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The ‘Bolillo’: a resignation feint?

It seems Fedefútbol is not going to accept the resignation to ‘Bolillo’, which will be a feint to distract public opinion, while Fedefútbol scores the goal of keeping him as coach of the selection.

Por: Rodrigo Uprimny YepesAugust 15, 2011

Parece que Fedefútbol no le va a aceptar la renuncia al Bolillo, que no pasará de ser una finta para distraer a la opinión, mientras Fedefútbol, de taquito, nos mete el gol de mantenerlo como DT de la selección.

Una jugada astuta pero tramposa pues ninguno de los argumentos avanzados para defender la continuidad del Bolillo es aceptable, como lo mostraré, retomando algunos de los puntos planteados por César Rodríguez en nuestro blog en la Silla Vacía.

Que es sólo un chisme de celadores, como dijo con tinte clasista, Álvaro González, vicepresidente de Fedefútbol. Pero los hechos ya fueron aceptados por el propio Bolillo.

Que es un asunto privado, que no tiene que ver con su desempeño como DT, como sostuvo el presidente de Fedefútbol. Pero no estamos hablando de verdaderas intimidades del Bolillo, como que hubiera sido infiel, sino que éste aprovechó su superioridad física y agredió a una persona. Y la violencia en una democracia no es un asunto privado, ni siquiera si ocurre en el hogar, sobre todo cuando se trata de agresiones del fuerte contra el débil. Por ello la Convención Interamericana de Belém do Pará, ratificada por Colombia, y la Ley 1257, señalan que el Estado debe prevenir y sancionar cualquier forma de violencia contra la mujer.

Que la culpa fue de la mujer, que debió provocarlo, como dijo la senadora Rendón. Pero las provocaciones de la víctima (en caso de que ocurran) nunca justifican la violencia del agresor. Otra cosa es la legítima defensa, que es cuando uno usa la violencia para repeler un ataque. Pero eso no ocurrió en este caso.

Que no se puede frustrar el proceso que se viene adelantando en la selección y que podría llevar a Colombia al Mundial. Pero el dilema es si el Bolillo, a pesar de ser buen DT, como parece serlo, puede continuar en su cargo, después de haber violentado a una mujer. Y la respuesta es negativa. Todos queremos que Colombia llegue al Mundial, pero aceptar la continuidad del Bolillo es defender la idea de que el fin justifica los medios y que la violencia no tiene consecuencias. Ese mensaje es muy grave por el significado simbólico del Bolillo como DT del seleccionado nacional del más popular de los deportes.

Que hay casos más graves, frente a los cuales no ha habido tanto escándalo mediático, por lo cual los ataques al Bolillo son una forma de doble moral, como dice nuevamente el ingenioso Álvaro González. Y es cierto que hay casos más graves, en donde la agresión contra la mujer termina en muerte o lesión permanente. Y que en muchos de ellos no ha habido una reacción apropiada de los medios o las autoridades. Pero que muchas de esas violencias hayan quedado en la impunidad y en el silencio no justifica que no haya sanciones en el caso del Bolillo, pues al ser un personaje público, la falta de consecuencias por su agresión es particularmente grave.

Que el Bolillo ya pidió perdón, por lo cual habría que aceptar su perdón pero no su renuncia, para quedar en el mejor de los mundos: el perdón condena el hecho violento y la continuidad del Bolillo salva el proceso de la selección. El problema es que en este caso, un perdón sin consecuencias se torna vacío pues manda el mensaje de que esta violencia fue un incidente menor, que es fácilmente disculpable.

La violencia contra la mujer en Colombia es muy grave, como lo muestran las cifras de Medicina Legal. Si el Bolillo realmente quiere contribuir a erradicarla, tiene que señalar que su renuncia es irrevocable, como debió hacerlo desde un inicio. Sólo así estaría realmente asumiendo su culpa y su perdón adquiriría un verdadero significado. Todo lo demás son amagues de perdón. La lógica no puede ser que, como el fútbol se juega con los pies, entonces la ética en fútbol se maneje a las patadas, como lo está haciendo Fedefútbol.

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