Books and Dollars
Carlos Andrés Baquero September 9, 2015
|
The increasing value of the dollar is an opportunity for us to think about the Colombian editorial industry.
The increasing value of the dollar is an opportunity for us to think about the Colombian editorial industry.
La subida del precio del dólar aumenta el costo de muchos de los elementos que compramos a diario como algunos alimentos o los electrodomésticos. Sin embargo, hay un impacto que ha pasado desapercibido. Teniendo en cuenta que Colombia los libros son costosos, el incremento de un 30% del precio del dólar durante el 2015 hará que menos personas puedan acceder a productos literarios ¿Por qué?
En Colombia, la mayoría de los libros son importados. Las cifras varían entre las librerías pequeñas y medianas. Por ejemplo, Lucía Buitrago, de Babel, estima que el 70% de los libros de su librería son importados. Para Ana María Aragón, de Casa Tomada, la cifra de importaciones alcanza el 90%. En ese sentido, lo más probable es que la fluctuación en la tasa de cambio genere un aumento de los costos para los lectores.
La dependencia de las importaciones tiene un segundo efecto sobre la oferta de los libros. “Acá hay un desbalance temporal pues, mientras los lectores tienen acceso a más información a través de internet y las redes sociales, los libros siguen llegando en barco como hace 25 años” dice Adriana Laganis de Arteletra. Así, el hecho de que los libros sean importados no solo los hace dependientes de la tasa sino también los hace más difíciles de conseguir. Pues, hay que esperar a que crucen el océano para que lleguen a Colombia.
Por eso el escenario actual brinda una oportunidad de oro para pensar la industria del libro en Colombia. Para esto, es posible tomar tres medidas, una en mano de los privados, una en manos del Estado y una que puede ser implementada por los 2 actores. La primera estrategia es continuar los esfuerzos de impresiones nacionales. Como ya lo están haciendo algunas editoriales, como las universitarias, se deben imprimir más libros en el país. Con esto, se disminuye la dependencia de la tasa de cambio y el tiempo de espera de llegada de los libros.
La impresión nacional, a su vez, debe tener más variedad y más temas, como lo considera Elmis Hernández, de El Amanuense. Hasta ahora las impresiones nacionales se han concentrado en los “best seller” haciendo que la oferta esté centralizada en temas como la autoayuda o literatura nacional. Sin embargo, para proteger la librodiversidad, es preciso incluir más temas como arquitectura, diseño o filosofía. “No se debe pensar en librerías de novedades sino en librerías de sello editorial” fue lo que me comentó Aragón.
Para lograrlo, Colombia debería seguir los esfuerzos que ya se han hecho en países como Argentina, México y Venezuela, considera Laganis. Las editoriales de estos lugares han avanzado en tener sellos nacionales que traducen, imprimen y publican libros sobre diferentes áreas del conocimiento.
La segunda acción está en manos del Estado. Para impulsar el acceso a los libros, el Estado debe impulsar a las pequeñas editoriales nacionales. “La oferta que tenemos es nacional pero enfrenta problemas con los costos de impresión”, me dijo Paula Pedraza de El Dinosaurio. Por esa razón, los sellos locales tienen que contar con más apoyo por parte de las instituciones del Estado para poder imprimir más números, conseguir papel y tinta, tener acceso a la maquinaria y reducir los costos en la producción.
El Estado también puede autogestionar la producción de libros y con eso darle acceso a los lectores a una mayor diversidad de títulos. Como lo ha hecho en algunas ocasiones el Ministerio de Cultura –por ejemplo con una biblioteca interesantísima de literatura afrocolombiana- se deben imprimir libros que aumenten la oferta y con esto las posibilidades de lectura que tenemos los colombianos.
Finalmente, los privados y el Estado pueden impulsar la difusión del libro digital. La producción de los libros digitales es menos costosa y no acarrea los inconvenientes del transporte o la importación. Por tanto, como medida paralela al apoyo de los libreros y el libro impreso, en esta coyuntura podemos repensar los beneficios de los textos para plataformas digitales.
Para evitar que los costos de los libros –ya altos- sobrepasen las nubes y mitigar el efecto del aumento del dólar en la canasta literaria sobre estudiantes, académicos y sobre todo ciudadanos lectores, es necesario estudiar cómo se están consiguiendo los libros en Colombia. En esta tarea es fundamental el trabajo conjunto entre libreros, editoriales e instituciones del Estado, que están interesados en fortalecer la oferta de libros y el acceso a ellos.