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| Ilustraciones de la colección: Elizabeth Builes

Lanzamos una colección de libros que conecta la igualdad con los derechos humanos

Exploramos desde varias miradas las relaciones que se tejen entre desigualdad socioeconómica, pobreza y DD. HH. Los relatos de mujeres usuarias de drogas, de ciudadanos afectados por la contaminación, de personas que están lejos de poder acceder a internet y de estudiantes, niños y activistas atravesados por brechas históricas aparecen en esta colección.

Por: Agosto 18, 2021

¿Cómo experimentan las comunidades la pobreza y la desigualdad socioeconómica en Colombia?, ¿cuáles son los efectos de la pobreza y la desigualdad socioeconómica en el goce efectivo de sus derechos?, ¿qué pueden hacer los derechos humanos para enfrentar y reducir la desigualdad socioeconómica? Las respuestas a estas preguntas orientan el contenido de seis documentos con los que desde Dejusticia lanzamos una nueva colección.

Se trata de ‘Derechos Humanos por la Igualdad Socioeconómica’, en cuyos contenidos usamos diversas metodologías y temáticas para aportar nueva evidencia empírica al debate sobre la pobreza y la desigual­dad socioeconómica en el país. Esto, a su vez, nos permitió explorar y caracterizar otras dimensiones: la desigualdad en el acceso a servicios, como la educación, y la satisfacción de necesidades básicas, como la alimentación, por ejemplo.

La colección, que amplía y profundiza la literatura nacional en esta materia, se articula en torno a la idea de que los derechos humanos tienen un po­tencial importante para pensar la transformación de una realidad social profundamente marcada por la pobreza y la desigualdad. Además de ofrecer una poderosa narrativa que contribuye a que distintos grupos sociales se articulen en torno al cambio y la justicia social, los derechos humanos brindan una perspectiva analítica que permite profundizar dimensiones de estos fenómenos que suelen ser ignoradas en los análisis economicistas que dominan las políticas públicas en estos temas.

Desde Dejusticia esperamos que estas reflexiones contribuyan a la trans­formación y la ampliación de las herramientas de derechos humanos para enfrentar la pobreza y la desigualdad de manera integral y efectiva. Nuestra aproximación reconoce que se requieren transformaciones en los mecanismos y las prácticas de los derechos humanos para lograr po­líticas públicas que resulten apropiadas para enfrentar estos fenómenos.

¿Desde qué miradas dialogan los documentos con los que lanzamos la colección ‘Derechos Humanos por la Igualdad Socioeconómica’? A continuación, les contamos:


La desigualdad vista desde los entornos escolares de los niños y niñas Wayúu

La grave situación de derechos humanos que viven los niños y niñas Wayúu en la Alta y Media Guajira, llevó a que a que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ordenara medidas cautelares en 2015 y a que la Corte Constitucional declarara un Estado de Cosas Inconstitucional en 2017. Aunque no hay duda de que La Guajira es uno de los territorios con mayores índices de pobreza y desigualdad del país, poco se conoce sobre la manera en que esta realidad se expresa en los territorios más dispersos del municipio de Uribia y cómo afecta sus condiciones de acceso al agua y el alimento.

A partir de un análisis cualitativo de fuentes estadísticas y bibliográficas, como de diferentes datos recolectados en entrevistas semiestructuradas y trabajo en territorio, esta investigación aborda la posible relación entre la desigualdad económico-geográfica y el acceso a agua y alimentos de calidad en los ambientes escolares de Uribia. Su foco se centra en los entornos escolares por ser el lugar donde los niños y niñas Wayúu adquieren gran parte de los alimentos del día y adquieren hábitos alimentarios.

Esta investigación hace parte de la serie Desigualdad Económica en Colombia Desde una Perspectiva de Derechos Humanos que impulsa Dejusticia. El documento busca dar luces sobre cómo la desigualdad socioeconómica, entendida aquí como la distribución geográfica de la pobreza en una relación de centro-periferia, se vincula con las condiciones accesibilidad, disponibilidad, aceptabilidad y calidad de alimentos y agua potable que tienen poblaciones altamente vulnerables y marginalizadas, como los niños y niñas Wayúu en la alta Guajira.


