Ruth Dreifuss, expresidenta de Suiza. | EFE
Cinco palabras que deben resonar en la política de drogas internacional, según una expresidenta suiza
Por: Dejusticia | marzo 18, 2024
Las drogas atraviesan de una forma u otra las realidades de los países que se encuentran en la edición 67 de la Comisión de Estupefacientes (CND, por sus siglas en inglés).
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Mientras Estados Unidos, con Secretario de Estado a bordo, le cuenta al mundo que la epidemia de salud por el uso de opioides lo embarcó por fin a plantear políticas de reducción de riesgos y daños, desde Ucrania cuentan que, pese a ser urgentes, este tipo de acciones son escasas y muy precarias en un conflicto armado vivo. Mientras Bolivia persuade al sistema de Naciones Unidas sobre la gran deuda que tiene con los pueblos indígenas andino amazónicos de sacar a la hoja de coca de las sustancias que requieren estricto control internacional, la sociedad civil de Singapur expone que ese gobierno triplicó la pena máxima por tenencia de drogas: 30 años de cárcel y 15 latigazos.
En medio de realidades tan disímiles y trágicas, Ruth Dreifuss, la primera mujer presidenta de Suiza (1999), lanza palabras sabias y serenas a ministros, funcionarios de ONU y expertos que asisten a la CND 67: “la descriminalización es el camino que nos queda”.
A Dreifuss, reconocida por implementar una novedosa política de drogas en la Suiza del siglo XX, la escuchan en la CND, en Viena. A ella, que ya perdió la cuenta de las veces en que ha estado en este escenario, le frustra la inacción de algunos países y organismos, que aunque hablan de derechos humanos y salud pública, conservan políticas represivas. No obstante, a la expresidenta, que hoy día es integrante de la Comisión Global de Política de Drogas (Global Commission on Drug Policy), también le da esperanza ver cómo el mundo de la sociedad civil se encuentra con el diplomático para construir diálogos y políticas inclusivas.
En conversación con Dejusticia, Dreifuss seleccionó y explicó cinco palabras que deberían tener eco durante y después de esta edición de la CND. Para ella, el principio más importante son los derechos humanos y la dignidad de la persona humana, pero las siguientes expresiones tienen que resonar:
Coherencia:
En los discursos de muchos países sobre políticas de drogas, pues, en público, se refieren a que sus acciones se encaminan a proteger la salud y la seguridad de la población, cuando en realidad la represión hace que no sea posible, por ejemplo, que las personas que usan drogas puedan acceder a los servicios de salud. Estas contradicciones en las políticas de criminalización y el objetivo de la salud suceden porque la sociedad está bloqueada con el tema de las drogas: sabemos qué hacer, sabemos que deberían prevalecer principios de libertad y no discriminación para las personas que usan drogass, como ha ocurrido con el tabaco, pero hay una línea roja límite que nos lo impide.
Reducción de daños
Como una respuesta eficaz, basada en principios de salud y no en amenazas, para que las personas que usan drogas puedan encontrar un balance entre las sustancias y el resto de dimensiones de sus vidas. He estado en muchísimas versiones de la CND, y me parece que durante todos estos años ha habido un progreso: reconocer que estas acciones funcionan y que deberían ser implementadas en muchos lugares.
Inclusión:
De todas las culturas, de todas las personas del mundo, tomando en cuenta sus tradiciones culturales e históricas para la construcción de políticas de drogas. No hablo solo como expresidenta de Suiza, sino desde el área diplomática, como miembro de la Comisión Global. Siempre nos parece extraño ver las sustancias que son consideradas drogas y las que no. Por lo general, hay alarma por sustancias que se usan en comunidades marginalizadas e irrespetadas, pero no aquellas que se usan en sociedades más reconocidas y más ricas.
Evidencia científica:
La que falta en muchas políticas y experiencias de países. No sabemos claramente qué sustancias podrían ser efectivas para algunos padecimientos, porque están prohibidas o excesivamente controladas y no es posible investigarlas. Mientras tanto, las organizaciones criminales explotan distintos mercados y a las comunidades. Hay que garantizar el acceso a sustancias con fines médicos y científicos.
Pragmatismo:
El que se debe combinar con la evidencia científica. Una vez tengan datos y resultados, los científicos deberían hacer una evaluación de sus hallazgos y ver si funciona o no. Sin embargo, en una situación de crisis, el pragmatismo debería permitirnos reaccionar, con prudencia, pero mucho más rápido. Este proceso inclusivo, práctico y pertinente es para mí el modelo más adecuado.