It is time to end Miss Universe
Carolina Mila Torres January 29, 2017
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It costs a lot, it is unnecessary and, despite the fact that women are adults, it hides acts of violence against them.
It costs a lot, it is unnecessary and, despite the fact that women are adults, it hides acts of violence against them.
The owners of the Miss Universe and all the beauty pageants are brilliant: they found a way to exploit women and become rich without much effort in a format that is not only not frowned upon, but in many countries, like Colombia, happens to be very prestigious, as we can start to see through the broadcast and commentary.
Esta semana que pasó, mientras las 86 jóvenes candidatas del concurso internacional sudaron la gota gorda intentado exhibirse de la mejor manera posible ante las cámaras y jueces, esforzándose por parecer guapas, sensuales, divertidas, simpáticas, seguras de sí mismas, pero también inteligentes ––Confidently beautiful, dice el slogan del Miss Universo–– (qué agotamiento), los dueños del concurso y los canales por los que se transmite se han llenado los bolsillos con la plata de anunciantes de productos de belleza a costa de ellas y, también, de manera indirecta, con los dineros públicos de países pobres como el nuestro, que invierten año tras año miles de millones de pesos en la selección de las candidatas.
Que en 2017 este concurso siga existiendo y siga siendo relevante habla de todo lo que está mal con el mundo. En gran parte, deberíamos agradecerle al presidente en ejercicio de Estados Unidos Donald Trump, quien con su agudísimo ojo de capitalista salvaje después de haber adquirido el Miss Universo en 1996, salvó su rating hacia el 2002, cuando daba muestras de estar muy abajo ––parecía que la gente por fin ya estaba perdiendo interés y el paradigma estaba cambiando–– e hizo todo lo posible por volverlo a ubicar en la agenda mediática, con la venta de los derechos de transmisión en Estados Unidos a CBS. Trump no se iba a dar por vencido: sabía que su producto era bueno. Los concursos de belleza siempre van a funcionar, diría en una entrevista en el 2002, “porque las mujeres son tan bellas”. Además, con el canal adecuado el negocio tenía que ser redondo: “No tienes que gastar mucho dinero en los sets, solo necesitas una cortina bonita y las chicas”.
Y, habría que agregar, también podrían venirte útiles algunas repúblicas bananeras con baja autoestima.
Los países que participan en el Miss Universo deben realizar un certamen nacional donde se elige a la reina que representará al país y además debe pagarse una cuota por el derecho a concursar. Los organizadores solo tienen que vender los derechos de transmisión y hacer una inversión comparativamente baja. El formato del concurso genera ganancias por todos lados.
Colombia ha participado en el Miss Universo durante 57 años. Siempre a la espera de poder “dejar el nombre de Colombia muy en alto”. Lo que sea que eso signifique. Actualmente, el Concurso Nacional de la Belleza cuenta con patrocinadores de la empresa privada, pero la mayoría de sus reinas departamentales son elegidas con recursos públicos, a excepción de la Señorita Bogotá, que actualmente es financiada por CityTv de El Tiempo. Según fuentes cercanas a la alcaldía de Sergio Fajardo, quien en el 2004 como alcalde de Medellín canceló la utilización de dineros de la Alcaldía en el reinado de Antioquia, se calculó entonces que la elección y envío de una candidata paisa al certamen le costaba al departamento unos $1500 millones. Lo cual, por supuesto, resultaba ridículo. Más aún teniendo en cuenta que $1.500 millones era lo que podía costarle un programa de prevención de embarazo adolescente a la gobernación por 4 años.
No hay mucha claridad de cuánto le cuesta al país anualmente realizar un certamen nacional de belleza para enviar una candidata al Miss Universo, y debería haberla. No es difícil imaginar que es mucho dinero. Demasiado, para invertir en un evento que en últimas solo le sirve a los patrocinadores y organizadores, nacionales e internacionales, peces gordos y poderoso, como el conglomerado Trump (aunque este ya no es copropietario). Y que en cambio no le deja nada a las mujeres, además de perpetuar la idea de que deben ser valoradas por su físico.
Es verdad que las mujeres que participan son mayores de edad y están en su derecho de hacer lo que quieran, pero si creciste viendo concursos de belleza ––se calcula que en Colombia por ejemplo, hay más de 3000––, es fácil que pienses que ese es tu lugar. Que ese es tu papel a desempeñar y tu realización personal. Así que es hora de dejarse de tonterías. Y darnos cuenta de la cantidad de plata y violencia que se esconden detrás de este formato mediático de entretenimiento. Nuestras niñas se merecen otro tipo de sueños. Por un mundo con menos misses y con países más responsables con el bienestar de sus mujeres, es hora de que se acabe el MISS UNIVERSO y, de paso, el REINADO NACIONAL.