Desigualdad desde la mirada de mujeres trabajadoras sexuales y usuarias de drogas en Pereira y Dosquebradas

El libro explora lo que significa usar drogas y ser mujer en contextos de vulnerabilidad económica en las ciudades de Pereira y Dosquebradas, a través de entrevistas con 54 mujeres, en su mayoría de las redes atendidas por los programas de reducción de daños en esas ciudades. Las políticas de drogas, y la experiencia femenina con el uso de drogas, considerada como transgresora, es recibida con misoginia institucional, exacerbando así condiciones adversas de salud y condiciones generales de vida.

Tomando como referencia los relatos de 54 mujeres que usan distintas drogas ilícitas, se abordan las experiencias en el inicio del consumo, las condiciones estructurales de vida, los ciclos de violencia que han experimentado, la salud sexual y la agencia reproductiva, la maternidad, el papel de la reducción de daños en sus vidas, y la búsqueda de tratamiento. El libro propone, por un lado, que la política actual de drogas empeora la calidad de vida de mujeres inmersas en el consumo, y propone, desde la experiencia comunitaria, unas claves para incluir enfoques de cuidado en estas políticas.


La desigualdad que atraviesa las vidas de activistas del sur global en la pandemia

Este libro es el resultado de un esfuerzo colectivo por parte de los ex alumnos del Taller Global para Jóvenes Defensores de Derechos Humanos, organizado cada año por Dejusticia. Los talentosos autores de este libro, que son activistas e investigadores del Sur Global, encarnan una nueva manera de relatar los derechos humanos y las reivindicaciones de justicia social. Debido a la pandemia de la covid-19, el Taller Global de 2020 tuvo que ser aplazado, pero no podíamos dejar pasar la oportunidad de relatar la pandemia a través de sus voces diversas y comprometidas desde Chile hasta Pakistán, pasando por República Dominicana y Nigeria.

En este volumen, los y las autoras exploran los efectos de la pandemia con un denominador común: la desigualdad. Aquella desigualdad estructural que la pandemia ha revelado o agudizado, pero que al mismo tiempo ha contribuido a la organización social colectiva y a cuestionar a los gobiernos desde sus fundamentos.

La desigualdad pandémica también reflexiona sobre el rol de la sociedad civil en estos tiempos de coronavirus. ¿Cuáles son los nuevos papeles que implican estos cambios para la sociedad civil, para las formas como nos organizamos y como hacemos incidencia? Los colaboradores de este libro, desde distintas perspectivas, nos invitan a considerar lo que estamos aprendiendo de la pandemia acerca del papel de la movilización colectiva y la sociedad civil en tiempos de crisis, lo cual puede contribuir a reorientar nuestro trabajo hacia el futuro.


La desigualdad que respiramos por la mala calidad del aire en Bogotá

La mala calidad del aire se ha convertido en un problema reiterado de las ciudades. Dado los procesos de expansión urbanística no planificada y otros elementos que han llevado una desigualdad espacial en las ciudades, la exposición a contaminación en el aire se intersecta con otros aspectos de desigualdad socioeconómica en las ciudades.

Bogotá no ha sido la excepción y por esto, desde la década pasada, fue implementado un Plan de descontaminación del aire en la ciudad (PDDAB). Sin embargo, dicho plan ha presentado obstáculos en su implementación pues parte de los costos de sus estrategias recaen en población que no tiene cómo hacerle frente.

Esta investigación propone una metodología de evaluación de justicia ambiental sobre las políticas y estrategias relacionadas con la calidad del aire. Al aplicarla sobre el PDDAB encontramos que las estrategias del Plan acentúan la desigualdad económica pues no internaliza que las fuentes de contaminación coinciden con los sujetos expuestos.

Estos sujetos no sólo no cuentan con la capacidad de mitigar su impacto ambiental por sí solos, sino que no logran adherirse a las estrategias de descontaminación de la ciudad. A medida que no se implementa efectivamente un plan de descontaminación, la desigualdad se acentúa, tanto por variables socioeconómicas como por la exposición a la mala calidad del aire. Usando los resultados del análisis, elaboramos una serie de recomendaciones para un nuevo plan de descontaminación.


La desigualdad vista desde las brechas educativas en Colombia

La educación en Colombia está fuertemente sesgada por la clase social. En términos generales, los hijos de los padres de clase alta estudian en colegios que ofrecen una educación de buena calidad, mientras que los hijos de padres de clase baja y media baja estudian en colegios que ofrecen una educación de menor calidad y en algunos casos, sobre todo cuando se trata de campesinos, de una calidad deficiente. Hay excepciones claro, y también algunos intentos de política pública que procuran remediar esta situación; pero en términos globales esta separación existe y equivale a una situación de segregación que aquí denominamos apartheid educativo.

