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“Tiempo de volver” es la oportuna convocatoria que el Gobierno, por medio de Colciencias, lanzó en marzo, que ofrece incentivos para que científicos colombianos que cuenten con doctorado y vivan afuera vuelvan y contribuyan a nuestro desarrollo.

“Tiempo de volver” es la oportuna convocatoria que el Gobierno, por medio de Colciencias, lanzó en marzo, que ofrece incentivos para que científicos colombianos que cuenten con doctorado y vivan afuera vuelvan y contribuyan a nuestro desarrollo.

Pero para María del Pilar Donado, una veterinaria que culminó exitosamente su doctorado en la prestigiosa Universidad de California en Davis y que desde hace años vive en Colombia y contribuye muy activamente a nuestro desarrollo científico, el mes de marzo ha sido el “tiempo de pagar”.
En ese mes, el director de Corpoica le confirmó que iba seguir con el cobro judicial para que Donado pague $700 millones de un préstamo condonable porque supuestamente había incumplido sus obligaciones académicas, a pesar de que Donado se doctoró y volvió a Colombia, que era lo que buscaba el préstamo.
Por casualidad conocí el caso de Donado y vale la pena analizarlo, pues muestra cómo un programa bien intencionado de apoyo a la formación científica puede terminar distorsionado por decisiones irrazonables de quienes lo dirigen.
Donado inició en 2002 su doctorado con apoyo financiero de Corpoica, Colciencias y Fulbright, y avanzó muy exitosamente en sus estudios durante tres años y medio, que era el plazo inicialmente acordado de financiación. Le faltaban dos para terminar su tesis, con lo cual hubiera obtenido su doctorado en seis años, que es el promedio para doctorarse en ciencias. Solicitó una prórroga, pero, sin ninguna buena razón, Corpoica la hizo volver a Colombia, interrumpiéndole su tesis, mientras que a otros empleados les ha dado plazos muy amplios para que terminen su doctorado.
Donado volvió a trabajar en Corpoica, pero se las arregló para acabar su tesis desde Colombia y obtener el doctorado, por lo cual Colciencias y Fulbright le condonaron el préstamo, pues su propósito se había cumplido. Uno pensaría que Corpoica, que es una entidad pública dedicada a la investigación agropecuaria, debía estar satisfecha ya que Donado se había doctorado y trabajaba con ella. Pero no. Corpoica le inició un cobro judicial, argumentando que no se había doctorado en el término inicialmente acordado. Y a pesar de que Donado trabajaba en Corpoica, no fue informada personalmente del proceso, que continuó a sus espaldas, con lo cual los intereses crecieron enormemente.
Hoy Donado tiene embargados judicialmente sus bienes y parte de su salario. Y el actual director de Corpoica, que no inició el cobro judicial, se niega a terminarlo, con el argumento de que sería desacato a una orden judicial e implicaría un detrimento patrimonial para Corpoica. Pero su argumento me parece inaceptable pues un acreedor puede siempre parar un cobro judicial. Eso nunca es desacato. Y no hay detrimento patrimonial pues la finalidad del préstamo (que era doctorar a una científica para que trabajara en Corpoica) se cumplió plenamente. Pero eso no es todo: la sentencia T-677 de 2004 de la Corte Constitucional, que analizó un caso semejante, señaló que en esos créditos educativos, las autoridades, en vez de decretar mecánicamente incumplimientos, deben analizar ante todo “si se están desarrollando o no las finalidades constitucionales relativas a la ciencia y a la tecnología”. Y esas finalidades se cumplieron en este caso. ¿Por qué insiste, entonces, Corpoica en seguir el cobro?
Y como el caso de Donado no es el único, queda entonces la duda de si para nuestros cerebros fugados realmente “es tiempo de volver”.

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