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Irresponsables
Por: Dejusticia |Ā Diciembre 11, 2008
Escribir una columna de opinión conlleva, en algĆŗn sentido, un acto de irresponsabilidad. Y esto puede pensarse al menos por dos razones: en primer lugar por el gĆ©nero mismo de la columna de opinión, pues lo que busca es presentar un argumento de forma rĆ”pida y concisa, por tanto, es difĆcil desarrollar una idea de forma completa; en segundo lugar una columna de opinión no es un artĆculo acadĆ©mico, lo que se traduce en la imposibilidad de introducir los matices necesarios para poder describir una situación o un pensamiento con la complejidad requerida.
Sin embargo, esa irresponsabilidad no es una patente de corzo para que el columnista de opinión diga de manera indiscriminada lo que se le venga en gana, o que utilice un lenguaje altamente emotivo, cargado de insultos, cuyo único fin es zaherir al otro sin dar razones por las cuales se discrepa de su postura. La idea es etiquetar a la persona, pero no dar los motivos por los cuales se le etiqueta.
Si un lector desprevenido observa las pĆ”ginas editoriales de los periódicos colombianos, puede ver que los columnistas hacen afirmaciones vagas, donde tirios y troyanos son mezclados en el mismo saco sin hacer ninguna distinción. TambiĆ©n suelen aparecer una serie de afirmaciones manidas y desobligantes sobre personas e ideologĆas. Si alguien plantea sus crĆticas a las polĆticas del presidente de turno es tenido por guerrillero o idiota Ćŗtil de la insurgencia. Por el contrario, si expresa su conformidad con las directrices gubernamentales, inmediatamente es acusado de ser paramilitar y pertenecer a la derecha mĆ”s recalcitrante que ha existido en el paĆs.
Este exceso de agresividad en la esfera pĆŗblica deberĆa llevar a plantear un debate sobre la responsabilidad que tienen los lĆderes de opinión en lo que escriben en los medios de comunicación. Ellos y ellas, no solo dan a conocer a los ciudadanos eventos de actualidad sobre el acontecer nacional e internacional, sino que a su vez āy de manera principal- proveen argumentos para las discusiones que las personas tienen cotidianamente sobre diversos temas. A pesar de las muchas veces que se ha planteado el tema de la inutilidad de las ideas, lo cierto es que muchas veces se convierten en buenas razones para actuar, hasta el punto que en algunas ocasiones se transforman incluso en razones para morir. De allĆ que sea tan importante expresar lo que se piensa, pero con un cierto rigor y respeto por el otro.
Un ejemplo del poder de la palabra escrita lo seƱaló el escritor espaƱol Javier Cercas, en su novela Soldados de Salamina. En una parte del texto, el narrador reflexiona sobre la responsabilidad de los que opinaban en pĆŗblico en los sucesos que desencadenaron en la guerra civil espaƱola. Ellos contribuyeron a radicalizar las posiciones con sus consignas incendiarias. Uno de ellos fue Rafael SĆ”nchez Mazas, ideólogo y uno de los fundadores de Falange EspaƱola. A travĆ©s de un diario difundió la doctrina de este partido. Desde esa tribuna atacó a la repĆŗblica democrĆ”tica y propuso una vuelta a la monarquĆa y a los valores mĆ”s tradicionales de la fe católica. Sus ideas fueron el fundamento del levantamiento que protagonizó el General Franco y que luego se utilizaron para sostener su rĆ©gimen dictatorial. Dice Cercas:
“Durante esos aƱos de hierro SĆ”nchez Mazas pronunció discursos, diseñó estrategias y programas, redactó ponencias, inventó consignas, (ā¦) a travĆ©s de F.E., el semanario oficial de la Falange, difundió (ā¦) unas ideas y un estilo de vida que con el tiempo y sin que nadie pudiera sospecharlo -y menos que nadie el propio SĆ”nchez Mazas- acabarĆan convertidos en el estilo de vida y las ideas que, primero adoptadas como revolucionaria ideologĆa de choque ante las urgencias de la guerra y mĆ”s tarde rebajadas a la categorĆa de ornamento ideológico con la que un puƱado de patanes luchó durante cuarenta aƱos de pesadumbre por justificar su rĆ©gimen ” Este es sólo un triste ejemplo de lo que ocurre por ser irresponsables con las palabras.