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To read this post in English click here.By now you have likely heard of the Panama Papers. Leaked to the German newspaper Süddeutsche Zeitung by an anonymous source, the Papers include over 11.5 million records from the files of Mossack Fonseca, a Panamanian law firm that helped politicians, drug dealers, athletes, businessmen, and other rich clients hide wealth and evade taxes through offshore shell companies, investment funds, and tax havens.

To read this post in English click here.By now you have likely heard of the Panama Papers. Leaked to the German newspaper Süddeutsche Zeitung by an anonymous source, the Papers include over 11.5 million records from the files of Mossack Fonseca, a Panamanian law firm that helped politicians, drug dealers, athletes, businessmen, and other rich clients hide wealth and evade taxes through offshore shell companies, investment funds, and tax havens.

Entre los clientes de Mossack Fonseca implicados en el escándalo se encuentran más de 140 políticos de más de 50 países, incluyendo los actuales presidentes de Argentina y Ucrania, ex ministros y políticos de países como Brasil, Francia, Camboya y Colombia. Entre los implicados también se encuentran amigos y familiares de actuales y antiguos jefes de estado, tales como Vladimir Putin y su familia (su amigo – un violonchelista – movilizó $2 millones a través de cuentas en el extranjero), David Cameron, Bashar al – Assad, Hosni Mubarak y Xi Jinping.

Desde la divulgación de los “Papeles de Panamá” la semana pasada, las reacciones han variado desde shock – por ejemplo, por la cantidad de riqueza que los políticos han logrado acumular – hasta un sentido de que la filtración simplemente reveló lo que todos ya sabíamos de la corrupción, los paraísos fiscales y la política. En muchos de los países afectados por el escándalo los ciudadanos y activistas se han manifestado. Las protestas en Islandia por las actividades financieras extraterritoriales del primer ministro David Sigmundur Gunnlaugsson lo llevaron a tomar un permiso de ausencia sólo dos días después del estallido mediático. 

Continuar con el activismo que surgió de los “Papeles de Panamá” es de suma importancia. Los papeles proporcionan información sobre las transacciones financieras de las personas en el poder, como en Islandia, para activistas con una variedad de agendas. Pero, además, dan cuenta del funcionamiento de las estructuras offshore a nivel global. El trabajo de activismo a este nivel es notoriamente difícil. Al igual que el activismo para los temas que cruzan fronteras políticas, jurisdicciones legales y regímenes económicos – como la inversión extranjera – la incidencia efectiva en cuestiones offshore requiere de una compleja mezcla de experiencia financiera y legal a través de múltiples jurisdicciones, antecedentes políticos en países específicos y, muy importante, una gran cantidad de recursos. Para empezar a entender y construir campañas de activismo en torno a los “Papeles de Panamá” son necesarios conocimientos en torno a temas tan diversos como las finanzas corporativas de Ucrania, las sanciones internacionales contra el régimen sirio, las relaciones entre la clase política argentina y el derecho de propiedad en las Islas Vírgenes Británicas. Por no mencionar la necesidad de hablar islandés fluido.


Los activistas harían bien en tomar nota del modelo de periodismo que se usó con los “Papeles de Panamá”. Aunque la filtración inicial fue para el Süddeutsche Zeitung, el periódico compartió los registros con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ por su sigla en inglés), que se concentra en asuntos transfronterizos. El ICIJ reunió a un equipo de más de un centenar de socios de los medios de todo el mundo. Este equipo estudió los papeles un año antes de su liberación y se concentró tanto en el análisis estructural como en las historias que protagonizan importantes figuras políticas y en los problemas que podrían ser de interés para las audiencias específicas de cada país.

En una entrevista con la Radio Nacional Pública de los Estados Unidos, Gerard Ryle del ICIJ y Luke Harding, miembro del equipo de reporteros, describen cómo este esfuerzo se logró a partir de un modelo internacional de colaboración explícita. Señalan lo difícil que fue para el ICIJ aliarse con grandes medios de comunicación estadounidenses como The New York Times para esta tarea de periodismo colaborativo, sobre todo considerando que estos grandes medios podrían hacer solos el trabajo. El ICIJ promovió el modelo colaborativo afirmando que “Lo que queríamos de los [grandes medios de EE.UU.], era que se unieran a la investigación con nosotros y con nuestros colegas de todo el mundo, y seguir el viaje juntos.” [Traducción libre] El resultado del ICIJ sobre los papeles demuestra las ventajas de este modelo de colaboración para compartir las habilidades y recursos escasos, así como para asegurar que la noticia tendría un impacto en todo el mundo.

Hay, por supuesto, diferencias importantes entre periodismo y activismo. La más importante es que los activistas deben trabajar por cambiar los regímenes que quedaron en evidencia con los “Papeles de Panamá” y no sólo sacar el escándalo a la luz. Cambiar los regímenes que permiten las estructuras offshore implica no sólo el enjuiciamiento y rendición de cuentas de aquellos involucrados en actividades ilegales y corruptas. También implica impulsar reformas legales para combatir la evasión de impuestos, ya que, como lo señala la socióloga Brooke Harrington, muchas de las estrategias utilizadas en los “Papeles de Panamá” son perfectamente legales

A pesar de estas diferencias, sin embargo, los activistas tienen mucho que aprender de este modelo colaborativo del periodismo. Esto es particularmente cierto para el trabajo en torno a temas transfronterizos en los que es crucial la combinación de habilidades y recursos limitados, y la garantía de un impacto global. ¿Cómo podría ser un modelo colaborativo de activismo para temas offshore? Hay algunos ejemplos de activismo creativo de colaboración con la inversión extranjera, como la Articulación Internacional de los Afectados por Vale, una plataforma para las personas y organizaciones afectadas por una sola compañía. Sin embargo, la gran cantidad de actores, países y áreas de conocimiento implicados en los “Papeles de Panamá” eclipsa lo que se podría necesitar para el activismo en torno a un solo asunto. Para las colaboraciones más grandes, sin embargo, la disposición de las organizaciones para trabajar juntas resulta muy importante. Como Gerard Ryle describe para el periodismo, los grupos de activistas a menudo protegen de cerca sus misiones, contactos, recursos y campañas. También hay grupos, como The Times, que consideran que podrían hacer la tarea solos. ¿Cómo podría superarse esta tendencia? ¿Qué herramientas ya tienen los activistas a su disposición para hacerlo?

Parte del valor de los modelos colaborativos se encuentra precisamente en la forma en que son capaces de imitar la escala del modelo de poder que enfrentan. La naturaleza de las estructuras offshore es que se aprovecha de fronteras, jurisdicciones y regímenes a voluntad, a veces acogiéndolos y otras ignorándolos, para ocultar las riquezas. El trabajo de activismo en contra de estas estructuras podría impugnar de manera más eficaz este modelo de poder a través de la colaboración internacional que cruza las fronteras de manera similar a su favor. A medida que surgen oportunidades de activismo del escándalo de los “Papeles de Panamá”, los activistas harían bien en tomar en cuenta las lecciones y estrategias del modelo de periodismo colaborativo que trajo estos papeles a la luz.

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