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A peace accord that does not count with a broad social and political backing will be hard to implement in the practice, even if it finds judicially appropriate ways. 

A peace accord that does not count with a broad social and political backing will be hard to implement in the practice, even if it finds judicially appropriate ways. 

Es entonces importante seguir buscando un pacto por la paz muy amplio, que permita superar, o al menos reducir, la polarización que existe sobre el acuerdo de La Habana y que el plebiscito puso en evidencia.

Este pacto por la paz no es fácil pues las modificaciones al acuerdo deben ser sustanciales, para ser capaces de enfrentar las principales objeciones y preocupaciones de quienes votaron No. Pero igualmente deben ser específicas para preservar la estructura y la esencia del acuerdo de La Habana, que fue logrado después de largos años de difíciles conversaciones y recibió el apoyo de casi la mitad de los votantes.

No será fácil lograr un ajuste al acuerdo que reúna ese doble carácter, pero no es imposible. Un examen reposado de las propuestas de los principales voceros del No muestra que muchas de ellas (no todas) son aceptables para la mesa de La Habana. Es posible entonces que no sean primariamente las diferencias sustantivas las que estén haciendo tan difícil lograr un nuevo acuerdo, que cuente con el máximo respaldo político y social, incluido ojalá el del Centro Democrático. Existen otras razones. Y entre ellas una esencial es la desconfianza.

Los tres principales actores en estas complejas negociaciones a tres bandas (las Farc, el gobierno y los promotores del No) parecen estar atrapados, por sus desconfianzas, en una dinámica negativa. Cada uno parece pensar que los otros dos van a hacer trampa y que no será posible lograr un acuerdo satisfactorio para todos.

Esas desconfianzas no son gratuitas y muchas pueden tener sustento pero están minando la búsqueda de los consensos necesarios en esta coyuntura crítica. Es más, es incluso probable que, como en el mecanismo de la profecía que se autocumple descrito por el sociólogo Merton, la creencia de los tres actores en que ese pacto amplio por la paz es imposible, porque los otros van a trampear, es precisamente lo que está obstaculizando lograr ese pacto, por cuanto esa creencia los lleva a asumir actitudes que incrementan aún más las desconfianzas.

Por ello comparto la tesis del colega César Rodríguez en su última columna sobre la urgencia de encontrar fórmulas que mitiguen esa desconfianza. Y comparto sus sugerencias de i) buscar una institución mediadora que dé confianza a todos, ii) comprometerse públicamente con una metodología trasparente y ágil de discusión, y iii) recoger fórmulas intermedias de organizaciones o universidades que tuvieron posiciones diversas en el plebiscito.

Es claro que ningún vocero del No tiene un derecho de veto sobre el posible acuerdo ajustado y que el presidente Santos lidera el proceso y conserva todas sus facultades para lograr ese nuevo acuerdo. Pero todos deberían esforzarse genuinamente en superar las desconfianzas, para concretar un pacto amplio por la paz que permita una paz estable y duradera. Y la presión de la movilización social es fundamental para que eso ocurra.

Of interest: Plebiscito

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