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| Archivo personal de Nury Martínez

«Uno puede vivir desnudo, sin luz, pero sin alimentación no sobrevive nadie» 

Dice Elsa Nury Martínez, presidenta de la Federación Nacional Sindical Unitaria Agropecuaria (FENSUAGRO) y secretaría de la región de las Américas de la Vía Campesina, para quien esta voz solo comenzó a hacer eco a través de acciones internacionales.

Por: Sindy Castrojulio 25, 2024

El reconocimiento de los derechos del campesinado ante la Asamblea General de la Naciones Unidas es fruto del trabajo y la solidaridad que han tejido organizaciones campesinas del sur global. Entrevistamos a Elsa Nury Martinez, presidenta de Fensuagro y protagonista de este proceso de gestación del movimiento campesino internacional. A través de ella, conoceremos el trascendental rol que han tenido las mujeres latinoamericanas en la escala global de este movimiento y de sus victorias. 

Fensuagro es una de las organizaciones campesinas más antiguas en Colombia. Ha agrupado a organizaciones nacionales y locales en torno a las luchas del movimiento campesino. Hace parte de las organizaciones que fundaron la Coordinadora Latinoamericana de organizaciones del Campo (CLOC) y la Vía Campesina, dos plataformas del movimiento campesino internacional fundamentales para la construcción de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales

 

Para comenzar, cuéntenos de usted Nury y de Fensuagro… 

Yo soy Elsy Nury Martínez y hago parte de Fensugaro desde que era muy joven, desde finales de los 80. Del 2009 al 2015 fui secretaria de “Mujeres y Niñez”, en el 2015 fui la secretaría de “Riquezas Naturales y Medio Ambiente”. En el 2019 fui nombrada presidenta, la primera que ha tenido la organización y fui ratificada, ahora va corriendo mi segundo período como presidenta. 

Fensuagro está presente en 27 de los 32 departamentos de Colombia y tenemos 111 organizaciones de base afiliadas. Además, buena parte de nuestro trabajo está ligado al movimiento campesino internacional a través de la CLOC y la Vía Campesina. Nuestro objetivo como organización es la defensa de los derechos del campesinado y la reforma agraria. 

 

Nury, ¿cómo se gesta el trabajo entre Fensuagro, organización nacional, y  la CLOC y la Vía Campesina que son  plataformas internacionales? 

Desde finales de los 80, como Fensuagro comenzamos a tejer relacionamiento con el movimiento campesino de otros países. Venga y le muestro uno de mis grandes tesoros: en esta cartilla están las memorias del Primer Encuentro de Mujeres Campesinas e Indígenas de América Latina y el Caribe, que antecedió la creación de la Vía Campesina. 

Allí planteamos que las comunidades rurales de los distintos países latinoamericanos teníamos un enemigo común: el modelo neoliberal. 

Luego, en el año 1992 hicimos un congreso en Guatemala para dar continuidad a lo que se había hecho en el año 88 y allí se decide crear la Vía Campesina. Se llamó Vía Campesina, pues se planteó que la solución de los problemas del campo, el camino, la vía… era campesina. La solución para resistir al modelo neoliberal era la unidad campesina y no queríamos que hablaran en nombre de nosotros otras voces que no fueran campesinas. Queríamos hablar nosotros y nosotras mismas. 

Al año siguiente, en 1993, en Mons (Bélgica) se constituyó formalmente la Vía Campesina. Yo creo que un hecho fundacional importante fue que nos tomamos la FAO (Food and Agriculture Organization of United Nations) para reivindicar el alimento como un derecho y no como mercancía. Lo que pasaba era que la OMC (Organización Mundial de Comercio) incluyó los alimentos en su quehacer a partir de un acuerdo sobre agricultura y esto hacía que el trato de los alimentos fuera el de mercancía y no el de un derecho. Ahí comenzamos a constituir el concepto de soberanía alimentaria desde la Vía Campesina. 

No se puede hablar de Vía Campesina sin América Latina, pues su fundación partió de este continente. Por eso se planteó crear la CLOC al año siguiente, en 1994. La Vía Campesina comenzó en América Latina y en Europa. Luego entraron África y Asia. Hoy hay más de 200.000.000 campesinos y campesinas en la Vía Campesina y cada continente tiene regiones y secretarías por región. Así nos organizamos. 

 

Crear redes campesinas alrededor de estos 4 continentes no debe ser una tarea fácil. ¿Por qué cree que trabajar con el campesinado de otros países es fundamental? 

Hablemos de la experiencia de FENSUAGRO. Nosotros hemos sido una organización estigmatizada y criminalizada. Al inicio nos decían que éramos el brazo político de las FARC-EP, ahora dicen lo mismo, pero con relación al ELN. Aquí en Colombia, la cuestión es tener una excusa para estigmatizar y esto tiene graves consecuencias en la organización. 

Yo soy del sindicato de pequeños agricultores de Cundinamarca, una organización de base en Colombia. Cuando ingresé a la junta directiva de los 10 integrantes que había, 6 estaban detenidos. A finales de los 80s y principios de los 90s FENSUAGRO pasó de tener presencia en casi todo el país a solo tenerla en 6 departamentos. Organizaciones de base completas desaparecieron por el desplazamiento, el asesinato y la desaparición de compañer@s.  

