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El reemplazo de Mauricio González en la Corte Constitucional le brinda al presidente Santos una oportunidad de oro: avanzar decisivamente en lograr una mayor equidad de género en las cortes.

El reemplazo de Mauricio González en la Corte Constitucional le brinda al presidente Santos una oportunidad de oro: avanzar decisivamente en lograr una mayor equidad de género en las cortes.

Para eso le basta presentar una terna integrada exclusivamente por mujeres, con lo cual el Senado tendría que escoger una mujer y la Corte Constitucional tendría por primera vez tres magistradas permanentes.

Hay al menos tres razones que sustentan esta propuesta.

Primero, porque avanzar hacia una mayor la equidad de género en la cúpula del Estado es no sólo un asunto de justicia con las mujeres, sino que además reduce la discriminación por sexo, porque acostumbra a la sociedad a ver a las mujeres en puestos de alta responsabilidad y aminora los sesgos machistas del poder judicial.

Segundo, porque, a pesar de ciertos avances en la rama ejecutiva, en especial gracias a la llamada ley de cuotas, que obliga a que al menos 30% de los altos cargos en el Gobierno sean ocupados por mujeres, en Colombia subsiste una gran inequidad de género, en especial en el poder judicial. En la Corte Suprema sólo hay cinco mujeres entre sus actuales 21 integrantes. El Consejo de Estado está un poco mejor, pues hay ocho magistradas entre sus actuales 27 integrantes. Pero el peor caso es la Corte Constitucional, que sólo ha tenido tres magistradas en toda su historia, frente a más de una treintena de magistrados hombres, esto es, menos del 10%.

Y tercero, porque existe un gran cantidad de mujeres que podrían ser excelentes magistradas. Menciono algunos nombres: mujeres que ya ejercieron provisionalmente la magistratura y mostraron que lo podían hacer muy bien en propiedad, como Myriam Ávila, Cristina Pardo, Clara Helena Reales o Martha Sáchica. Magistradas auxiliares de esta Corte que han demostrado los conocimientos y virtudes para ser magistradas titulares, como Ethel Castellanos, Magdalena Correa, Ana María Charry, Gloria Lopera o Alejandra Reyes. Y profesoras universitarias, que no sólo tienen casi todas estudios doctorales sino que, además, han hecho trabajos académicos notables y han mostrado tener las virtudes necesarias para ser una buena magistrada, como María Cristina Gómez, Isabel Goyes, Isabel Cristina Jaramillo, Julieta Lemaitre, Viridiana Morales, Bernardita Pérez, Diana Quintero, Tatiana Rincón o María Luisa Rodríguez.

Esta lista no pretende ser exhaustiva. Por ejemplo, para evitar suspicacias, no mencioné ninguna mujer vinculada a Dejusticia, aunque varias de ellas serían excelentes magistradas. Pero la lista muestra que hay mujeres de distintas universidades, regiones e ideologías, que tienen las cualidades para ser buenas magistradas. Y que si no llegan a la Corte es por el sesgo patriarcal del Senado que casi nunca selecciona a las mujeres ternadas. La terna presidencial debe ser entonces sólo de mujeres para que su participación en la Corte Constitucional supere el 30 %, que es el mínimo requerido, según varios estudios, para avanzar significativamente en la igualdad de género.

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