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Egipto: la revolución será trinada

ALGO NUEVO ESTÁ PASANDO EN EGIPto: por primera vez, una revolución de alcance regional es transmitida en vivo por sus protagonistas.

ALGO NUEVO ESTÁ PASANDO EN EGIPto: por primera vez, una revolución de alcance regional es transmitida en vivo por sus protagonistas.

Los inconformes marchan en las calles mientras se comunican entre ellos y con el mundo por mensajes de texto, Facebook, blogs y YouTube. Del otro lado de las pantallas, millones seguimos el drama en tiempo real.

Así comenzó todo, en Túnez. Sidi Bouzid, un vendedor ambulante, se empapa en gasolina y se prende fuego, enloquecido por las pequeñas vejaciones diarias de los policías corruptos de una tiranía. Los tunecinos salen a calle, convocados por mensajes de texto. La policía descarga su dosis usual de violencia. Pero, esta vez, las torturas quedan grabadas en videos aficionados, que comienzan a viajar como virus por Facebook. Al Jazeera los retransmite y toda una región se contagia. El resultado puede ser una transformación política que los súbditos de Oriente Medio no imaginaban hace unas semanas.

¿Son las redes sociales las armas soñadas por los revolucionarios? Si el trabajador huelguista era el rebelde de la era industrial, ¿será que el nuevo héroe antisistema es el “fan” de un grupo de Facebook? En fin, ¿son las tecnologías digitales una fuerza democratizadora contra los autócratas del mundo?

Los escépticos dicen que no. Comandados por Malcolm Gladwell, el cronista de The New Yorker, recuerdan que los franceses no necesitaron ni trinos ni videos para tomarse La Bastilla. En Túnez o Egipto, agregan, la gente se habría sublevado con o sin internet, porque no aguantaban más la corrupción, la represión y la quiebra. Lo importante es por qué las masas se movilizan, no cómo lo hacen.

Tiendo a estar del lado contrario, el de los optimistas de la era digital. Lo que pierden de vista los escépticos es que las dos preguntas —el cómo y el por qué de las protestas— son igualmente importantes. Así como la ira de los franceses de 1789 se fermentó en los periódicos revolucionarios que circulaban de mano en mano, el hastío de los egipcios con Mubarak comenzó a tomar forma concreta en una página de Facebook, que el año pasado ganó más de 400.000 seguidores. Con el título “Todos Somos Khaled Said”, publicó fotos y videos que denunciaban la tortura y el asesinato de Said a manos de la policía, por haber denunciado actos de corrupción.

Si los medios siempre han sido clave para las movilizaciones, ¿qué es lo nuevo de los virtuales? En primer lugar, su rapidez, popularidad y bajo costo mitigan las desventajas de información y coordinación que los débiles siempre han tenido frente a los poderosos, como lo ha mostrado Clay Shirky en su respuesta a Gladwell en Foreign Affairs. Además, su alcance global puede despertar la atención y solidaridad de los ciudadanos de los centros de poder, cuyos gobiernos quedan bajo el reflector, como lo está hoy el de Obama.

La señal más nítida del potencial democratizador de los medios digitales es que los gobiernos autoritarios tienen clara la amenaza. La primera reacción de Mubarak fue desconectar los sistemas de celulares e internet. El gobierno chino tiene en la nómina miles de ciberespías que bloquean páginas e infiltran redes sociales. No sorprende que Chávez tenga en la mira los medios virtuales.

Pero hay contraejemplos que demuestran la vulnerabilidad de las protestas digitales: los ciberactivistas fueron derrotados en Bielorrusia (2006), Irán (2009) y Tailandia (2010). Paradójicamente, los mismos medios que facilitan las protestas, pueden facilitar también la tarea de los represores: nada más sencillo que infiltrar un grupo de revoltosos en Facebook para recoger pruebas contra todos ellos. Y la eficacia de las redes sociales depende aún de que sus contenidos sean difundidos masivamente por medios tradicionales, como la televisión y los periódicos.

Así que es muy temprano para cantar victoria. Pero en Egipto, al menos, todo indica que la revolución sí será trinada.

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