Sawhoyamaxa y la lucha por la tierra
Carlos Andrés Baquero noviembre 5, 2013
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Paraguay lleva 7 años incumpliendo la orden que le dio la Corte Interamericana de Derechos Humanos de titular el territorio ancestral a la comunidad indígena Sawhoyamaxa.
Paraguay lleva 7 años incumpliendo la orden que le dio la Corte Interamericana de Derechos Humanos de titular el territorio ancestral a la comunidad indígena Sawhoyamaxa.
“Las únicas que acá tienen asegurado su derecho a la tierra son las vacas” fue lo que me comentó Carlos Mareco, líder de la comunidad de Sawhoyamaxa del pueblo enxet, cuando llegamos a su territorio. Hace siete años la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) falló a favor de la comunidad Sawhoyamaxa y ordenó al Estado paraguayo titular aproximadamente 14.000 hectáreas que se encuentran dentro la estancia del señor Heriberto Roedel.
La historia de las tierras de la comunidad Sawhoyamaxa se articula con la narrativa del despojo en la región del chaco paraguayo, donde hoy se encuentran estancias tan conocidas como Loma Verde habitaron ancestralmente los pueblos indígenas del Paraguay. Ireneo López, abogado de Tierra viva, me explicó que la comunidad de Sawhoyamaxa o “del lugar donde se acabaron los cocos” fue desplazada a colonias compradas por los anglicanos durante el siglo XX como Makxawaiya, La Herencia y La Patria.
Dado que las tierras de los anglicanos no eran sus territorios ancestrales, la comunidad de Sawhoyamaxa decidió a finales de la década de 1980 volver al lugar de sus abuelos y sus padres. Cuando llegaron encontraron sus tierras rodeadas por una cerca con alambre de púas. Después de agotar todas las instancias internas, la comunidad Sawhoyamaxa decidió acudir al sistema interamericano.
Cuando la Corte promulgó la sentencia en 2006, la comunidad Sawhoyamaxa vivía en una franja de 45 metros entre la carretera que conduce de Pozo Colorado a Concepción y la cerca de la estancia de Roedel. La CIDH ordenó al Estado titular a la comunidad de Sawhoyamaxa el territorio que literalmente observaba todos los días. Para cumplirle a los indígenas y a la Corte el Estado debía cumplir con dos trámites. El primero era negociar directamente con el propietario para llegar a un acuerdo de venta. Si el acuerdo no era posible, el Estado tenía que realizar un proceso de expropiación de las tierras que debe ser aprobado por el Congreso de la República.
“El Estado agotó todas las instancias de negociación para compra del territorio con Roedel”, fue lo que me dijo Oscar Ayala quien fue director del Instituto Paraguayo del Indígena (Indi), durante administración del ex presidente Lugo. Efectivamente el Indi inició un proceso de negociación con Roedel que no terminó con la compras de las tierras porque el precio exigido por el ganadero superaba casi 4 veces el precio avaluado por el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones.
Julia Cabello, directora ejecutiva de Tierra viva y abogada de la comunidad Sawhoyamaxa, sostiene que “la única opción con la que cuenta el Estado para finalmente cumplir la sentencia de la CIDH es hacer un proceso de expropiación que debe ser aprobado por el Congreso”. En respuesta a la presión de la comunidad Sawhoyamaxa y los reclamos de diferentes organizaciones de la sociedad civil como Tierra viva, FIAN y Amnistía Internacional – Capítulo Paraguay, el último día de su mandado el ex presidente Franco presentó el proyecto de ley de expropiación de las tierras reivindicadas por la comunidad enxet. Actualmente el proyecto está siendo estudiado por tres comisiones del senado: Hacienda y Presupuesto, Reforma Agraria y Bienestar Rural y Cuentas y Control de la Administración Financiera del Estado.
Paralelo a la negociación en Asunción y dado el incumplimiento de la sentencia, en marzo de 2013 los Sawhoyamaxa levantaron la cerca que los ha separado durante más de 20 años de su territorio ancestral y entraron a la estancia. Allí han vuelto a recomponer sus lazos ancestrales con el territorio y su forma de vida. Gladys una líder indígena de la comunidad expresó en guaraní, mientras mezclaba la hoja de mate con azúcar para preparar el cocido, que “es importante volver al territorio porque volvemos a vivir: acá sembramos, cazamos anguilas en el riacho porque no tenemos miedo y vamos a luchar hasta la muerte por el territorio de nuestros abuelos”. La retoma de los territorios ancestrales responde al argumento sobre propiedad de la CIDH, según el cual la propiedad nace con el vínculo ancestral sobre el territorio y no con el título. Para la Corte el título sólo es el reconocimiento formal que el Estado hace de la propiedad.
En este momento la vida y pervivencia de la comunidad enxet de Sawhoyamaxa se define en dos lugares. Por un lado en el corazón del departamento Presidente Hayes los y las Sawhoyamaxa luchan por reconstruir su cultura e imaginarse otro futuro. En la memoria de sus mayores se encuentra la imagen de su vida al lado de la carretera, el ruido ensordecedor de los camiones que viajan rumbo a Asunción cargados de ganado y la muerte de sus niños y niñas atropelladas por los vehículos. Pero sobretodo los y las integrantes de Sawhoyamaxa recuerdan “cuando vivíamos acá en esta tierra (…) Acá teníamos la chacra, estoy feliz aquí porque aquí crecí” expuso Tomasa en la reunión de intercambio de estrategias de implementación de sentencias de la CIDH que se realizó entre los pueblos indígenas Enxet, Sanapaná (Paraguay) y Sarayaku (Ecuador).
A más de 370 kilómetros del territorio Sawhoyamaxa, en el Congreso Nacional ubicado en el centro de Asunción, se libra la lucha por la titulación a favor del pueblo indígena. “El Paraguay tiene la oportunidad de dejar de ser un prófugo de la justicia” comentó Rosalía Vega, directora de Amnistía Internacional Paraguay. Las y los indígenas arengan ¡es tiempo Sawhoyamaxa!, pues esperan que finalmente el Congreso apruebe el proyecto de expropiación de sus tierras ancestrales con lo que se cumpliría con la orden de la CIDH, se titularía a su favor el territorio colectivo y se rompería con el ciclo de desplazamiento y despojo del que han sido víctimas.