|
Violence and gun availability
Few days ago, one of Junior’s soccer player, Javier Flórez, killed a fan. Apparently offended for being labeled as a bad soccer player, he used a firearm to murder his victim, Israel Cantillo.
Por: Rodrigo Uprimny Yepes | July 21, 2009
HACE ALGUNOS DÍAS, EL FUTBOLISTA del Júnior Javier Flórez, muy probablemente pasado de tragos, asesinó con un arma de fuego al hincha de ese equipo Israel Cantillo, porque al parecer le gritó que era un “tronco”.
Hace casi un año, el recordado profesor de la Universidad de los Andes Diego Echeverry murió por una bala perdida disparada en la Plaza de Lourdes por un ex concejal que creía que le estaban robando su carro.
Estas dos tristes muertes tienen, a pesar de sus diferencias, un elemento en común: ocurrieron por el fácil acceso a las armas de fuego en Colombia. Si el futbolista o el ex concejal no hubieran estado armados, entonces Israel Cantillo y Diego Echeverry estarían vivos.
La anterior constatación no pretende sostener que toda la violencia en Colombia se explica por el fácil acceso de la población a armas de fuego, legales o ilegales. Se trata de poner sobre el tapete un punto que ha sido comprobado por varias investigaciones empíricas: a mayor disponibilidad de armas de fuego, mayores niveles de violencia homicida.
Esta tesis ha sido convincentemente sustentada por los trabajos, entre otros, de Zimring y Hawkings sobre Estados Unidos, quienes destacan que el problema de seguridad de ese país no es el crimen en general, sino la violencia homicida (ver su libro publicado en inglés por la Universidad de Oxford, El crimen no es el problema, violencia letal en Estados Unidos).
El punto que enfatizan estos autores es que Estados Unidos ha tenido históricamente una tasa de homicidio mucho más elevada que la de todos los demás países desarrollados. A mediados de los años noventa, ésta era de 9 homicidios por 100.000 habitantes, mientras que en Alemania, España o Francia era de 1 y en Inglaterra (con todo y sus agresivos hooligans) de sólo 0,5. Ahora bien, Estados Unidos tiene entre todos los países desarrollados el régimen más laxo de acceso a armas de fuego. La relación parece clara.
Zimring y Hawkings muestran igualmente que al menos un 30% de las variaciones regionales de la violencia homicida en los Estados Unidos se explica por las diferencias en el uso de armas de fuego en los distintos Estados de ese país.
Estas correlaciones estadísticas no son en estricto sentido una prueba de que el fácil acceso a las armas de fuego sea la causa de los altos niveles de homicidio en Estados Unidos pues se requiere que de todos modos alguien use el arma y haya entonces una cierta propensión a la violencia. Pero esas correlaciones muestran que el acceso fácil a armas de fuego es un factor contribuyente, que hace más mortífera la violencia en ese país, al menos por una razón evidente, y es que dichas armas son muy letales. Un incidente que usualmente provoca una herida menor puede terminar en muertes si alguno de los partícipes tiene un arma de fuego. Sin acceso a un arma, es probable que el futbolista Flórez hubiera intercambiado unos insultos y de pronto algunos golpes con el hincha Cantillo, pero no hubiera habido un desenlace fatal.
La consecuencia natural del anterior análisis es que es necesario controlar en Colombia la disponibilidad de armas de fuego, pues en las últimas décadas, aproximadamente 80% de los homicidios han sido cometidos con ese tipo de armas. Es importante apoyar las campañas de distintas alcaldías, en especial de Bogotá, por tratar de avanzar en este campo. Por ello es decepcionante que el Congreso haya despreciado el proyecto de iniciativa ciudadana (con más de 2 millones de firmas y el apoyo de los alcaldes de ocho importantes ciudades) para establecer mayores facultades a las autoridades, en especial locales, para controlar el acceso y porte de armas. Y también incomprensible que el Gobierno, que tanto énfasis pone en la seguridad, ignore esa iniciativa ciudadana.