Impuestos a las bebidas azucaradas en las Américas: tendencia o necesidad
Diana Guarnizo Julio 9, 2018
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Más que una tendencia, el creciente número de países que aplican impuestos a las bebidas azucaradas es una señal de que cada vez más países ven esta medida fiscal como una política rentable para abordar la epidemia de obesidad dentro de su población.
Más que una tendencia, el creciente número de países que aplican impuestos a las bebidas azucaradas es una señal de que cada vez más países ven esta medida fiscal como una política rentable para abordar la epidemia de obesidad dentro de su población.
El debate sobre un impuesto a las bebidas azucaradas está sobre la mesa. En otro blog, expliqué por que la Organización Mundial de la Salud (OMS ) recomendó tomar medidas fiscales como una manera efectiva para enfrentar los crecientes niveles de obesidad y sobrepeso en el mundo. En general, los impuestos se han considerado como una forma rentable de mitigar ciertas externalidades negativas al desalentar comportamientos (por ejemplo, el consumo de alcohol o tabaco, el uso de bolsas de plásticas, etc.) y alentar otros (por ejemplo, estilos de vida más saludables, el reciclaje, etc.). A su vez, la industria ha dicho que los impuestos a las bebidas azucaradas no funcionan, aumentan el desempleo, llevan al cierre de negocios pequeños y afectan de manera desproporcionada a los más pobres.
Sin embargo, en muchos países de las Américas los impuestos a las bebidas azucaradas se están convirtiendo en una tendencia. Siguiendo la experiencia de México y Chile que implementaron un impuesto en 2014, Berkeley, la Nación Navajo en Estados Unidos, Dominica y Barbados lo hicieron el año siguiente. A su vez, las ciudades de Oakland, Albany, Boulder y Filadelfia implementaron un impuesto en 2017. En 2018, lo hicieron San Francisco, Seattle y Perú.
Esta es una tendencia que refleja lo que ya está sucediendo en Europa, África, el Medio Oriente, Asia y el Pacífico.
El creciente número de países que tienen un impuesto a las bebidas azucaradas ya es razón suficiente para pensar seriamente sobre esta medida. Pero, ¿se trata simplemente de una tendencia general que América Latina debería seguir por inercia o existen otras razones para justificarla?
¿Funcionan los impuestos a las bebidas azucaradas?Un estudio publicado en el British Medical Journal analizó a corto plazo el impacto en las compras de bebidas azucaradas un año después de que México implementara un impuesto indirecto de 1 peso por litro. El estudio encontró que el volumen promedio de bebidas compradas mensualmente se redujo en un 6% en 2014 a comparación de las compras esperadas sin el impuesto. Además, las reducciones se aceleraron, alcanzando un descenso del 12% en diciembre de 2014.
La reducción muestra que el impuesto funciona, ya que entre un 6 y 12% de personas ya no compran estas bebidas. La pregunta es entonces, ¿cuál es el grupo o el perfil de las personas que están reduciendo sus compras?
¿Son los pobres los más afectados por los impuestos a las bebidas azucaradas?
Los hogares de bajos ingresos son generalmente más sensibles a los impuestos al consumo. El artículo del British Medical Journal demostró que la reducción en la compra de bebidas azucaradas fue mayor entre los hogares de menor ingreso. De acuerdo con esto, la reducción fue mayor en los hogares de bajo nivel socioeconómico, con un promedio de -9.1%, y alcanzando -17.4% en diciembre de 2014″.
Un estudio similar realizado en Colombia por investigadores de la Universidad Javeriana sobre el impacto potencial de un impuesto a las bebidas azucaradas en las tasas de sobrepeso y obesidad encontró que el impacto sería mayor en las familias de ingresos más bajos. Según este estudio, un impuesto equivalente a al menos el 24% del precio del producto reduciría la obesidad de los hogares de ingresos más bajos entre un 5% a un 10%; los hogares de ingresos medios reducirían la obesidad entre 5% y 8%; mientras que los hogares con los ingresos más altos probablemente no experimentarían ningún cambio significativo.
La pregunta entonces no debe ser si la gente pobre se verá afectada o no, pero si esta medida es necesaria o no para proteger su derecho a la salud. Para discutir esto es importante decir que el peso y la obesidad no son un lujo de los países más ricos, sino un problema mundial. La OMS ha reconocido que existe una ‘epidemia mundial de obesidad’. Por otra parte, no sólo en los países más industrializados, sino también en los países de renta media, los hogares más pobres son también los más vulnerables al sobrepeso y la obesidad. Durante las últimas décadas, América Latina ha experimentado una transformación en su nutrición: las tasas de sobrepeso y obesidad están aumentando rápidamente, mientras que los niveles de desnutrición se mantienen, creando una doble carga en los sistemas de salud. Si una medida fiscal puede abordar eficazmente un problema de salud pública y proteger a las personas más vulnerables de sufrir las consecuencias de esta epidemia, no deberían tomar los gobiernos acciones concretas?
¿Cuál sería el impacto económico del impuesto?
Si las razones anteriores no fueron suficientes, otra razón para que muchos gobiernos implementen un impuesto a las bebidas azucaradas son los ingresos. No existe un estimado general del costo del tratamiento de las enfermedades no transmisibles (ENT) –como el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes– en las Américas, sino principalmente datos específicos de cada país. Sin embargo, La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha alertado que «las ENT han sido consideradas como un gran riesgo para las pérdidas económicas por parte de líderes empresariales y tomadores de decisiones globales, colocándolas entre otros riesgos graves como la falta de inversión en infraestructura, crisis fiscales y desempleo.» Como consecuencia , la OPS ha recomendado a los estados que tomen políticas rentables para evitar estas enfermedades, como los impuestos sobre el tabaco, el alcohol y las bebidas azucaradas. En los países donde la prestación de servicios de salud a la población es un deber del Estado y el sistema de salud es financiado por fondos públicos, es no sólo una buena idea, sino un deber del Estado tomar medidas con el fin de evitar estas enfermedades y garantizar un mejor servicio para todos. Recaudar dinero para hacer que el sistema de salud sea sostenible no debería ser la razón principal para este tipo de impuestos ya que el objetivo central es incentivar estilos de vida saludables. Sin embargo, el recaudo de impuestos es una razón para aquellos que dudan sobre la utilidad de esta medida.
Más que una tendencia, el creciente número de países que aplican impuestos a las bebidas azucaradas es una señal de que cada vez más países ven esta medida fiscal como una política rentable para abordar la epidemia de obesidad dentro de su población.
Foto destacada: Francesco Gallarotti on Unsplash