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Terminó el año y la plenaria del Senado no sacó adelante el debate sobre marihuana medicinal. En la sesión del lunes 15 de diciembre todo parecía favorable para el proyecto de ley del senador Galán.

Terminó el año y la plenaria del Senado no sacó adelante el debate sobre marihuana medicinal. En la sesión del lunes 15 de diciembre todo parecía favorable para el proyecto de ley del senador Galán.

Sin embargo, las acusaciones uribistas que pronosticaban la entrada a una legalización absoluta de la planta tuvieron eco en algunos congresistas, forzando así el aplazamiento de la discusión hasta el mes de marzo del próximo año.

Aunque la espera no pareciera ser larga, lo cierto es que el tiempo juega en contra de muchos pacientes que necesitan de la planta para mejorar sus estilos de vida. Por esa razón Natalia Tangarife decidió no esperar más y comenzó a extraer artesanalmente el aceite de marihuana para dárselo a su hijo Jacobo de tan solo 3 años en la ciudad de Pereira. Como resultado, su pequeño hijo pasó de sufrir 25 ataques epilépticos al día a tan solo 4 gracias al cannabis medicinal, mejorando sustancialmente su forma de vivir.

Pero el caso de Jacobo es excepcional. El carácter ilegal de la planta por un lado y la ausencia de una regulación estatal sobre sus usos medicinales por el otro, operan como obstáculos de acceso a una alternativa médica que puede salvar o mejorar vidas de pacientes enfermos de cáncer, epilepsia, esclerosis múltiple, artritis, entre otros.

Sin embargo al Senado le quedó grande debatir razonablemente sobre marihuana medicinal pese a los argumentos jurídicos, económicos, científicos y de opinión que respaldan a la iniciativa legislativa.

Jurídicamente el proyecto de ley tiene respaldo en tratados internacionales (artículo 4, literal c, de la Convención única sobre estupefacientes de 1961 y artículo 5 del Convenio sobre sustancias sicotrópicas de 1971), en la Constitución (artículo 49) y en la ley (artículo 3 de la Ley 30 de 1986), pues son todos instrumentos que llaman a regular la producción, fabricación, distribución y uso de cualquier estupefaciente con fines médicos y científicos.

Los beneficios económicos que trae consigo el proyecto ya han sido observados en otros países que han regulado el mercado medicinal del cannabis. Por solo dar un ejemplo, el estado de Colorado recaudó en el 2012 un total de 20 millones de dólares en impuestos sobre este nuevo mercado que posteriormente habrían sido destinados a servicios de salud pública.

Científicamente se han comprobado los efectos benéficos del cannabis en algunas enfermedades. Al menos ocho estudios científicos publicados en revistas internacionales indexadas han sido dados a conocer por el senador Juan Manuel Galán para sustentar que la planta sí tiene efectos medicinales reconocidos. E incluso el famoso médico de la CNN, Sanjay Gupta, pidió perdón públicamente por haber negado que la marihuana pudiera ser benéfica para la salud de las personas.

Además, se trata de una iniciativa que cuenta con el apoyo de la opinión pública. Hablar sobre marihuana ya no es un suicidio político como lo era hace unas décadas. Al contrario, incluso el presidente de EEUU Barack Obama ha dejado a un lado el tabú y ha sostenido en público que la marihuana es menos dañina para la salud que el alcohol. Y en Colombia una encuesta realizada por la Fundación Ideas para la Paz indica que el 63.7% de la población nacional apoya regular la marihuana para usos medicinales.

¿Por qué entonces el Senado decidió olímpicamente aplazar la discusión? Fácil. Porque una vez más, al debatir sobre política de drogas, el mito le ganó a la realidad. El miedo infundado de iniciar la ruta hacia la legalización total de la marihuana que planteó el senador Uribe y que anteriormente propuso el Procurador Ordóñez, tuvo el poder suficiente para desatender los argumentos serios y científicos que respaldan al proyecto de ley.

Un debate serio y razonable debe respetar al menos la regla de atacar argumentos objetivos con contraargumentos igualmente objetivos. El Senado no solo no atendió a esta pretensión de objetividad, sino que además sometió la evidencia de la regulación al moralismo de la prohibición. Esperemos que en 2015 se den cuenta que lo moralmente reprochable es evadir una discusión que puede salvar vidas de cientos de pacientes que esperan a acceder a la planta. Amanecerá y veremos.

Adenda: Por final de año Dejusticia se despide de este espacio por el 2014 y regresará a partir del 13 de enero de 2015.

De interés: Colombia / Drogas / Senado

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