Hicimos un taller en Estocolmo, Suecia, con defensores y defensoras de derechos humanos de todo el mundo. | Dayanna Palmar
¿Cómo reimaginar los futuros del activismo por los derechos humanos?
Por: Dejusticia | Noviembre 25, 2022
La UNESCO hizo una encuesta a 15 mil personas en todo el mundo sobre cómo imaginan el mundo en el año 2030, y los resultados muestran una profunda preocupación por el cambio climático (67 %), la violencia y el conflicto (44 %) y la discriminación e inequidad (43 %). A esta desesperanza sobre el futuro no son ajenos los defensores de derechos humanos, quienes en medio de graves restriccionesa espacios democráticos pierden la fe sobre los frutos de sus luchas.
¿Cómo pueden los activistas recuperar la esperanza? ¿Cómo revivir la llama de los derechos humanos? Estas fueron las preguntas que nos hicimos hace un año desde Dejusticia y Hearts on Venezuela (una organización aliada que promueve la solidaridad hacia el pueblo venezolano) cuando tuvimos la intención de hacer un espacio de co-creaciónal respecto.
Por ese entonces llegamos a la conclusión de que la respuesta podía estar en contemplar el bienestar, no solo desde lo individual, sino en lo colectivo, pues hay un vínculo entre estar bien, hacer un mejor trabajo por los derechos humanos y tener más esperanza. “Si estamos bien, nuestras comunidades también, y podremos dar esperanza sobre el hecho de que las luchas que estamos dando nos permitirán avanzar hacia una defensa real de los derechos humanos”, explica Manuela Neu, investigadora de la Escuela D (nuestra escuela de derechos humanos).
Con estas ideas coorganizamos un taller basado en la metodología del pensamiento futuro, un abordaje para explorar nuevas perspectivas, preguntas y escenarios sobre el futuro, que nos permite desarrollar herramientas para observar el presente, anticiparnos a acciones que puedan tener lugar en el futuro y así diseñar y actuar activamente hacia los futuros más deseables. “No es una bola de cristal, sino una manera sistemática de poner en evidencia el presente para ver los futuros que nos esperan, tener más agencia y crear con más capacidad lo que queremos”, añade Neu.
El primer taller fue virtual, lo hicimos en cuatro sesiones junto a Hearts on Venezuela y participaron defensores de 11 nacionalidades del Sur Global. Allí, miramos el futuro en perspectiva e identificamos oportunidades de cambio y transformación, así como de amenaza y peligro, que deben ser tenidos en cuenta por los defensores de derechos humanos para fortalecer sus luchas. Pero el taller fue más allá: hasta Estocolmo, Suecia.
Llevamos nuestro taller al Defender’s Day
El pasado octubre, más de 200 defensores de derechos humanos de varios lugares del mundo se reunieron en Estocolmo, Suecia, para participar en la sexta edición global del Defenders’ Days, un evento organizado por Civil Rights Defenders, considerado como uno de los ciclos de conferencias de derechos humanos más relevantes del mundo.
Con la premisa de que los defensores se enfrentan a complejos desafíos en países donde el espacio cívico se encuentra amenazado, donde el autoritarismo gana terreno y donde se agravan los cierres de espacios democráticos, la crisis climática y los efectos de la pandemia, Dejusticia invitó a un grupo de ellos a ser parte de una segunda versión de nuestro taller ‘Reimaginando el futuro que queremos’, facilitado por Jessica Corredor, directora del Área Internacional de Dejusticia, y Manuela Neu, de la Escuela D.
Relacionado:
Una semana en el corazón del mundo
Mientras en los Defender’s Days se vivía un ambiente de contrastes (alegría por el encuentro, pero zozobra por aquellos defensores que llegaban de contextos muy difíciles), un grupo de 30 líderes se sumaron a nuestro taller (el último espacio del evento general). Ellas y ellos, provenientes de México, Cuba, Venezuela, Honduras, Kenia, Sudán del Sur, Uganda, Malasia, Bielorrusia, Rusia, Reino Unido, Suecia, entre otros, reflexionaron y dialogaron sobre su lugar en la defensa de los derechos humanos.
El espacio inició con un momento de autorreflexión que invitó a los defensores a verse desde otra luz más allá de su activismo. En grupo, hablaron de sus talentos, sus gustos y los rasgos específicos que los hacían particulares. Poco a poco, fueron desdibujando su “yo” activista hasta crear un “yo” colectivo que les permitió identificar rasgos comunes entre ellos y cómo podían traslaparse. “De personas tan diversas surgieron cualidades comunes, como la empatía, el querer ayudar, la diversidad en todas sus facetas, la conexión con la naturaleza, la unión de tener una comunidad, de tener vínculos que los sostenían y los motivaban a seguir trabajando por las personas que acompañaban”, relata Jessica Corredor.
Después, en un segundo momento, las facilitadras fueron haciendo una transición hacia la esperanza y el pensamiento futuro. Para ello, desarrollaron un ejercicio que les permitiera distinguir motores o señales de cambio del presente y el futuro de la defensa de los derechos humanos, así como plantear los posibles escenarios del activismo para el año 2032. “No estábamos esperando un resultado, sino que los defensores se enfocaran en el proceso, en compartir entre ellos aquello que les despertara curiosidad y en desarrollar nuevos músculos y habilidades para capacitarse mejor como defensores de derechos humanos”, añade Manuela Neu.
¿Qué resultó?
Esta última versión del taller ‘Reimaginando el futuro que queremos’ mostró que los defensores de derechos humanos están inquietos por temas como los riesgos y beneficios de la tecnología, la salud mental y las nuevas y viejas prácticas de ejercer el activismo.
Pero más allá, el taller dio respuestas sobre por qué es importante que los defensores piensen en el futuro, y es que en el campo de los derechos humanos están muy afinadas herramientas para diagnosticar, hacer informes, documentar y hacer publicaciones que hagan análisis rigurosos sobre lo que ya sucedió. Sin embargo, no existe lo mismo para mirar hacia el presente y el futuro, donde son y serán necesarias tecnologías y herramientas más interdisciplinares que ayuden a desarrollar nuevas habilidades para el activismo.