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#TheDayWeFightBack
The ease with which we are able scan voices and data generates abuses that affect other equally valid objectives: intimacy, freedom of expression, integrity and life.
Por: Vivian Newman Pont | February 11, 2014
La humanidad se inventó internet e internet, a su vez, transformó a la sociedad. No sólo contamos ahora con la mejor herramienta para comunicarnos, sino que tenemos la fórmula para dejar huella de todo lo que hacemos. Esta trazabilidad resulta vital para hacer inteligencia, lo que a su vez cont
ribuye a dos objetivos legítimos: defensa y seguridad nacional. Pero, la facilidad de escudriñar voces y datos genera abusos que afectan otros fines igualmente válidos: la intimidad, la libertad de expresión, la integridad y la vida.
La tensión entre estos dos extremos a veces da lugar a 1) conductas perjudiciales como la vigilancia masiva o la minería de datos y 2) atropellos como las interceptaciones ilegales. El derecho regula estas violaciones, que en términos generales entendemos como chuzadas, a través de normas. Sin embargo, estas normas se construyen menos rápido que el avance de la tecnología, por lo que con frecuencia, además de abuso, subsiste una desconexión entre las reglas y las realidades a las que se aplican.
Para la muestra tres botones:
El pasado diciembre, un juez federal de Washington cuestionó la constitucionalidad del programa de vigilancia de metadatos de la Agencia Nacional de Seguridad de EEUU (NSA). Para ello, se apartó del precedente (Smith vs. Maryland) porque consideró que el acceso a la tecnología de comunicaciones había cambiado totalmente desde dicho caso que había sido fallado en 1979. También sostuvo que las bases de datos de la NSA eran distintas de las listas telefónicas del caso Smith vs. Maryland por las mayúsculas dimensiones de la vigilancia en internet, que además tendría vocación de permanencia, pues podría durar el tiempo que EE. UU. luche contra el terrorismo, es decir, ¡por siempre!
En Europa, las pocas normas que se han creado aún no funcionan. Así, la Directiva 2006/24/EC sobre retención de datos es considerada el instrumento más invasivo de la privacidad europea. La norma le da a los Estados miembros la posibilidad de retener datos a cualquier autoridad, bajo cualquier tipo de autorización y sin una lista específica de delitos, lo que podría atentar de manera abierta contra el derecho a la intimidad y el debido proceso.
El reciente descubrimiento de una fachada del ejército colombiano que al parecer chuzaba ilegalmente a los negociadores de paz en La Habana y a otras 400 personas disidentes y opositoras, sirve de excusa para preguntarse si nuestro país tiene normas idóneas que garanticen la seguridad, sin afectar otros derechos. El presidente Santos, en entrevista al periódico El Tiempo, responde con una cortina de humo que igual puede ser útil. Alega que hay una ciberguerra desbordando las legislaciones. Menciona que el 80% de la inteligencia es técnica, con zonas grises y mercenarios cibernéticos que justifican que el Estado se defienda con los mismos métodos a los que llamó de autodefensa cibernética.
Las explicaciones de Santos no son muy santas, pues utilizar los mismos métodos de los mercenarios cibernéticos podría deslegitimar la actuación legal del Estado. Además, suena extraño que tilde de obsoleta su propia norma de inteligencia que no tiene ni tres años de vida. Pero sí es cierto que la tecnología avanza muy rápido y que algunas normas actuales, en particular de inteligencia, no funcionan.
De los tres ejemplos podemos avanzar que, tanto dentro como fuera de Colombia, habría que buscar opciones que nos permitieran actualizar las normas aplicables a la vigilancia de internet de una manera racional.
¿Que hacemos entonces?
Para comenzar, haber leído este texto hasta el final ya es un buen indicio. Por lo menos hay interés en el tema. Después, hay que preguntarse si usted es del tipo que se mantiene en el conformismo y la indiferencia o si cree en el principio básico de que la unión hace la fuerza. Si es del segundo tipo, supongo que ya sabrá que en Colombia, como en muchas partes del mundo, la comunidad cibernética tiene capacidad de actuación colectiva. Esta comunidad ha logrado pronunciarse exitosamente contra proyectos de normas relativos a internet como es el caso de la Ley Lleras, SOPA y PIPA.
Y hoy, 11 de febrero, quienes actuaron en esa gran comunidad virtual lideran una campaña global para impedir la vigilancia masiva en internet y los abusos de chuzadas que conlleva. Sé que no bastará un click, ni un tweet, ni un like, ni un meme, pero si uno asoma la nariz a cualquiera de estas avenidas digitales podrá contribuir a abrir un gran debate público que sirva para definir el objeto y las dimensiones de la vigilancia en internet, armonizando los derechos y la tecnología del 2014.