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Chronicle of an announced reelection

The reelection of the Ombudsman was obvious. But hopefully in his second period he will devote himself to observe the jurisprudence and not his believes.

Por: Diana Esther Guzmán RodríguezNovember 30, 2012

La reelección del Procurador estaba cantada. Pero ojalá su segundo periodo se dedique a hacer cumplir la jurisprudencia y no sus creencias.

Finalmente llegó el día de la elección. Era el martes 27 de noviembre y en Bogotá, curiosamente, no llovía. A las 3 de la tarde, los senadores empezaron a llenar lentamente sus curules. Mientras tanto, los medios se movían y miles de personas esperaban el inicio del acto.

El libreto estaba claro y el pueblo lo conocía de principio a fin. Pero como ocurre con las malas telenovelas, aunque el desenlace era previsible e inevitable, era difícil no pegarse al televisor, al computador o al teléfono, para ver cómo se concretaba el tan anhelado final.

A pesar de las certezas, dos hechos le pusieron picante a la elección. Esa mañana, una de las candidatas renunció a la terna. Después de tres semanas de campaña, ella se convenció de lo que todos sabíamos: la mayoría de los votos del Senado estaban comprometidos y ya no importaba quién era el mejor candidato.

Tres meses antes se había definido ese capítulo. Las bancadas mayoritarias se habían alineado. Nunca fue claro por qué, pues esa parte no la conoció el público, pero quienes hablaron, sostuvieron que Alejandro Ordoñez era el mejor. Lo curioso es que lo estaban afirmando incluso antes de que se conociera a los otros candidatos.

A pesar de eso, en virtud de la esperanza en la democracia y en la meritocracia, llegaron los otros dos candidatos. Pero luego de una campaña, que tuvo que ser relámpago porque el Consejo de Estado y el Gobierno se demoraron en ternar, ya todo se había consumado. No había espacio para mostrar cualidades, ni para intentar persuadir con un modelo de Procuraduría integral. Uno en el que se cumplieran con las 9 funciones que constitucionalmente tiene el Procurador, y no sólo, parcialmente, con la disciplinaria.

Con la renuncia, vino el suspenso. Este sólo se superó cuando, con decisiones judiciales en mano, el Presidente del Congreso llamó a la calma e invitó a votar, porque “formalmente, terna sí había”. Una vez más, se mostró que los otros candidatos no eran relevantes y podía prescindirse de ellos incluso en el capítulo final.

El segundo hecho, que sería inadmisible en un Congreso serio, es que 36 senadores parecían estar impedidos. La mayoría de ellos, porque estaban siendo investigados por el candidato más opcionado. Los otros, porque tenían familiares trabajando para la Procuraduría.

Y aquí vino la parte más aburrida de la novela. Durante horas, los senadores se dedicaron a justificarse. Con algunos casos, casi lloramos, porque los presentaron como procesos absolutamente injustos. Aún así, estaban dispuestos a votar por quien tan injustamente los estaba investigando. A la postre, parece que todos se conmovieron con las historias, o no les pareció relevante que tuvieran interés en la elección, pues los impedimentos no se aceptaron, y todos pudieron votar.

Finalmente, superado el suspenso, después de las 10 de la noche, la votación empezó. Pero otra vez, el público se perdió la movida, pues el voto se hizo secreto y sin el más mínimo debate. Entonces, la decisión llegó, sin sorpresa alguna… Ordoñez, otra vez Procurador. Y entre abrazos y sonrisas, todos pasaron a las fotos.

Esta es la crónica de una reelección anunciada, en la que no había garantías. Y aunque a la hora de la verdad, quienes ternan y eligen no lo reconozcan, los otros candidatos nunca contaron. El nombre del nuevo Procurador estaba cantado. No importó en lo absoluto los puestos que entregó para hacerse reelegir, ni que ello implicara incumplir la Constitución y la Ley.

Sólo esperemos que los próximos cuatro años no sean la crónica de una debacle anunciada, y que finalmente el Procurador se decida a garantizar los derechos fundamentales de todos y todas, y no sólo los que él cree. Y sobre todo, ojalá que no se siga convirtiendo en un político más, pues a este país eso le sobra, y en cambio le faltan funcionarios públicos comprometidos con la Constitución

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