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Osamah, the Yemeni activist who has not seen reconciliation

El Colombiano, a newspaper in Medellín, interviewed Osama Al Fakih, a human rights defender from Yemen, who was part of our 5th Global Workshop. The event, held in August in Cali and Bogotá, brought 15 activists from around the world who debated the need to reopen civil society spaces to defend human rights.

Por: DejusticiaAugust 30, 2017

By: Mariana Escobar Roldán

Osamah Al Fakih does not remember witnessing peace in Yemen. Sometimes his country has been less volatile, but at least in the last 30 years, it has never been free of tensions.

First, when he was just a child, the Cold War and internal conflicts divided that nation into two: the Arab Republic of Yemen and the Democratic People’s Republic of South Yemen.

An agreement in 1990 achieved unity, with Abu Bakr el-Attas, leader of the South, taking the reins of that new republic. That was until a civil war in 1994 put Ali Abdullah Saleh (head of the north) in command.

 

Mientras Al Fakih se hacía un joven líder de derechos humanos, nuevos y más agudos enfrentamientos continuaron entre ambos bandos, con el agravante de que después del 11 de septiembre de 2001, el Gobierno decidió aliarse con Estados Unidos para enfrentar a al Qaeda, acción que le costó represalias, pues Yemen se convirtió en la sede del grupo terrorista en la península arábiga.

Desde entonces, un vaivén de ataques e intervenciones del ejército norteamericano se desencadenaron. Eso, y el desplazamiento de los del sur en el Gobierno central, abrieron la puerta a protestas en 2011, que a su vez condujeron a cientos de muertes de manifestantes y a la dimisión de Saleh.

El 21 de septiembre de 2014, los rebeldes conquistaron la capital, Saná, derrocaron al Gobierno y se tomaron al Parlamento. Al año siguiente, en marzo, la Liga Árabe y Washington enviaron tropas para contrarrestar esas acciones.

Al Fakih, que ya era un consolidado abogado que llevaba registro de las violaciones en su país para Human Rights Watch y Amnistía Internacional, recuerda con claridad esa madrugada del 26 de marzo de 2015: “escuché estallidos, aviones sobrevolando y no sabía qué estaba ocurriendo. Encendí el televisor y vi el anuncio de la campaña militar desde Washington”.

Los ataques no han cesado. El año pasado se encontraba en su apartamento, cuando la coalición internacional atacó una base militar ubicada en su barrio, en Saná. “Primero sentí el retumbar del edificio, y pude anticipar que habría una gran explosión, así que corrí a esconderme en un rincón, y desde allí vi cómo las ventanas se hacían pedazos. La fuerza de ese ataque fue tal, que los vidrios cayeron por todas partes”, cuenta.

La salud en la contienda

Desde marzo de 2015, el enfrentamiento ha causado unas 8.400 muertes y ha dejado heridas a 48.000 personas, la mayoría civiles. Pero no es solo la violencia lo que tiene en vilo a los yemeníes. “También es la carencia en la prestación de servicios, el gran daño a la infraestructura educativa, incluidas universidades, y el colapso del sistema de salud”, detalla el líder, hoy representante de la ONG Mwatana.

Muestra de ello es la precaria atención para una epidemia que en apenas cuatro meses ha terminado con la vida de 2.016 personas en 22 gobernaciones y ha dejado infectadas a 554.197 más.

Aunque Al Fakih no se ha infectado, relata que la madre de uno de sus compañeros de trabajo contrajo la bacteria y la expansión de la epidemia asusta a muchos, que además de los bombardeos deben cuidarse de la enfermedad.

Nyka Alexander, portavoz del área de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), confirma que al ser el cólera una enfermedad que depende de la calidad del agua (ver paréntesis), la solución es de infraestructura: agua potable y sanitarios.

No obstante, continúa, desde 2015 en Yemen han sido atacados hospitales y fuentes potabilizadoras del líquido, y la importación de alimentos y medicamentos se detuvo, a lo que se suma que muchas personas temen salir a la calle para buscar atención médica, facilitando así que la enfermedad avance.

El conflicto desencadenó una ola de desplazamientos (2,4 millones) que obligó a muchos a dejar sus hogares y a trasladarse a lugares donde no hay servicios básicos ni hospitales, y si bien existan dos vacunas contra el cólera, las reservas son insuficientes e impidieron frenar la epidemia con antelación.

Apuntes de paz colombiana

Al Fakih no ve cercana una solución al escenario de conflicto y carencias en la salubridad. Hace apenas una semana, cuando intentaba viajar a Colombia para una la quinta versión del Taller Global de la organización Dejusticia (que trajo a 15 activistas del mundo), tuvo serias dificultades. El aeropuerto de Saná fue cerrado por decisión de la coalición internacional y los vuelos en las ciudades más cercanas estaban sobrecargados.

“Tuve que cambiar mi camino e irme a Omán por tierra. Tarde cuatro días más en llegara Colombia. Fue difícil pasar los chequeos, porque mi vida corría peligro si se enteraban que soy un defensor de derechos y que viajaba a Sudamérica a contar lo que pasa en Yemen”, dice.

En Cali y Bogotá, donde ha podido estar, ve con sorpresa el cambio del país que hasta hace poco tuvo enfrentados al Ejército y a grupos armados con la guerrilla más antigua de América Latina. A Yemen lleva apuntes de la experiencia, pero la paz todavía parece lejana en su patria: “no tenemos instituciones estatales que defiendan a los ciudadanos. Tenemos dos bancos nacionales, ninguno con dinero, y dos gobiernos que se disputan el poder y que aún no logran acuerdos”.

http://www.elcolombiano.com/internacional/osamah-el-activista-yemeni-que-no-ha-visto-la-reconciliacion-CJ7193242

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