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De Sucre con amor
Por: Mauricio Albarracín | abril 5, 2017
La historia comenzó cuando una persona vio un mural que decía: “LA VENGANZA DE LA COMUNIDAD LGBTI… SE REALIZA HOY DONDE MÁS NOS DUELE… NUESTROS HIJOS. NO ES LA MEJOR MANERA DE BUSCAR LA PAZ”. El mural estaba firmado por la parroquia Cristo Rey y había sido pintado meses atrás cuando se dio el debate sobre las medidas contra la discriminación impulsadas por el Ministerio de Educación. El pasado martes, las organizaciones lgbti denunciaron la situación en una rueda de prensa e, incluso, algunas organizaciones de la región como Caribe Afirmativo dijeron que interpondrían una denuncia penal por estos hechos. Todo parecía indicar que se crearía una batalla campal entre personas que apoyan a la Iglesia y los que apoyan a la comunidad lgbti. Se sentían los ecos de los agrios debates recientes sobre religión y sexualidad. De hecho, las organizaciones y activistas lgbti que denunciaron el hecho empezaron a recibir mensajes amenazantes. En otras palabras, se prendió el debate en Sucre sobre este mural.
Entonces ocurrió lo improbable: una mujer católica que hace parte de un grupo universitario de apoyo psicosocial a las víctimas y que trabaja de cerca con las organizaciones lgbti, buscó un contacto con la Diócesis de Sucre de la cual hace parte. Del otro lado, los activistas que observaron los mensajes de odio que había generado su denuncia, decidieron también pedir una cita con el obispo.
En un cruce de caminos y de buenas intenciones, las organizaciones lgbti y el obispo de Sucre se reunieron el pasado jueves para hablar de esta situación. La organización Sucre Diverso presentó al obispo el estado actual de la aceptación de las personas lgbti en Sincelejo. Según una encuesta realizada por esta organización, el 48% de las personas consultadas considera que ser parte de la comunidad lgbti es algo “normal”, mientras el otro 52% se refirió a las personas lgbti usando adjetivos como “desviado” (22%), “inmoral” (12%), “sucio” (12%), “pecaminoso” (10%), “enfermo” (10%), “degenerado” (6%), “vicioso” (4%) y “demoniaco” (4%). Los activistas manifestaron que el mural que la parroquia había hecho profundizaba el estigma y la discriminación. También expresaron que la mayoría de las personas lgbti en el departamento son católicas y son discriminadas por los párrocos que no les permiten participar de la vida comunitaria ni de los sacramentos de la Iglesia. De hecho, la misma diócesis recordó durante la reunión que un grupo de jóvenes lgbti víctimas en el municipio de Chalán son la mano derecha del párroco en sus labores comunitarias.
Después de presentar la difícil situación de los derechos de las personas lgbti en la región, los activistas invitaron al obispo a lograr un cambio conjunto del imaginario discriminatorio. Al final de este encuentro, la diócesis y las organizaciones lgbti construyeron un comunicado conjunto titulado: “Lo que nos une es el amor de Dios”, en el cual la Iglesia se comprometió a incluir a las personas trans que tienen poca escolaridad en sus programas de formación para terminar sus estudios y a fomentar la no discriminación en su trabajo comunitario y parroquial. Al final del comunicado, el obispo dijo que se debería “ir más allá de la tolerancia y nos recuerda que el mandato de Jesús es el amor”. Los activistas, por su parte, se comprometieron a socializar y a divulgar la ley antidiscriminación entre los miembros de la Iglesia.
Las declaraciones del obispo fueron, incluso, mejores que el comunicado. Dijo a la prensa: “el motivo de la reunión fue un hecho que nos avergüenza por lo cual a nombre de la Iglesia pido perdón a las personas afectadas, pero resultó que la reunión nos abrió caminos no solamente para un comunicado conjunto de reconciliación sino para mucho más, para continuar un diálogo… Una convicción de que en la casa de Dios cabemos todos, de que el Cristo que está al lado mío murió por todos nosotros, no hizo discriminación… entonces de esto va surgir un trabajo conjunto a través de la pastoral social…. Y por supuesto que los mensajes de la iglesia sean más positivos, más incluyentes y más a lo que quiere nuestro señor que no hablemos un lenguaje de guerra sino un lenguaje de paz”.
Además, el mural fue borrado y cambiado por otro que dice: “HERMANOS: TAMBIÉN EN LA DIVERSIDAD SE EXPRESA LA TOLERANCIA, EL AMOR Y LA FRATERNIDAD. “PORQUE EL AMOR DE DIOS ES PARA TODOS SUS HIJOS”.
Lo ocurrido en Sucre fue un ejemplo de reconciliación entre personas que no renunciaron a sus principios. Se sentaron a la mesa con argumentos en mano y guiados por sus sentimientos más genuinos con el propósito de luchar contra la discriminación. Superaron el debate de la penalización de las relaciones sociales a través de diálogo. Desactivaron la polarización y con ello evitaron polémicas artificiales e inútiles que fomentan los fundamentalistas religiosos. Además, se envía el mensaje de que las personas que hacen parte de las iglesias y las personas lgbti podemos tener una conversación auténtica y constructiva sobre asuntos morales.
Desde Sucre recibimos un mensaje de construcción local de reconciliación que nos demuestra que la paz es posible pero nace de lo improbable.