The Modern Tyrant’s Manual
César Rodríguez Garavito January 22, 2016
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Tyranny is not what it used to be.
Tyranny is not what it used to be.
En otro mundo más predecible, los movimientos de oposición y las organizaciones de derechos humanos solían ser perseguidos por las dictaduras, desde el Cono Sur hasta Europa Oriental. Un cuarto de siglo después de la ola de democratización de los 90, la paradoja es que las medidas tiránicas contra los críticos proliferan en las autocracias y en las democracias por igual. Tanto gobernantes impuestos como elegidos promueven leyes y políticas de persecución tan similares, que parecen seguir algún manual para librar una “guerra global contra las ONG”, como la llamó el Washington Post.
Si existiera, el manual tendría tres instrucciones precisas para el tirano moderno. Primero: lance una campaña de desprestigio contra las ONG. Tienda una cortina de humo sobre sus violaciones de derechos humanos llamando “enemigos del desarrollo” a quienes las documenten (como lo hace el derechista Narendra Modi en India) o “títeres del imperio” (como lo han hecho los gobiernos de la Revolución Bolivariana en Venezuela). El estudio de caso ejemplar para la cartilla sería Viktor Orban, el primer ministro húngaro, al que hay que abonarle su sinceridad al decir que la persecución contra los críticos es parte de su intento por crear una “democracia iliberal” en su país.
Segundo: expida leyes o medidas que hagan imposible crear o mantener una organización de la sociedad civil. Siga el mal ejemplo de Putin en Rusia, que el año pasado promovió una “ley de organizaciones indeseables” para allanarlas y expulsar a sus financiadores. Repase la obra del gobierno Harper en Canadá, que les cortó fondos a las ONG y los centros de investigación que objetaban sus políticas ambientales. Copie alguna de las normas que le dan poderes al Gobierno para cerrar esas organizaciones por motivos gaseosos de seguridad nacional (como en Ecuador), o por ir “contra la dignidad del pueblo” como en Uganda, donde el Gobierno ha puesto en cintura las ONG que se oponen a la persecución contra la población LGBTI.
Tercero: no olvide los viejos métodos de la coerción física. Mire lo que acaba de hacer el presidente Erdogan en Turquía, al judicializar a los 1.128 académicos que firmaron una carta crítica de su guerra contra los kurdos y podrían terminar en la cárcel. Revise la estrategia del Gobierno chino contra los abogados de derechos humanos, 200 de los cuales detuvo e interrogó el año pasado como parte de la ola de hostigamiento más dura contra la profesión de la que se tenga memoria.
En otras épocas, había también una estrategia para contrarrestar la persecución contra la sociedad civil: denunciar y avergonzar a los tiranos, y confiar en la presión que hicieran gobiernos democráticos. Pero hoy muchos de los represores son elegidos, y el avergonzamiento no funciona como antaño. Habrá que inventar otro manual contra el tirano moderno.