Las mujeres excombatientes se enfrentan a un reto adicional al tener que lidiar con las normas y roles de género, tanto de sus experiencias en tiempos de guerra como en la sociedad a la que pretenden reincorporarse. | EFE
Del desarme a la reintegración inclusiva: lecciones de Colombia y El Salvador
Por: Dejusticia | Septiembre 2, 2023
Este blog global fue escrito por María Gelpi, Imahue Muñoz, Kiara Palacios, Ericka Regalado* y Paola Molano**.
El período posterior a un conflicto o a un régimen autoritario puede ser un momento tenue. Una de las cuestiones clave que hay que abordar durante este periodo es cómo evitar la reaparición de la violencia. Esta cuestión es tan importante como difícil, ya que depende en gran medida del tipo de violencia y de las particularidades de cada contexto. Uno de los pilares de la justicia transicional (TJ), conocido como garantías de no repetición (GNR), «no es una categoría que designe una medida o un conjunto de medidas, sino una función que puede ser desempeñada por una variedad de iniciativas» y se dedica principalmente a la prevención.
Los mecanismos de GNR pueden variar de un país a otro, pero en los casos en que se trata de transiciones tras conflictos armados, las medidas de desarme, desmovilización y reintegración (DDR) desempeñan un papel crucial. Los mecanismos de desarme, desmovilización y reintegración pretenden evitar la reaparición del conflicto promoviendo la reconciliación entre los grupos beligerantes, pidiendo a los excombatientes que depongan las armas y se desmovilicen, y proporcionando recursos para que los excombatientes lleven una vida satisfactoria. Los mecanismos de DDR sirven al propósito de la GNR al contrarrestar factores que de otro modo facilitarían el rearme de los excombatientes, como las circunstancias socioeconómicas, el estigma cultural y la incapacidad de reconciliarse con sus comunidades.
Aunque las medidas de desarme, desmovilización y reintegración son importantes en situaciones de posconflicto, la eficacia de su aplicación es un reto si se tienen en cuenta cuestiones como las limitaciones presupuestarias o la reducción de las oportunidades políticas. Además, los mecanismos de DDR se dirigen a excombatientes diversos que proceden de grupos socialmente marginados. En concreto, incluir y satisfacer las necesidades de las mujeres excombatientes es crucial para el éxito del proceso de DDR con el fin de superar la exclusión basada en el género y, a largo plazo, lograr la transición. A partir de ejemplos de Colombia y El Salvador, esta entrada de blog explora el impacto de las prácticas de DDR como medidas de RNB en las experiencias de las mujeres excombatientes. Concretamente, hacemos hincapié en la necesidad de un proceso de reintegración que incluya una mayor integración de la perspectiva de género.
Los conflictos armados salvadoreño y colombiano
El conflicto que duró doce años entre las Fuerzas Armadas de El Salvador (FAES) y el grupo opositor Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se resolvió mediante un acuerdo negociado en 1992. El acuerdo implicaba el cese de las hostilidades armadas, la reducción del ejército, el establecimiento de una Comisión de la Verdad y la aplicación de reformas institucionales en materia de justicia y organización electoral. Para la guerrilla, la paz significó su desmovilización, la reinserción de sus miembros y la legalización del FMLN como partido político. En El Salvador, a diferencia de otras situaciones de conflicto, los individuos conocidos como tenedores -simpatizantes no combatientes del FMLN y desplazados internos en zonas afectadas por el conflicto- fueron incluidos como beneficiarios de los paquetes de reintegración.
En Colombia, el conflicto armado se remonta a la década de 1960 y en él participan diversos actores: el Estado, las guerrillas de izquierda (como las FARC, el ELN, el EPL, la CRS y el MAQL, entre otras) y los grupos paramilitares (principalmente las AUC). Las causas profundas del conflicto suelen atribuirse a la distribución desigual de la tierra y los recursos, así como a la exclusión política. Sin embargo, a finales de los años ochenta y noventa, las economías ilegales, incluido el narcotráfico, se convirtieron en factores significativos, que se sumaron a las disputas entre los actores y desembocaron en conflictos por el control de estas economías. A lo largo de más de 50 años, el conflicto ha dado lugar a millones de violaciones de los derechos humanos, a pesar de haber logrado algunos acuerdos entre el Estado y los actores armados. Sin embargo, Colombia se enfrenta a la persistencia del conflicto con el ELN y a la aparición de otros grupos armados con intereses en las economías ilegales que contribuyen a la continua violación de los derechos humanos.
Una rápida visión general del DDR como GNR
La desmovilización y el desarme son componentes clave de los procesos de DDR, cuyo objetivo es abordar las causas inmediatas de las violaciones de los derechos humanos. Según el Secretario General de la ONU, al desarmar y desmovilizar a los combatientes, las medidas de RNG pueden contribuir a los objetivos de consolidación de la paz. Estas etapas van seguidas de la reintegración, en la que los excombatientes y los participantes en las hostilidades reciben apoyo y recursos para volver a la vida civil.
Un enfoque común en el proceso de reintegración en todos los países en situación de posconflicto implica un marco de reintegración socioeconómica, teniendo en cuenta que al volver a la vida civil los excombatientes necesitarán mantenerse a sí mismos y a sus familias. Esto podría implicar apoyo económico, educación, formación profesional, creación de puestos de trabajo y acceso a servicios esenciales, como atención sanitaria y apoyo psicológico, que garanticen que los excombatientes puedan encontrar una participación significativa en su comunidad y eviten ser reclutados de nuevo por otros grupos armados.