En este libro se estudia esta segregación no solo en lo que se relaciona con su descripción actual sino también con su origen histórico. En relación con esto último, se analizan las tensiones políticas y religiosas que, a lo largo de la historia de Colombia, impidieron el buen desarrollo de la educación pública. Fueron tensiones que, en medio de debates muy abstractos e ideologizados, caldearon los ánimos de las partes involucradas, todo lo cual frustró los acuerdos básicos que se requerían para hacer avanzar los proyectos educativos. En relación con la descripción fáctica, el libro presenta las cifras y los análisis cuantitativos que muestras cómo, desde la primera infancia y hasta la educación universitaria, se consolida un sistema de segregación en el que los estudiantes reciben un tipo de educación de calidad diferente según la clase social a la que pertenecen.

La clase política colombiana y la sociedad misma han terminado normalizando esta anomalía, e incluso viendo en ello una fatalidad histórica frente a la cual nada se puede hacer. En este libro, por el contrario, se defiende la necesidad de emprender un gran proyecto educativo que remede los efectos nefastos, para el desarrollo y la democracia, del sistema de segregación que hoy tenemos.


La desigualdad desde el acceso a internet en Colombia

Este texto aborda el fenómeno del acceso a las nuevas tecnologías digitales y de la(s) brecha(s) digital(es). A partir de una reflexión interdisciplinar, nos preguntamos por la desigualdad económica en el acceso y uso de estas tecnologías. Nos centramos en el acceso a Internet entendido aquí —tomando prestados elementos de la sociología— como un espacio en el que se interactúa y en el que se ejercen derechos.

Esta aproximación busca complementar un debate más allá de los límites del Derecho: ¿el acceso a Internet debería ser reconocido como un derecho? ¿Cuál sería el contenido de este derecho? ¿Qué papel podría jugar este reconocimiento en el cierre de la brecha digital? El libro pretende dar luces para responder estas y otras preguntas a partir de una revisión del concepto brecha digital y de algunos argumentos en torno a la caracterización jurídica del acceso a Internet en el plano internacional. También pretende dar cuenta de algunos elementos del caso colombiano: un diagnóstico preliminar sobre las brechas digitales y el estado actual del debate sobre el carácter jurídico del acceso a Internet en el derecho interno, en donde terciamos en el debate y proponemos entenderlo como un derecho fundamental.


 ¿Por qué hablar de pobreza y desigualdad socioeconómica?

La pobreza es un problema central de la agenda de la mayoría de los países. Imposibilita la vida digna y el desarrollo de las capacidades humanas, lo que justifica por qué es fundamental entenderla, enfren­tarla y eliminarla.

En contraste con el consenso en torno a la erradicación de la pobre­za, al menos la extrema, la desigualdad socioeconómica suele ser asumida en debates públicos como el resultado de decisiones individuales o de capacidades diferenciadas. Sin embargo, esta colección parte de la idea de que la desigualdad socioeconómica debe ser también enfrentada y reducida, pues se trata de un fenómeno con impactos negativos en la economía, las sociedades e incluso en el sistema político.

En los últimos 30 años, Colombia ha sido uno de los países más desiguales de América Latina y el mundo, de acuerdo con la Cepal. Esto se ve reflejado, entre otros, en que el ingreso per capita promedio en el decil más pobre de la población es de 54 mil pesos (15 dólares aprox.) y en el decil más rico es de 2.6 millones de pesos (694 dólares aprox). Esta enorme desigualdad resulta aún más problemática en un contexto como el colombiano, en el que los índices de pobreza son muy elevados. A 2019, el 35,7 % de la población se encontraba por debajo de la línea de pobreza, de los cua­les 9,6 % estaban en la extrema pobreza (DANE, 2021), es decir, que no podían, entre otros, consumir las calorías necesarias para tener buenas condiciones de salud.

La crisis generada por el coronavirus en 2020-21 ha expuesto e incluso profundizado estos dos fenómenos. A pesar de los programas sociales desarrollados por el gobierno para enfrentar la emergencia sa­nitaria del covid-19, en 2020 la pobreza monetaria aumentó 6,8 puntos porcentuales en relación con el año anterior, llegando al 42,5% de los colombianos (DANE, 2021). Además, un 30 % está en riesgo de caer en la pobreza.

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