Violencias contrastadas
Rodrigo Uprimny Yepes Enero 17, 2016
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Uno de los desarrollos más dolorosos de Venezuela en los últimos 25 años ha sido el alarmante crecimiento de su violencia homicida.
Uno de los desarrollos más dolorosos de Venezuela en los últimos 25 años ha sido el alarmante crecimiento de su violencia homicida.
Esta evolución contrasta con la de Colombia, que en ese mismo período ha conocido una tendencia a la reducción de esta violencia.
Hasta bien entrados los años 80, Venezuela era comparativamente en América Latina un país pacífico, semejante a Uruguay, Chile o Argentina. Su tasa de homicidio por 100.00 habitantes (TH), que es una de las medidas comparadas más usuales y aceptadas sobre violencia, era de aproximadamente ocho. Luego, desde comienzos de los años 90, como lo muestran los estudios del sociólogo Roberto Briceño-León, del Observatorio Venezolano de Violencia, empieza un ciclo ascendente. La TH llegó entonces a 20 en 1994 y se mantuvo así en los años siguientes. Ulteriormente, a partir de la década del 2000, esto es, durante los gobiernos chavistas, la violencia homicida se dispara. Y aunque empieza a haber controversias sobre las cifras, pues desde 2004 se vuelve muy difícil para los analistas acceder a estadísticas oficiales sobre homicidios, la tendencia es clara: un terrible incremento de la violencia. En 2011, la TH había llegado a 67 y, según información reciente, en 2015 habría superado los 90.
La evolución de Colombia en ese periodo es hasta cierto punto inversa. La TH colombiana fue tradicionalmente mucho más alta que en Venezuela, incluso a inicios de los setenta, que fueron nuestros años menos violentos de las últimas seis décadas. Era de 22, contra diez en Venezuela. Luego, como lo han mostrado analistas como Jorge Orlando Melo, la TH se dispara desde mediados de los 80 y llega a su nivel más alto en 1991, en que alcanza 80. Tiende luego a disminuir hasta 1997, en que baja a 60, pero infortunadamente repunta en los años siguientes y llega en 2002 nuevamente a un nivel muy alto de 69. Pero desde 2003, la TH ha tendido a bajar en forma casi ininterrumpida, de suerte que el año pasado estaría rondando los 25.
En síntesis, si en 1990 Venezuela tuvo unos 2.000 homicidios y una TH levemente superior a diez, el año pasado hubo en ese país casi 28.000 homicidios y la TH superó 90. En cambio, en 1991 en Colombia hubo unos 28.000 homicidios, para una TH de 80, mientras que el año pasado hubo en nuestro país unos 13.000 homicidios para una TH cercana a 25 por 100.000 habitantes.
Obviamente la TH colombiana sigue siendo intolerablemente alta y es claro que los factores que explican los ciclos de violencia homicida son muy complejos, por lo cual toda comparación es problemática. Pero este contraste entre la reducción significativa de la violencia homicida en Colombia frente a su intensificación en Venezuela no debería pasar inadvertido pues invita a análisis comparados para lograr posibles enseñanzas mutuas. Esta evolución opuesta parecería indicar que algo podríamos estar haciendo bien los colombianos en este campo mientras que en algo se están equivocando profundamente nuestros hermanos venezolanos.