En la fase de reintegración surgieron las necesidades diferenciales de la población excombatiente, ya que la vuelta a la vida civil trae consigo cuestiones como las normas y los roles de género, la marginación previa y los nuevos estigmas asociados a su participación en la guerra, y cuestiones relacionadas con la identidad, como la pertenencia étnica o el género.
Reintegración para abordar los desequilibrios de poder entre hombres y mujeres
Durante el proceso de reintegración, los excombatientes deben readaptarse a la sociedad civil, lo que implica navegar por las normas y expectativas sociales al tiempo que se enfrentan a sus trayectorias y experiencias pasadas. Las mujeres excombatientes se enfrentan a un reto adicional al tener que lidiar con las normas y roles de género, tanto de sus experiencias en tiempos de guerra como en la sociedad a la que pretenden reincorporarse. Por lo tanto, además de ocuparse de la vulnerabilidad socioeconómica, los procesos de reintegración también pueden abordar los desequilibrios de poder en función del género amplificando las voces de las mujeres y garantizando su participación activa. La reintegración, tal y como se entiende tradicionalmente, implica una vuelta a las condiciones anteriores a la guerra, lo que puede reforzar inadvertidamente los roles de género opresivos y las desigualdades para las mujeres excombatientes. Adoptar un enfoque sensible a las cuestiones de género garantiza que los procesos de reintegración puedan beneficiar a las mujeres al cuestionar los roles de género tradicionales que limitan su capacidad de acción y perpetúan las desigualdades.
Por ejemplo, El Salvador se enfrentó a importantes dificultades en la aplicación del PTT (Programa de Transferencia de Tierras), lo que puso de manifiesto la necesidad de incorporar una perspectiva de género en los mecanismos de reintegración. A pesar de ser un tercio de los beneficiarios del PTT, las mujeres sufrieron una discriminación generalizada, principalmente debido al machismo y a la falta de apoyo de los líderes masculinos. Durante el proceso de reintegración surgieron problemas en la asignación de tierras, ya que las autoridades locales malinterpretaron las directrices y asignaron las tierras en función de los grupos familiares y no de los derechos individuales. Algunos líderes locales incluso asignaron tierras a nombre del marido. Esta mala interpretación, junto con las actitudes patriarcales existentes, tuvo un efecto perjudicial en la participación de las mujeres al marginarlas aún más.
Las combatientes salvadoreñas se enfrentaron a presiones para ajustarse a los roles tradicionales de género, lo que dificultó su participación efectiva en los programas de reintegración. El apoyo práctico necesario para una participación exitosa, como el cuidado de los niños, fue a menudo inadecuado, por lo tanto, muchas mujeres no pudieron involucrarse plenamente en estas oportunidades. Estas experiencias ponen de relieve la importancia de la participación activa de las mujeres en las negociaciones de reintegración y la inclusión de las necesidades y experiencias específicas de las mujeres. En ese sentido, medidas como los programas exclusivos para mujeres, el apoyo al cuidado infantil y las políticas de asignación de tierras han demostrado ser relevantes para promover la participación de las mujeres en los procesos de DDR.
A su vez, el Acuerdo de Paz de Colombia de 2016 incorpora más de 100 disposiciones que abordan cuestiones de género. Como resultado, ha sido reconocido por sus importantes logros, incluido el exitoso proceso de desarme, que fue aclamado como uno de los más exitosos de la historia. Aunque es un paso en la dirección correcta, queda un largo camino por recorrer antes de lograr la plena reintegración de las excombatientes.
Recientemente, en Colombia, la Misión de Verificación de la ONU identificó una brecha de género que dificulta el acceso de las mujeres excombatientes a los beneficios de la reintegración y a las oportunidades de toma de decisiones. Las mujeres se enfrentan a una carga desproporcionada de servicios de atención no remunerados, lo que obstaculiza su reintegración con éxito. Las representantes femeninas han hecho hincapié en la necesidad de abordar esta brecha e incluir las cuestiones de género en el diálogo final de paz con los grupos armados para lograr una paz integral en Colombia. Además, la escasa concienciación de las autoridades locales sobre las disposiciones relacionadas con el género ha obstaculizado la aplicación práctica de las disposiciones de género esbozadas en el Acuerdo de Paz.
Conclusión
Factores como el estigma social y los estereotipos hacen que la reintegración de las excombatientes en un grupo socialmente marginado sea más difícil. Colombia reconoce que sigue siendo necesario intensificar los esfuerzos para proteger los derechos de las mujeres y las excombatientes durante el proceso de reintegración y garantizar la aplicación de las disposiciones del Acuerdo de Paz relacionadas con el género. Al reconocer activamente la experiencia de las mujeres excombatientes, los programas de reintegración que desafían los roles de género convencionales pueden contribuir potencialmente a los esfuerzos que fomentan la paz sostenible y crean sociedades equitativas tras el conflicto.
Abordar los retos relacionados con la reintegración de las mujeres excombatientes y adoptar un enfoque integral es crucial para garantizar la no reaparición de un conflicto. El DDR como medida de RNB, en particular para las mujeres excombatientes, podría ayudar a transformar la exclusión basada en el género y, al mismo tiempo, a superar las circunstancias específicas que facilitan el reclutamiento en primer lugar. Los programas centrados en el desarme, la desmovilización y la reintegración contribuyen a la no reaparición de un conflicto al intentar abordar los retos a los que se enfrentan los excombatientes en su transición de vuelta a la sociedad.
*Estudiantes de LLM- Clínica de Derechos Humanos de la Universidad de Essex
** Coordinadora de la línea Justicia Transicional de Dejusticia