusos de las guerrillas y los paramilitares, y más recientemente, la llegada de las dragas de mineros ilegales en 2014. Pero no se aguantaron: junto con más de 80 mujeres, Francia caminó hasta Bogotá y se tomó el Ministerio del Interior por unos días, hasta que finalmente el Gobierno se comprometió a destruir las dragas.

“El territorio es la vida, y la vida no se vende, se ama y se defiende” es la otra frase que reiteró la ganadora del Goldman. Por no venderlo, y por defenderlo, tuvo que salir huyendo a Cali con sus hijos cuando llegaron los ilegales con sus amenazas.

He seguido menos la trayectoria política reciente de Francia, así que me quedo con su trabajo de activista social. Ella sabe que nadie es profeta en su tierra, y aún menos un líder social. Si son sinceros los merecidos homenajes que hoy le llueven por el premio internacional, deberían convertirse en lo que Francia Márquez recordó en su discurso: protección no sólo para los líderes, sino para las comunidades en riesgo y un compromiso de todos los candidatos presidenciales con el derecho a la protesta pacífica y los derechos de las comunidades negras.

 

Foto: Cortesía Goldman Environmental Prize

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