The list of our sorrows
Mauricio García Villegas July 22, 2011
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I DON’T MEAN TO spoil the party of the 20th of july, but I think a celebration like this should not only be a reason to exalt our glories (rather rare, in fact), but also an occasion to reflect on our mistakes as a society or what we have not been able to achieve in these two centuries of republican life.
I DON’T MEAN TO spoil the party of the 20th of july, but I think a celebration like this should not only be a reason to exalt our glories (rather rare, in fact), but also an occasion to reflect on our mistakes as a society or what we have not been able to achieve in these two centuries of republican life.
NO ES POR AGUAR LA FIESTA DEL 20 de julio, pero creo que una celebración como ésta no sólo debe ser un motivo para exaltar nuestras glorias (más bien escasas, por cierto), sino también una ocasión para reflexionar sobre nuestros yerros como sociedad o sobre lo que no hemos podido alcanzar en estos dos siglos de vida republicana.
Aquí va entonces lo que, a mi juicio, son los diez grandes lunares de nuestra realidad nacional. Como todas las listas, esta también tiene algo de subjetivo, pero creo que sirve para discutir. Traté de ordenarla según la gravedad de los temas y no pude; todos son demasiado graves; pero también eso se puede discutir. Una advertencia final: con esta lista no pretendo decir que sólo tenemos problemas. Por supuesto que no. También es posible hacer una lista de nuestros logros. Pero eso lo dejo para otra ocasión.
Aquí va pues la lista.
1) Colombia es el país más desigual de Suramérica y el cuarto más desigual del mundo. Es difícil hacer realidad los ideales democráticos y participativos que consagra nuestra Constitución en una sociedad con semejante brecha entre ricos y pobres. 2) La concentración de la tierra en Colombia siempre ha sido una vergüenza nacional; pero en los últimos años se ha agravado con la presencia del narcotráfico. La reforma agraria es una deuda histórica que algún día tendremos que pagar. 3) Aquí cada clase social tiene su sistema de educación: los ricos estudian con los ricos y reciben una buena educación, mientras que los pobres estudian con los pobres y reciben una educación mediocre. Así es muy difícil construir ciudadanía. 4) La infraestructura vial que tenemos es propia de un país mucho más subdesarrollado que el nuestro. Ninguna economía puede avanzar en esas condiciones. 5) Este es un país concebido desde las montañas de los Andes. Las élites nacionales siempre han delegado el control de la periferia en poderes locales, muchas veces clientelistas y corruptos. Por eso la mitad del territorio colombiano está desinstitucionalizada.
6) Aquí siempre hemos tenido más políticos que representación política y a pesar de las reformas adoptadas en los últimos años, el problema no se arregla, en parte también por la presencia del narcotráfico y de la corrupción. 7) La extrema izquierda y la extrema derecha tienen demasiada influencia en la vida pública nacional. Mientras los partidos democráticos de derecha y de izquierda no se desmarquen de sus respectivas versiones extremas, el sistema político seguirá estando contaminado por la desmesura y la ilegalidad. 8) Colombia es el país más afectado por la guerra contra el narcotráfico; una guerra ajena, originada en los Estados Unidos y sobre la cual hoy casi todo el mundo pensante considera que es un fracaso rotundo. No obstante, el país no hace nada por sacudirse de ese fardo (Por lo menos podría hablar más con México).
9) El diez por ciento de la población colombiana ha sido desplazada por la violencia. ¿Qué más se puede decir? Y 10) En Colombia se ha extendido demasiado un cultura que justifica las vías ilegales y violentas para conseguir propósitos personales o institucionales. El narcotráfico y la corrupción son la mejor expresión de esa cultura (aunque estos problemas no son sólo culturales).
Ahora que hago esta lista pienso que en la celebración del 20 de julio hay un exceso de símbolos religiosos (el Te Deum) y militares (el helicóptero de la victoria) que tal vez tienen la función de ayudarnos a olvidar, por un día, la lista de los pesares que acabo de mencionar.