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Let “Mariamulata” alone

Cartagena makes news again. This time it’s not the trivial beauty pageant that draws our attention but, instead, Judith Pinedo’s (Mariamulata) administration in the City Hall.

CARTAGENA VUELVE A SER NOTICIA. No tanto por el regreso del frívolo reinado, sino por la discusión seria sobre la gestión de Judith Pinedo (Mariamulata) en la Alcaldía.

Todo comenzó con la reciente encuesta “Cartagena, cómo vamos”, que mostró un bajón (28%) en popularidad de la alcaldesa. Luego vinieron las noticias sobre los nuevos intentos de los políticos clientelistas por tumbarla. Y siguió una columna de Enrique Santos en El Tiempo –“¡A volar, ‘Mariamulata’!”— que le da un espaldarazo, pero le pide más resultados.

Lo que nadie ha hecho es repasar los datos sobre esos resultados. O darle por lo menos una mirada a la evidencia anecdótica sobre el asunto (que está, por ejemplo, en la página de la Alcaldía en Facebook, Mariamulata Alcaldesa).

La conclusión que saca cualquier observador imparcial es que Mariamulata hace rato emprendió el vuelo. Y que, por eso, la quieren bajar de un caucherazo. Todo lo cual nos suena familiar a los cachacos que presenciamos una revolución similar en Bogotá. ¿Recuerdan cómo los políticos, los transportadores y los grupos de interés les hicieron la guerra a Mockus y a Peñalosa? ¿Y cómo esa guerra les costó bajonazos en las encuestas?

Comencemos por donde arrancó la alcaldesa: por limpiar la casa de la corrupción que la tenía en ruinas. La lista de chanchullos era interminable. Por primera vez se hacen licitaciones transparentes para obras públicas. Por fin existe un sistema transparente para adjudicar pauta publicitaria oficial en los medios de comunicación, que deberían copiar otros alcaldes y el Gobierno Nacional. El resultado es contundente: en la administración de Pinedo la ciudad pasó del puesto 510 al 52 en la clasificación de probidad fiscal de los municipios del país. Entre las ciudades capitales, saltó del puesto 17 al 5.

Con la plata que ahora no se roban se ha avanzado en el tema principal de la Alcaldía: la política social. Pocos saben que Cartagena se le adelantó a Bogotá y el resto del país en asegurar la educación gratuita para todos los estudiantes de colegios públicos. Que 18.500 cartageneros han salido del analfabetismo desde el año pasado, o que la meta es celebrar el Bicentenario de la Independencia de la ciudad, en 2011, con el anuncio oficial de que la ciudad es “territorio libre del analfabetismo”.

Algo parecido viene gestándose en materia de salud. Para la muestra un botón: Cartagena es la primera ciudad del país y la segunda en Latinoamérica en ofrecer control ginecológico gratuito a todas las mujeres embarazadas.

Pero el cambio que se respira en Cartagena va más allá de las cifras. Es una transformación de la cultura y del modelo de ciudad, como el que vivió Bogotá con los tres tenores. Se trata de armar una urbe que integre el Primer Mundo del centro histórico con el Tercer Mundo que anida a escasos kilómetros, en el Olaya o San Pacho. Gracias a él, pudimos presenciar el espectáculo gratuito y sin precedentes del lanzamiento del Festival de Tambores de Palenque, en el encopetado Teatro Heredia, que antes era controlado por la aristocracia cartagenera y hoy, rebautizado, está abierto a todos.

Por eso también la Alcaldía se ha opuesto a la privatización de las playas (que ahora el presidente Uribe quiere dar en concesión). Y está lanzando lo que ninguna otra ciudad ha logrado: un presupuesto participativo, que este año va a invertir $9 mil millones en obras escogidas por la gente en los barrios.

Puede ser que a Mariamulata le haya faltado una mejor estrategia de comunicaciones. En esto puede aprender de esa otra ave, la gallina, que cacarea cada vez que pone un huevo. Pero que vuela, vuela.

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