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Experiencias de lideresas campesinas que protegen la soberanía alimentaria

Tres lideresas sociales que desde La Guajira, el Cauca y la costa Caribe trabajan en la construcción de sistemas alimentarios más justos y sostenibles, apostándole a la organización política y comunitaria.

Por: junio 13, 2023

El campesinado presencia un momento histórico y decisivo para sus derechos: Esta semana el país tiene la oportunidad de reforzar constitucionalmente su reconocimiento como sujeto de derechos en el último debate en el Congreso del Acto Legislativo Campesino.

Las mujeres desempeñan un papel fundamental en los procesos de soberanía alimentaria: son un motor clave en la producción de alimentos; lideran propuestas de agricultura familiar y comunitaria; cuidan la diversidad de cultivos e implementan prácticas vitales para la conservación de los conocimientos tradicionales. La lucha de la mujer en el campo está estrechamente relacionada con el cuidado de la tierra, el agua y los ecosistemas. Sin embargo, la defensa del territorio, ha estado marcada por una distribución inequitativa de la tenencia de la tierra y por el déficit en el acceso a derechos para una vida digna en el campo. 

Según el Censo Nacional Agropecuario las tierras de las mujeres son las de menor tamaño y las menos tecnificadas. Las mujeres son las que menos acceden a créditos agrarios y a asistencia técnica, pero son las que más alimentos producen para el sostenimiento de la familia.

Si bien, la población rural es la más excluida y pobre en el país, las mujeres rurales son las más pobres entre los pobres y las más excluidas entre los excluidos. A pesar de esto, muchas mujeres campesinas han adoptado la identidad de “mujeres protectoras del territorio y la biodiversidad” como una reivindicación de las labores de cuidado y el sostenimiento de sus saberes ancestrales.

Esta protección de los sistemas agroalimentarios ha sido crucial en épocas de crisis económica, pues una dieta de mala calidad es uno de los factores determinantes para el padecimiento de diversas formas de malnutrición, como desnutrición y carencias de micronutrientes, así como a sobrepeso y obesidad, o incluso problemas de salud como el aumento en las enfermedades crónicas no transmisibles.

El acceso a una alimentación adecuada es fundamental para la salud y el bienestar, y la falta de alimentos puede tener consecuencias duraderas para la salud y el desarrollo, especialmente para los niños. Sin embargo, el mundo se enfrenta a una crisis alimentaria sin precedentes y sin final aparente. El riesgo de recesión económica mundial puede aumentar la desigualdad y la pobreza, y también puede tener un impacto negativo en la soberanía alimentaria. Durante una recesión, las personas pueden tener dificultades para acceder a los alimentos que necesitan debido a la disminución de los ingresos, la mayor dificultad para acceder al crédito y los aumentos en los precios de los alimentos. 

Este panorama de inseguridad alimentaria arroja datos preocupantes: la encuesta de Pulso Social del DANE (noviembre de 2022) evidenció que el 25,22% de la población encuestada solo consume una comida al día, una tendencia que se ha mantenido desde 2020.

Esto supone un tremendo reto para el estado social de derecho colombiano, ya que resulta esencial crear estrategias para que los sistemas agroalimentarios tengan la capacidad de garantizar a largo plazo y de forma sostenible la disponibilidad de alimentos suficientes y nutritivos para todas las personas. 

En nuestro Tercer Taller Nacional sobre el Derecho a la Alimentación en Colombia, donde participaron diferentes activistas, académicos y organizaciones de derechos humanos, contamos con la experiencia de tres lideresas sociales que desde La Guajira, el Cauca y la costa Caribe trabajan en la construcción de sistemas alimentarios más justos y sostenibles, apostándole a la organización política y comunitaria.

Alix Morales hace parte del Comité de mujeres de la Asociación Campesina de Inzá-Tierradentro (ACIT). Alix cuenta sobre su apuesta política de sostener la alimentación en el territorio por medio de despensas de semillas, patios productivos y huertas familiares, escolares y comunitarias.

Morales trabaja por la constitución de Zonas de Reserva Campesina como territorios libres de violencia basada en género. El proceso de soberanía alimentaria para las mujeres campesinas de la ACIT y de ANZORC es una apuesta política de “resistencia al mercado, al capitalismo y a la globalización y una estrategia de cuidado y protección de la tierra, el territorio y las semillas nativas”.

Alix Morales cuenta que los hombres campesinos han destinado la producción de alimentos principalmente a la comercialización, ocasionando en algunos casos la siembra de monocultivos (como ocurrió con el aguacate). Esta situación desplazó las huertas locales que después las mujeres tuvieron que volver a levantar para hacerle frente al hambre. 

Iliana Curiel es la Directora de Salud Colectiva en la Secretaría Distrital de Salud de Bogotá y abandera procesos comunitarios como lideresa social del pueblo wayúu.

Para Curiel la salud es política: entender la geopolítica del hambre como un negocio; como corrupción y consecuencia del capitalismo; como reflejo del extractivismo y la globalización; como la pérdida de valores culturales de las etnias.

«Un niño wayúu tiene 60 veces más posibilidades de morir que un niño en otro lugar de Colombia», alerta Curiel.

Curiel explica que no es posible reducir la desnutrición infantil a un enfoque biomédico. Se deben considerar otras claves de la realidad del hambre, como la seguridad alimentaria familiar, la organización comunitaria y el desarrollo social, la economía, las prácticas sociales, la cultura, los hábitos y las creencias.

“La deuda social es el resultado de la acumulación de requerimientos sociales no atendidos por el Estado y los ciudadanos, que van generando desigualdad extrema y pobreza, pero sobre todo exclusión social”. 

Auristella Moreno es la directora de la Corporación Desarrollo Solidario (CDS), una organización que acompaña procesos con redes campesinas en la subregión de Montes de María.

Para Moreno, la activación de patios productivos son una alternativa efectiva de alimentación saludable. En el territorio, son las mujeres las que principalmente se encargan de la conservación, rescatando el uso de los frutos locales y aprovechando los desperdicios orgánicos para el compostaje. 

“La economía campesina es una forma de producción familiar que utiliza productivamente el trabajo de las mujeres y los recursos naturales para garantizar tanto la subsistencia de la unidad familiar, como el mejoramiento de su calidad de vida”.

Alix, Iliana y Auristela son ejemplo del importantísimo papel que ha jugado la mujer en la soberanía alimentaria permitiendo fortalecer la identidad campesina, la recuperación de las semillas nativas y la defensa del territorio. Sus procesos comunitarios inspiran el rescate de los saberes locales y el cuidado del medio ambiente como una bandera para la lucha contra el hambre.

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