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If we want to overcome the post-truth era and escape the the polarization that threatens us, Colombia needs a solid but informed public debate; a debate with vigor but without lies, falsehoods or unjust attacks like the one I was subjected to last week by the ex Inspector General Alejandro Ordóñez.

If we want to overcome the post-truth era and escape the the polarization that threatens us, Colombia needs a solid but informed public debate; a debate with vigor but without lies, falsehoods or unjust attacks like the one I was subjected to last week by the ex Inspector General Alejandro Ordóñez.

According to Amartya Sen, democracy is the government through discussion, which adopts and updates a deep conception already formulated in the nineteenth century by Stuart Mill: that democracy is not reduced to the rule of the majority. In addition, it is necessary that its decisions are the result of a lively public discussion.

 

Esta defensa de una democracia deliberativa y no puramente mayoritaria se fundamenta en que la discusión pública tiene grandes virtudes: corrige errores pues somete los argumentos empíricos y teóricos a la controversia, con lo cual promueve decisiones colectivas más racionales; reduce los riesgos de autoritarismo pues obliga a los gobernantes a sustentar sus decisiones en razones; incluso puede limitar la polarización social y política pues un diálogo fecundo puede generar terrenos comunes de entendimiento entre partes enfrentadas.

Para que esos propósitos sean alcanzados es necesario que la deliberación respete unas reglas éticas, a fin de que no sea una improductiva guerra verbal sino un intercambio creativo de información y argumentos, que permita acuerdos, o al menos acercamientos, entre visiones distintas. El mínimo ético es que nadie mienta y, su corolario, que nadie acuse de mentiroso a quien no ha mentido.

Recuerdo este mínimo ético porque la semana pasada fui objeto de un injusto ataque por el exprocurador Alejandro Ordóñez y sus seguidores, quienes en las redes sociales me acusaron de mentiroso. La razón: en el marco del escándalo sobre la posible corrupción de tres exmagistrados de la Corte Suprema, recordé que siendo procurador, Ordóñez nombró a la esposa de uno de ellos (Bustos) en un alto cargo de libre nombramiento (procuradora judicial II) y luego buscó ser ternado por la Corte Suprema, mientras Bustos aún la integraba. Todo eso es rigurosamente cierto y está probado en el proceso que condujo al Consejo de Estado a anular la reelección de Ordóñez por ese tipo de manejos. Pero Ordóñez negó ese hecho y me acusó de haber mentido. Sin embargo todas sus objeciones fueron desmentidas en el debate público, por medio de pruebas documentales de ese nombramiento. Por ello los medios de información más rigurosos, que contrastan con seriedad sus fuentes, me dieron la razón y concluyeron que mi afirmación era cierta, lo cual significa que era falsa la afirmación de Ordóñez de que yo había mentido.

Si queremos superar la postverdad y salir de la polarización que nos amenaza, Colombia necesita un debate público sólido pero informado. Esforcémonos por tener discusiones verdaderas, esto es, en donde discutamos de verdad y con la verdad. Esto supone debatir con vigor pero sin mentiras, falsedades o ataques injustos a la honra de los contradictores. Son normas mínimas de ciudadanía democrática. Yo siempre he tratado de seguirlas y por eso he estado y estoy dispuesto a reconocer los errores que haya podido cometer. Me siento entonces con el derecho de exigir a mis contradictores que las respeten y por ello invito al exprocurador Ordóñez a que reconozca la injusticia de su afirmación en mi contra.

Of interest: Alejandro Ordoñez

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