Radio Debates
Mauricio García Villegas June 6, 2015
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In Colombia the radio has greatly developed, encouraged perhaps by difficult geography and poor communication among regions. Lacking highways, Colombians have communicated through radiowaves.
In Colombia the radio has greatly developed, encouraged perhaps by difficult geography and poor communication among regions. Lacking highways, Colombians have communicated through radiowaves.
Como a la mayoría de mis paisanos, a mí también me gusta la radio. Durante muchos años oí Caracol por las mañanas. Sin embargo, el exceso de propagandas y la falta de sentido crítico de los periodistas me hicieron abandonar esa emisora. Cuando intenté con RCN, en los tiempos de Juan Gossaín, encontré lo mismo, pero peor. Ahora, cuando tengo tiempo, oigo Hora 20, la Luciérnaga y Mañanas Blu. De esta última quisiera hablar.
El conductor y creador de este programa es Néstor Morales, un periodista talentoso y bien informado que también fue el fundador de Hora 20. En Mañanas Blu, Morales presenta las noticias del día y luego invita a unos panelistas que, desde distintas posiciones políticas, debaten sobre lo ocurrido. En un país tan polarizado y tan poco dado a la tolerancia ideológica, la propuesta de Morales me parece interesante y conveniente.
Sin embargo, de un tiempo para acá mi fidelidad con Mañanas Blu se ha ido, literalmente, apagando. No solo lo digo por el reciente aumento de la publicidad (de la mala publicidad), sino por el deterioro del debate. De los seis panelistas que hay, dos, Nicolás Uribe y Juan Lozano, defienden (el segundo con más buenas maneras que el primero) ideas propias de un conservadurismo doctrinario, no solo en materias económicas y políticas sino también morales. Juan Guillermo Vélez, el tercer panelista, si bien es menos radical que los anteriores, con frecuencia acompaña sus posiciones.
Del lado opuesto está Aurelio Suárez, quien representa a un sector de la izquierda (el Moir), que con mucha frecuencia cae en posturas doctrinarias y conservadoras (a su manera) similares a las de sus opositores. Los dos panelistas restantes, Sandra Borda y Andrés Mejía, al margen de toda afiliación partidista, tratan de no caer en la polarización de sus colegas y no siempre lo logran. Así las cosas el debate se ha ido crispando y sesgando a favor de los argumentos de derecha, de las afiliaciones políticas partidistas y del dogmatismo ideológico. Quizás eso explique la fatiga y posterior renuncia de varios panelistas que en el pasado intentaron defender, en este programa, el punto de vista intermedio y equilibrado.
Varias veces en esta columna he dicho que, a mi juicio, la modernización del país depende, en buena medida, de que seamos capaces de acabar con dos males ideológicos que han marcado la historia política y la violencia en este país. Ellos son la tolerancia con la injusticia social y el dogmatismo moral e intelectual. Es una lástima que no solo haya pocos panelistas que se opongan a estos dos males, sino que una buena parte de ellos simpatice con ambos.
Digo todo esto desde mi perspectiva de oyente desinteresado y lamentando que la buena idea inicial de este programa radial se esté malogrando. Quizás la presión del rating y la dudosa idea de que, como lo dice el eslogan de la emisora, “la verdad es de todos” (eso equivale a decir que nadie tiene la verdad y que todos los argumentos valen lo mismo) han llevado a privilegiar las opiniones más radicales e intransigentes, que son las más llamativas para el oyente ordinario. El resultado de esto es, como dice Yolanda Ruiz en una muy buena columna publicada aquí, que se pelea mucho y se debate poco.