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A Gross Mistake

The democratic victory in the United States could send a very expensive bill to the colombian government.

Por: Nelson Camilo Sánchez LeónNovember 18, 2008

En la política estadounidense existen dos emblemáticos animales: el elefante y el burro. El primero es símbolo del partido republicano, el de Bush y el candidato McCain; y el segundo es la bandera del partido demócrata. La historia del borrico viene desde 1828 cuando los adversarios de Andrew Jackson trataron de señalarlo como un “asno” por sus visos de populismo. Jackson, sin embargo, le salió adelante a sus críticos utilizando al animal en sus carteles de campaña.

Mientras que el planeta entero celebra la victoria del burro, los miembros del gobierno colombiano se deben estar arrepintiendo de los desaires que por meses le han estado haciendo al partido del pariente de Platero. Uribe y su cohorte se la jugaron con toda – y como ningún otro gobierno en el mundo- a apoyar la campaña republicana. Tal vez lo único que les faltó fue poner en la solapa de sus chaquetas el botón McCain-Palin ’08, porque de resto hubo de todo: recibimiento presidencial, paseo por Cartagena, halago por aquí, zalamería por allá… Ahora, cuando el pueblo estadounidense salió en masa a castigar con su voto el camino de desgracia por el que los republicanos han conducido a ese país–y de paso al mundo- durante los últimos ocho años, al gobierno Uribe no le queda otra que intentar reivindicarse con “ese” (“That One”, como le dijera McCain a Obama) y su partido.

En efecto, una vez terminado el matrimonio Bush-Uribe dos temas que obsesionan al gobierno Uribe podrían cambiar: la aprobación del TLC y la continuidad del Plan Colombia. Con el TLC el dulce se le puso a mordiscos al Gobierno. Tanto Obama, como los voceros de su partido en el Congreso, se han empeñado en que el acuerdo pasa, pero si se cumple con determinadas normas de derechos humanos; especialmente aquellas referidas a los derechos de los trabajadores sindicalizados y de los miembros de las comunidades afrocolombianas.

Por eso, a pesar del optimismo del Gobierno colombiano, es poco probable que el partido demócrata afloje en estos temas y le dé el visto bueno al tratado. Los números ayudan a entender la situación. Como lo previó el New York Times, esta es la primera vez en 40 años (desde el gobierno de Lyndon Johnson) que un presidente demócrata no va a tener que ocupar su tiempo defendiéndose de mayorías desafiantes del Partido Republicano en el Congreso. De hecho, Obama será el primer presidente demócrata desde Jimmy Carter, en 1976, que va a contar con una mayoría sustancial de congresistas que apoyen su agenda. Así las cosas, si con una tímida mayoría los demócratas se han logrado oponer a la firma a la brava de cualquier acuerdo –contrario a lo pretendían Uribe y Bush-, ahora que los miembros de este partido tienen la sartén por el mango, es poco probable que el panorama cambie.

Lo que puede preverse es un mayor interés por parte de los Estados Unidos en el cumplimiento de Colombia de sus compromisos en materia de derechos humanos (hasta donde el sistema bipartidista y los intereses geoestratégicos de la potencia lo permitan, tampoco nos digamos mentiras). Y, en este campo, varios asuntos que huelen extraño tendrán un mayor escrutinio desde el Norte: por ejemplo, las denuncias sobre ejecuciones extrajudiciales atribuidas a miembros de la fuerza pública y la burla del gobierno a los derechos de las víctimas del conflicto. La falta de medidas en estos temas, ahora más que antes, puede producir un endurecimiento en la certificación en derechos humanos a Colombia y condicionamientos más severos a la hora de desembolsar más ayuda militar.

Esta experiencia sin duda le va a recordar al presidente Uribe y a los miembros de su gabinete que es mejor ensillar el burro antes de intentar montarlo. Para no repetir la pifia, el gobierno tiene la alternativa de leer la elección de Obama no como una tragedia que le cambia los planes, sino como una oportunidad política para corregir el curso y adoptar un compromiso sincero en materia de derechos humanos entre otros temas que va a mirar con lupa la nueva administración.

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