La voz nuestra no se escuchaba en Colombia nunca. Solo fue a través de lo que podíamos hacer a nivel internacional que pudimos comenzar a hablar. Las ONGs que tenían cupo ante las Naciones Unidas nos cedían tiempo para hablar, se crearon campañas para sacar gente exiliada y también para hacer denuncias de lo que pasaba acá en Colombia. Hablarles a otros países fue lo que nos ayudó a resurgir de las cenizas. Eso sin contar todo lo que hemos hecho con La Carta de la Vía campesina sobre los derechos de los campesinos y campesinas que fue la base de lo que hoy es la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos del campesinado.

 

Hablemos de esto Nury. ¿Cómo fue el proceso de la Declaración de los derechos del campesinado? y ¿Cuál fue el papel de la Vía Campesina en este documento que es prácticamente la primera carta de derechos del campesinado? 

En el año 2004, se planeó hacer una Carta de derechos campesinos, por iniciativa de una organización de Indonesia que pertenece a la Vía Campesina. La habíamos llamado Carta de los derechos de las campesinas y campesinos. Hubo varios borradores que se mandaron a la ONU  pero la respuesta no fue inmediata. De hecho, el primer esfuerzo fue vacío, no hubo ninguna respuesta.  Así que hicimos un plan de incidencia con aliados como el CETIM (Centro Europa- Tercer mundo) y  FIAN (FoodFirst Information and Action Network) y hasta el 2012, el Consejo de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas tomó el documento base creado por la Vía campesina para empezar a discutir. 

Para mí, la primera derrota fue que borraron mujeres y pusieron “otras personas que habitan el campo”. De ahí en adelante todo fue negociación. Por ejemplo,  negociar con los indígenas porque siempre había una cuestión que si se reconocían los derechos de los campesinos se reducirían los de los pueblos indígenas. Por eso en la introducción quedó un principio que anota que los derechos del campesinado no menoscaban otros derechos.  

Los documentos se discutían en Ginebra y luego bajaban a las organizaciones de la Vía Campesina. Por ese motivo se creó un colectivo dedicado exclusivamente a estudiar y darle seguimiento a esos documentos que iban de arriba pa’ bajo. Así acompañamos los debates hasta que el 17 de diciembre de 2018 se adoptó la Declaración. La Declaración no se hizo solo por voluntad de las Naciones Unidas, sino que fue un proceso que las comunidades que viven en el campo de varias partes del mundo pedalearon. 

 

¿Qué significa para el campesinado tener esta Declaración? 

La declaración no es vinculante y por eso seguimos trabajando para construir un documento, un tratado, un convenio que sí lo sea. Sin embargo, la declaración ya hace cosas en temas de política pública en favor del campesinado y nos hemos unido como campesinado en el mundo alrededor de la Declaración. 

Al principio decíamos: nos quitaron mucho de lo que decía nuestra carta original y lo pensábamos en términos de derrota. Pero ahora yo veo que la declaración es muy significativa. Toca temas fundamentales como los derechos de las mujeres y los niños, soberanía alimentaria, agroecología, restitución de tierras, reparación, reforma agraria. 

Nosotros creemos que estos instrumentos internacionales si no se aterrizan en lo local no tiene sentido. Por eso hoy la Vía Campesina hace balances sobre la implementación del instrumento y hemos avanzado. Para esto hemos traducido a más de 20 lenguas la Declaración. Como Vía Campesina manejamos más idiomas que la ONU, hemos hecho un manual para llegar a las personas y hacemos ejercicios de interiorización para luego incidir en la política pública, en las normas de los países.  

 

Además de la implementación de la Declaración ¿Cuáles son retos del movimiento campesino internacional en el corto plazo?

Vamos a tener prontamente la COP 16, en Colombia, y uno de los desafíos es que se formalice un foro permanente de biodiversidad campesina o del campesinado y biodiversidad. El foro que existe es indígena y aunque hemos intentado que nos den voz no lo hemos logrado. 

Sigue la COP30 y está planteado un pre encuentro de los países amazónicos y nosotros consideramos que para hablar de la crisis climática tenemos que hablar de redistribución de tierra y producción campesina. La matriz de producción agroindustrial aporta mucho porcentaje al calentamiento global. Así que nosotros tenemos que fortalecer la agricultura campesina para proteger el ambiente y detener el cambio climático. 

Como Vía Campesina creemos que necesitamos participación en estas COP futuras.

 

Para finalizar, ¿Por qué el campesinado es un asunto de importancia local, nacional  y global? 

Uno puede vivir desnudo, sin luz, pero sin alimentación no sobrevive nadie. 

El campesinado en el mundo es protagonista de la alimentación, es su labor social. El campesinado produce alimento para todos. 

El modelo neoliberal está dirigido por grandes corporaciones y eso hace políticas internacionales que afectan a varios países. Por eso nuestras acciones también deben ser globales. Por ejemplo, que la agricultura esté dentro de la OMC es un problema porque los alimentos no pueden ser mercancía. El problema del hambre no se resuelve con alimentos en supermercados, sino con que las personas pobres tengan acceso a los alimentos. Es decir, no sólo es producción de alimentos sino acceso y mientras los alimentos solo sean vistos como mercancía esto será un problema: el acceso. 

Por eso es que un proceso como el de la Vía Campesina es tan importante. Nos agrupa desde nuestra diversidad a campesinos y campesinas de todo el mundo y sigue creciendo alrededor de nuestros derechos y de luchas que le deben importar a todos y todas como la soberanía alimentaría. 

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