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¿Será que el fútbol necesita una especie de Lutero que intente reformarlo y sobre todo moralizar a esa suerte de papado del fútbol que es la FIFA, aun a riesgo de que eso pueda conducir a un verdadero cisma futbolístico? Es una metáfora que vale la pena explorar.

¿Será que el fútbol necesita una especie de Lutero que intente reformarlo y sobre todo moralizar a esa suerte de papado del fútbol que es la FIFA, aun a riesgo de que eso pueda conducir a un verdadero cisma futbolístico? Es una metáfora que vale la pena explorar.

A inicios del siglo XVI, en Europa existía un gran fervor cristiano pero el papado, que era la institución dominante de la cristiandad y un poder sin controles eficaces, enfrentaba escándalos crecientes por problemas cada vez más serios de corrupción y de falta de religiosidad.
El punto culminante de esos escándalos fue el abuso de las “indulgencias”, que eran la facultad que se reconocía al papa y a sus delegados de evitar que una persona tuviera que sufrir las sanciones por haber cometido un pecado. Si el pecador se arrepentía y hacía ciertos actos piadosos, entonces el papado podía excusarlo de la pena que debía en principio cumplir en la tierra y en el purgatorio. El escándalo se desarrolló porque cada vez más el acto piadoso exigido fue el pago de dinero al papado, para que éste pudiera financiar sus lujos y construcciones, como la basílica de San Pedro.
En 1517, Martín Lutero se rebeló contra la corrupción del papado y en especial contra el llamado “comercio de las indulgencias” y afichó en la Iglesia de Wittemberg sus famosas 95 tesis, con las cuales pretendía lograr la reforma del catolicismo y de la cristiandad.
Esta crisis religiosa del Siglo XVI tiene una cierta similitud con el fútbol actual. Este mundial mostró que a inicios del Siglo XXI el mundo experimenta un verdadero fervor futbolístico, pero que la FIFA, que es el papado de este deporte y un poder que escapa a todo control, enfrenta escándalos crecientes por su falta de transparencia y por acusaciones cada vez más serias de corrupción de sus dirigentes.
El punto culminante de estos escándalos ha sido la asignación de la sede del Mundial de 2022 a Catar, en donde habría que jugar los partidos en temperaturas extremas. Esta ridícula decisión de la FIFA se explica porque al parecer responde a indulgencias semejantes a las que escandalizaron a Lutero pues, según ciertas investigaciones periodísticas del Sunday Times, la sede a Catar habría sido obtenida gracias a pagos secretos millonarios a algunos dirigentes del fútbol africano por un exdirigente de la FIFA. Pero ese no es el único escándalo que rodea a la FIFA, pues hay muchos otros, como arbitrajes muy sospechosos pero avalados por la entidad, o la imposición de sanciones desproporcionadas, como en el caso del mordelón Luis Suárez, o la repetida reelección del cuestionado Sepp Blatter.
A casi 500 años de la rebelión de Lutero, el fútbol necesita un Lutero que afiche en algún templo del fútbol, como el Maracaná, las 95 tesis para la reforma del papado del fútbol. La primera debería ser la prohibición de la reelección de su presidente. Y si este papado se resiste a la reforma, pues habría que pensar hasta en un cisma futbolístico.

De interés: Democracia

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