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Pending debt to women

A tribute in their International Day would be going against the impunity of sexual violence in armed conflict.

Mañana 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer. Esta celebración surgió con el propósito de reivindicar el voto y los derechos laborales de la mujer, pero con el tiempo ha adquirido un sentido más amplio: es una fecha importante para resaltar sus derechos, sus luchas y sus avances, pero también para reconocer que las mujeres siguen siendo víctimas de múltiples formas de discriminación y violencia.

En esta materia Colombia tiene una situación ambigua: en los últimos años ha habido avances significativos en la equidad de género, pero persisten situaciones intolerables. En general, los avances se ligan con el mejoramiento del marco normativo: nuestro país cuenta ahora, en gran medida gracias a las luchas femeninas, con importantes disposiciones constitucionales y legales que deberían permitir una protección integral de derechos, como la ratificación de la Convención Interamericana para erradicar la violencia contra las mujeres, conocido como Convención de Belem do Pará. Pero subsiste una gran brecha entre lo establecido en el marco jurídico y la realidad.

Las mujeres colombianas siguen sufriendo diversas formas de violencia: el 30% de las casadas o en unión libre han sufrido alguna forma de agresión por parte de su pareja, según un estudio de Viviana Milosavljevic (Estadísticas para la equidad de género. Cepal, Unifem-2007). Esta violencia doméstica no se limita a los sectores pobres y sin formación académica, como se cree. Ella se presenta en todos los estratos: en los hogares con educación superior el porcentaje de agredidas por su pareja llega al 22%.

Una de las expresiones más graves es la violencia sexual en el marco del conflicto armado, que tiene profundas consecuencias en la vida de las mujeres y ha sido invisibilizada y banalizada.

Violencia sexual y guerra

En Colombia existe un subregistro de la violencia sexual en el conflicto armado. Un informe de 2008 de Médicos sin Fronteras dijo que cerca del 90% de los casos no se denuncian, en especial por el temor a ser estigmatizadas en su entorno familiar y social.

No es posible tener cifras precisas sobre la magnitud del fenómeno, pero se sabe que es grave y extendido. Los actores armados han recurrido de manera sistemática y generalizada a formas de violencia sexual contra las mujeres. Lo constatan en forma reiterada reportes de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer de las Naciones Unidas y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Esta forma de violencia deja en las mujeres profundas secuelas psicológicas, como estados depresivos y alteraciones en la sexualidad. Tiene también graves efectos físicos, como infecciones de transmisión sexual, embarazos no deseados y discapacidad. Afecta además las relaciones con la familia, la comunidad y la sociedad, en la medida en que ocasiona cambios en el comportamiento y en ocasiones la incapacidad para relaciones sociales.

La violencia sexual se ha convertido en causa importante del desplazamiento forzado. Según la Defensoría del Pueblo, dos de cada 10 mujeres desplazadas lo han sido por este delito. El más reciente informe de Oxfam Internacional señala que los actores armados utilizan la violencia sexual contra la mujer como un castigo por desafiar los roles de género, como una forma de control de su conducta pública y privada, y como una estrategia de intimidación a las comunidades.

La gravedad de la violencia sexual en el conflicto es aún mayor si se tiene en cuenta que la respuesta del Estado sigue siendo insuficiente. Aunque en abstracto la Ley 599 de 2000 —Código Penal— sanciona adecuadamente estos crímenes, en la práctica no ha habido avances significativos en su investigación judicial.

Un ejemplo dramático de lo anterior han sido los procesos judiciales por la desmovilización de los paramilitares. Los estudios han mostrado que estos grupos han usado la violencia sexual contra la mujer de manera amplia. Sin embargo, según datos de la Unidad Nacional de Justicia y Paz, a 23 de diciembre de 2009, en todas las versiones libres sólo se habían confesado 32 casos; la Fiscalía sólo había formulado cargos en cuatro de ellos.

Los retos

Colombia tiene una deuda pendiente con las mujeres, en particular con aquellas que han sido víctimas de violencia sexual en el contexto del conflicto armado. El Estado debe reconocer la importancia cuantitativa y cualitativa de esta forma de violencia, y enfrentar y erradicar la impunidad que la ha acompañado.

El Día de la Mujer es una buena oportunidad para que el Estado y la sociedad se comprometan con esfuerzos serios para evitar que la impunidad de estos crímenes se perpetúe y se convierta en una aliada de los violentos. Es un buen momento para que el proceso iniciado por las órdenes de la Corte Constitucional (ver recuadro) se traduzca en avances concretos en contra de la impunidad.

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