Estereotipos e imaginarios racistas han incentivado la violencia sexual que miles de mujeres indígenas y afrodescendientes han padecido en el marco del conflicto armado en Colombia. En colectivos de mujeres, algunas víctimas de violencia sexual han conseguido contar su historia y encontrar reparación. | Ilustración: Jorge Carvajal.
Cuando el cuerpo es lugar en disputa: historias de violencia sexual contra mujeres indígenas y afro
Por: Dejusticia | Agosto 9, 2021
Para hablar de reclutamiento forzado y recordar algunas denuncias que no se hicieron por miedo, Bibiana Peñaranda Sepúlveda, integrante de la Red de Mariposas de Alas Nuevas, hace un repaso por un extenso historial de insultos, violencias y degradaciones. Cuenta, por ejemplo, que los grupos armados reclutaban y violaban mujeres llamándolas “arrechas”, o que las hacían bañar una, dos o hasta tres veces porque “tenían olor de negra”.
Desde Buenaventura, la Red de Mariposas de Alas Nuevas Construyendo Futuro es un colectivo de mujeres que acompaña a las víctimas de violencia sexual. Hace una década, como recuerda Peñaranda, aún no se hablaba de cómo el conflicto armado estaba afectando de forma directa a las mujeres afro, así como tampoco había registros exactos de cuántas habían sido asesinadas, ni mucho menos un programa que atendiera a aquellas que denunciaban haber sido violadas.
Para sanar, juntas, acudieron al saber de sus antepasadas y al comadreo, un rito de las comunidades negras del Pacífico que representa respaldo, confianza, un espacio confidencial para que las mujeres puedan hablar sin miedo y encontrar un abrazo, un lugar seguro y un camino para hacer justicia.
A fuerza de acompañarse unas a otras, el colectivo ha conseguido crear una ruta de denuncia para las mujeres que han sido abusadas en el Valle del Cauca. Con los testimonios recopilados presentaron recientemente un informe ante la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad. Volver a estas historias fue, como lo recuerda Peñaranda, descubrir todo el dolor que había allí guardado. Un dolor que era “como una olla a presión, con dolores en el alma, con malestares físicos”.
Tras varios años de investigación, la Red de Mariposas de Alas Nuevas insiste en el nexo entre racismo, violencia sexual y despojo territorial, es decir, el racismo como un elemento que sostiene las muertes, el desplazamiento, las persecuciones y las desapariciones. “A nosotras no nos matan y nos violan solo por ser mujeres”, dice Peñaranda, “sino que lo que sucede en nuestros cuerpos tiene que ver con nuestro color de piel, tiene que ver con esa historia sistemática de esclavización”.
Sin embargo, el trabajo de colectivos como el que integra Bibiana da cuenta de que, aún con todos los esfuerzos, la instrumentalización de los cuerpos de mujeres afro e indígenas como armas de guerra sigue siendo una práctica frecuente en la disputa por el territorio, ejercida por actores armados y en medio de la ineficacia estatal.
Una historia similar a la de Peñaranda es la de Nancy Millán, coordinadora de género y poblaciones de la Comunidad de Juristas Akubadaura, una organización que acompaña a las mujeres indígenas afectadas por la violencia de género. Millán menciona que la mayoría de territorios indígenas están muy distantes de los centros de salud o de los lugares especializados donde podrían brindar este abordaje psicosocial competente, en salud sexual y reproductiva.
Por eso, cuando una mujer indígena es víctima de violencia sexual, el proceso de denuncia puede convertirse en una maraña de dilaciones o burocracias. No hay ni siquiera un traductor que pueda escucharla con detenimiento y ayudarla a manifestar su denuncia, o se vulnera el derecho a la intimidad y a la reserva de información.
“Casi que es como una ruta de la muerte. Las mandan para un lado, para el otro. La mujer indígena desiste, no le dan respuesta”, agrega la integrante de Akubadaura.
Con Millán coincide Roselí Fiscué, lideresa del Pueblo Nasa y coordinadora del programa de mujeres indígenas del Consejo Regional Indígena del Cauca. Fiscué denuncia, también, otro tipo de prácticas conocidas como la de los corredores emocionales: “Hemos llamado a corredores emocionales al hecho de que a las mujeres y las niñas indígenas las enamoraban para traer la información y para usarlas como espías”.
A propósito del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, recopilamos estos tres relatos y algunas conclusiones sobre el tema en este podcast, el cual hemos llamado Cuando el cuerpo es ese lugar en disputa, realizado junto a la productora Akorde. Está basado, también, en un documento elaborado por Diana Quigua, nuestra investigadora de la línea de Étnico Racial: Violencia sexual contra mujeres indígenas y afro en elmarco del conflicto armado.
Estas historias son una mirada urgente a todas aquellas desigualdades estructurales que no han hecho posible que se detenga la estigmatización, el abuso sexual y la violencia en contra de las mujeres afro e indígenas. Pero, también, son un acercamiento al coraje y la valentía de estas mujeres, que juntas han encontrado mecanismos de denuncia y de escucha. Porque, como concluye Fiscué, “si nuestro cuerpo es territorio, pues nuestro cuerpo también se tiene que cuidar, se tiene que defender y se tiene que proteger”.
Como parte de la investigación de Dejusticia, elaboramos algunas recomendaciones para la reparación de las víctimas de violencia sexual pertenecientes a un pueblo indígena o a una comunidad afrodescendiente:
1. Propender por el respeto a los sistemas de protección territorial de cada pueblo (Guardias indígenas, cimarronas, alguaciles o cuidadores del territorio) para lo cual es necesario la desmilitarización de los territorios, la salida de todos los grupos armados y el desmantelamiento de las estructuras paramilitares que siguen operando en territorios indígenas y afrodescendientes como garantía de verdad, justicia y reparación.
2. La concertación e implementación de programas y políticas públicas reales de formación, educación en atención especializada para mujeres indígenas y afro desde un enfoque étnico que permitan el ejercicio de sus derechos.
3. Al tratarse de sujetos de especial protección constitucional, es necesario que las instituciones encargadas de la atención y la investigación de los casos de violencia sexual den respuesta inmediata a los comunicados y denuncias a las víctimas y a sus autoridades, especialmente cuando se trate de niñas y adolescentes.
4. En el caso particular de las mujeres indígenas que han sido víctimas de violencia sexual en el conflicto armado, la barrera del idioma ha impedido que puedan acceder a la justicia de manera adecuada. Cuando las mujeres indígenas que no hablan español se acercan a la justicia ordinaria para denunciar casos de violencia sexual, la Fiscalía no cuenta con las herramientas necesarias para recibir la denuncia idóneamente, por ende, se deben garantizar tales herramientas en el sistema de justicia ordinaria.
5. Es necesaria la capacitación a funcionarias y funcionarios públicos sobre los derechos de los pueblos étnicos y las mujeres indígenas y afro.