Skip to content
CesarRodriguez_CambioClimatico_Shell

CesarRodriguez_CambioClimatico_Shell |

Cities like New York and San Francisco have sued large oil companies for their contribution to climate disasters. It’s time for that trend to reach Latin America.

Cities like New York and San Francisco have sued large oil companies for their contribution to climate disasters. It’s time for that trend to reach Latin America.

Some were surprised last week, when the mayor of New York sued the five largest oil companies in the world, demanding that they pay for the significant damages in the city that more and more frequent hurricanes and climatic disasters are leaving behind. In fact, it is the most recent episode of a global trend that should soon reach Latin America.

 

El año pasado, San Francisco y otras ciudades emprendieron un litigio similar sobre los efectos del cambio climático: acudieron a los tribunales para pedir que Exxon, Chevron, BP, Shell y Conoco financien las murallas que deben construir para no terminar bajo el mar por el creciente nivel de las aguas. En Holanda, en 2015, la ONG Urgenda logró que una corte le ordenara al gobierno adoptar una meta más ambiciosa de reducción de emisiones de carbono. Un caso similar avanza en la justicia británica. Y un tribunal sudafricano suspendió la construcción de una planta termoeléctrica porque el gobierno no había evaluado el impacto negativo de la obra sobre las metas contra el cambio climático.

¿Por qué acudir a las cortes, y por qué ahora? Primero, porque avances recientes de la ciencia lo han hecho posible. Gracias a investigadores como Richard Heede, la llamada “ciencia de la atribución” ahora puede calcular con suficiente confianza cuánto ha aportado una empresa o un país al calentamiento del planeta desde el inicio de la era industrial. Las cuentas muestran, por ejemplo, que las cinco compañías demandadas por Nueva York han extraído y vendido combustibles fósiles que dan cuenta del 11 % de las emisiones de carbono y metano. Y que —junto con otras 14 que integran el club de las “grandes del carbono”, entre las que están Pemex, Petrobras y PDVSA— han contribuido desproporcionadamente al problema.

De otro lado, hoy es posible estimar con mayor precisión el impacto de esas emisiones sobre la ocurrencia de huracanes y otros fenómenos extremos. El impacto se mide en probabilidades. Un estudio fascinante muestra cómo las olas de calor extremo se han vuelto más probables y qué parte de la responsabilidad les cabría a los países que han contaminado más.

El otro factor que explica la ola de litigios son los compromisos que los gobiernos asumieron en el Acuerdo de París de 2015. Por ejemplo, para contribuir a la reducción de emisiones mundiales, Colombia prometió reducir a cero la deforestación neta en la Amazonía para 2020.

Si los gobiernos incumplen lo prometido, la vía que les queda a los ciudadanos es acudir a las cortes para exigírselo. Así está pasando en Colombia, donde, como se sabe, la deforestación viene en aumento en la región amazónica. Es tiempo de litigar el cambio climático, como lo explicaré en la siguiente columna.

Powered by swapps
Scroll To Top