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Medicamentos opioides

El problema es que el acceso a los medicamentos opioides depende de una tremenda encrucijada: por un lado fueron declarados como esenciales por la OMS y por las leyes nacionales. Por otro lado, también están sujetos a restricciones muy severas, pues están en las listas de los medicamentos controlados de los tratados internacionales sobre drogas. | Ilustración: Elizabeth Builes

Lanzamos cinco cartillas para entender cómo es el acceso a medicamentos opioides en cinco ciudades de Colombia

Los caminos del dolor que atraviesan quienes necesitan estos fármacos están plagados de frustración, pero en medio hay casos de redención, de pares comunitarios que acompañan o de profesionales de la salud que cuidan el final de vida para despedidas sin dolor. Conozca estas historias en Cali, Pereira, Armenia, Cúcuta y Santander de Quilichao.

Por: DejusticiaSeptiembre 30, 2020

Existen dos poblaciones para quienes los medicamentos opioides son esenciales: las personas que sufren de dolor severo al final de la vida por enfermedades terminales, como el cáncer, y aquellas que los necesitan para manejar el síndrome de abstinencia por el consumo de heroína.

Para  el primer grupo, los cuidados paliativos constituyen una opción terapéutica que concentra sus esfuerzos en garantizar la mejor calidad de vida posible en medio de enfermedades que deterioran el cuerpo y donde los medicamentos opioides juegan un rol clave. Para el segundo, el consumo de heroína de manera repetitiva genera dependencia, así que sustituir esta sustancia con un medicamento de grado farmacéutico permite aliviar los síntomas del síndrome de abstinencia, e inclusive constituye una opción de tratamiento para quienes quieren dejar de consumir la sustancia.

El problema es que el acceso a los medicamentos opioides depende de una tremenda encrucijada: por un lado fueron declarados como esenciales por la Organización Mundial de la Salud y por las leyes nacionales. De hecho, están incluidos en el Plan de Beneficios en Salud. Por otro lado, también están  sujetos a restricciones  muy severas, pues están en las listas de los medicamentos controlados de los tratados internacionales sobre drogas.

Lo anterior genera una maraña burocrática, administrativa, social y cultural que,  como consecuencia, agrava el sufrimiento de quienes ya estaban experimentando  graves dolores.

 

La escrucijada de los medicamentos opioides

En 2017, preocupadas por el impacto en el derecho a la salud por efectos de esta encrucijada en ambas poblaciones de usuarios, desde la línea Política de Drogas de Dejusticia investigamos sobre las barreras de acceso a medicamentos opioides en cinco ciudades del país.

Escogimos aquellas ciudades con consumo de heroína instalado y nivel intermedio de desarrollo de cuidados paliativos. Como resultado, realizamos trabajo de campo en  Cali, Armenia, Pereira, Cúcuta, y Santander de Quilichao.

En 2019 publicamos el libro “Los caminos del dolor: Acceso a cuidados paliativos y tratamiento por consumo de heroína en Colombia”, que describe la trayectoria de estos enfoques de cuidado en el país y las tensiones entre los tratados internacionales de drogas y el derecho a la salud; documenta las barreras más comunes para el acceso a los medicamentos, y propone algunas recomendaciones de política pública.

 

Sin embargo, a nivel local, cada ciudad y experiencia contaba con sus propias trayectorias, lecciones aprendidas y contextos que merecían más detalle y desarrollo. Es por eso que hoy presentamos estas cinco cartillas que ponen la lupa en la situación de cada ciudad que visitamos.

 


Cali

Encontramos a varios profesionales y voluntarios pioneros y visionarios de los cuidados paliativos, y una ciudad que, desde las autoridades locales, se comprometió a dar financiación a los vitales programas de reducción de daños para atender a las personas con consumos problemáticos de drogas.

 

 

 


Pereira

Aunque son incipientes los desarrollos de cuidados paliativos, profesionales jóvenes trabajan  para atender una población que se beneficia de este enfoque, mientras las organizaciones de base comunitaria son la piedra angular del cuidado para las personas que usan drogas.

 

 


Armenia

Con voluntad de diferentes esferas, encontramos servicios de bajo umbral para las personas que usan heroína, pero los cuidados paliativos permanecen como una posibilidad exclusiva para los pacientes oncológicos, cuando muchos más podrían necesitarlo.

 

 


Cúcuta

La ya difícil respuesta institucional a la demanda local de servicios se enfrenta a la presión adicional de una ciudad de frontera. Una excesiva especialización de la atención a los usuarios de heroína, y un desconocimiento de la ley de cuidados paliativos, significa que muchas personas deben estar sufriendo en silencio.

 


Santander de Quilichao

Es ejemplo de un lugar donde las normas aún están solo en el papel, mientras la población que necesita estos servicios queda a la deriva y fragmentada entre Cali y Popayán.

 

 

 


Los caminos del dolor que atraviesan quienes necesitan acceder a medicamentos  opioides están plagados de frustración, pero en no escasas ocasiones, también están las historias de redención, de pares comunitarios que acompañan, enfermeras que entienden la importancia de la reducción de daños, profesionales de la salud que cuidan el final de vida sin ofrecer soluciones heroicas, sino la posibilidad de despedirse sin dolor. Les invitamos a conocer un poco más de estas historias en estas cartillas.

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