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Vacunación privados

La participación privada mediante compra para uso interno puede ser un apoyo, pero no tanto como para verlo como el gran acelerador del Plan Nacional de Vacunación. En este momento lo más importante es fortalecer la vacunación pública y allí el sector privado podría tener un impacto mucho mayor que crear una vacunación paralela. | Carlos Ortega, EFE

Si la vacunación por parte del Estado tiene éxito, los privados ni siquiera tendrán necesidad de comprarlas por su cuenta. La realidad es que el mejor negocio para los empresarios es apoyar la vacunación pública.

Si la vacunación por parte del Estado tiene éxito, los privados ni siquiera tendrán necesidad de comprarlas por su cuenta. La realidad es que el mejor negocio para los empresarios es apoyar la vacunación pública.

El Gobierno Nacional anunció que iniciaron las primeras conversaciones con representantes del sector privado para que participen en el plan de vacunación contra el covid-19 en Colombia. La idea de incorporar a los privados lleva varios meses sonando en diferentes medios de comunicación alrededor del mundo, especialmente por la preocupación frente a la velocidad a la que avanza la vacunación en los diferentes países. Aunque la propuesta es atractiva en la teoría, para el caso de Colombia hay varios elementos que el Gobierno, los privados y la ciudadanía en general debe tener en cuenta al momento de avanzar en la discusión.

Para empezar, debemos distinguir dos tipos de participación de privados en el proceso de vacunación. Por un lado, existe la compra con fines de comercialización, es decir, que un privado pueda adquirir una vacuna para luego ofrecerla en el mercado. Por otro lado, está la compra con fines de uso privado o interno. Esto significa que una empresa pueda adquirir vacunas para ofrecerlas a sus empleados y sus familias, a clientes, afiliados, inversionistas o prácticamente a cualquiera persona de interés de la organización, pero sin posibilidad de venderla al público.

La distinción es importante porque cuando en los medios se habla de participación de privados, muchas personas creen que cualquier persona que tenga los recursos suficientes podrá acceder a vacunas en las farmacias y droguerías del país. Esto no es lo que se ha propuesto. La idea de los empresarios es que se les permita comprar vacunas para uso interno, de modo que la vacunación avance más rápido y así el país reactive con prontitud la mayoría de actividades comerciales posibles. Esta propuesta tiene múltiples dificultades.

En primer lugar está el momento en el que se daría la participación del sector privado. El ministro de salud, Fernando Ruiz, confirmó que la participación de los privados podría iniciar en la fase 2, pero señaló que se deberá respetar la priorización establecida en el Plan Nacional de Vacunación. Esto en la práctica significa que la vacunación por privados iniciaría en la etapa 5, cuando se vacunará a toda la población entre 16 y 59 años. En la etapa 4 se vacunarán mayoritariamente a personas que trabajan en instituciones públicas como la Fiscalía o el INPEC, o bomberos y socorristas. Los únicos privados en la etapa 4 que podrían vacunar a su personal serían las aerolíneas. Si se respeta el orden de priorización, el resto de empresas tendrán que esperar a que inicie la etapa 5 para vacunar a personas entre 16 y 59 años. Sería mejor aclarar esto para cumplir con las expectativas.

Por otra parte, el Gobierno Nacional en el primer encuentro también dejó claro que cualquier vacuna que se adquiera tiene que tener la aprobación del Invima. A la fecha, únicamente las vacunas de Pfizer-BioNTech, AstraZeneca/Oxford y Sinovac tienen autorización de emergencia. Esto también es muy importante porque muchas empresas empiezan a entablar conversaciones con laboratorios sin estar seguros si la vacuna podrá ser utilizada. En Brasil, por ejemplo, representantes de la Asociación Brasileña de Clínicas de Vacunas (ABCVAC) viajaron a la India para negociar cinco millones de vacunas del laboratorio Bharat Biotech, sin embargo, su vacuna no está aprobada por ANVISA, la agencia sanitaria brasilera. Los privados colombianos podrían hacer negociaciones, pero dependería del laboratorio para solicitar la autorización de importación y uso, que no es una tarea sencilla.


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Tampoco basta con negociar en el extranjero. Incluso, si pudieran comprar e importar las vacunas que sí tienen autorización en el país, es imposible saber qué puesto en la fila ocuparía una empresa frente a los demás que estarían esperando por su lote. La idea de que los laboratorios vendan a privados en una etapa temprana de vacunación ha sido ampliamente criticada a nivel global. Hoy, solamente el 51% de los países en desarrollo han empezado a vacunar. De los países de ingreso bajo, solo el 14% han empezado. Si las farmacéuticas empiezan a entregar vacunas a empresas privadas antes que a los países más pobres, sería una vergüenza mundial.

Pero en caso que las farmacéuticas estuviesen dispuestas a abrir su mercado a privados, las empresas colombianas tampoco tendrían mucha prioridad. En la lista de Fortune 500 para 2020, que agrupa las compañías más grandes del mundo, no aparece ninguna empresa colombiana. En el mercado global, el sector privado colombiano tendría muchísima competencia y por el volumen tan pequeño que comprarían, los precios serían mucho más altos a comparación con los pactados con los países que sí compran por millones. Colombia ya adquirió 61.5 millones de dosis y aún así tendremos que esperar varios meses para recibirlas. Lo más seguro es que las vacunas adquiridas por privados lleguen después de las públicas. Según el ministro Ruiz, de la conversación con el sector se concluyó que los privados adquirirán las vacunas del lote adquirido por el Gobierno, lo cual es mucho más sensato que pensar que las empresas podrán comprarle directamente a los laboratorios.

Por último, el gobierno deberá garantizar que esta participación no genere un problema de equidad en el acceso a la vacunación contra el covid-19. En nuestro país, el 90% de las empresas son pequeñas o medianas y el 49% de las personas trabajadoras se encuentran en la informalidad. La verdad es que las grandes empresas serán las únicas con capacidad de comprar vacunas y cumplir con todas las exigencias del Ministerio de Salud para aplicarlas. Si el plan de vacunación público no avanza al mismo ritmo que los privados, se rompería con el espíritu de un acceso equitativo en donde la capacidad de pago o los privilegios no determinen la oportunidad de recibir una vacuna.

La participación privada mediante compra para uso interno puede ser un apoyo, pero no tanto como para verlo como el gran acelerador del Plan Nacional de Vacunación. En este momento lo más importante es fortalecer la vacunación pública y allí el sector privado podría tener un impacto mucho mayor que crear una vacunación paralela. Los empresarios pueden ayudar a solucionar las barreras del proceso actual, ya sea a través de financiación y adecuación de nuevos centros de vacunación u ofreciendo su experticia para avanzar en la agendación de citas o en lograr que cada persona priorizada en las diferentes etapas acceda a la vacuna.

Si la vacunación por parte del Estado tiene éxito, los privados ni siquiera tendrán necesidad de comprarlas por su cuenta. La realidad es que el mejor negocio para los empresarios es apoyar la vacunación pública.

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