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| EFE

Las perspectivas para la sociedad civil ante el retiro de USAID

Esta entrega del boletín elaborada por el equipo de Regionalización en Dejusticia aborda los claroscuros de este debate a partir del análisis de dos casos críticos en el contexto latinoamericano: Colombia y México.

La suspensión de las donaciones de USAID por parte de la administración de Donald Trump ha sumado un nuevo golpe al funcionamiento de las organizaciones de la sociedad civil que, junto a las leyes anti-ONG ‘s que diversos países han aprobado, tienen serias repercusiones globales. Viejas y nuevas controversias alrededor de esta fuente de recursos están a la orden del día, pero más allá de la postura que se asuma en este debate, es innegable que una parte de la acción de la sociedad civil en el Sur Global dependía considerablemente de esta fuente, lo cual plantea discusiones urgentes sobre cómo fortalecer  la resiliencia de la sociedad civil a futuro.  

La sociedad civil es una red de asociaciones que toman los problemas que surgen en la vida cotidiana, le dan resonancia y los llevan de forma espontánea al espacio público. Dado que no son organizaciones estatales y no pertenecen a grupos económicos, utilizan como principal fuente la cooperación y la filantropía como forma de garantizar su independencia. Por su parte, siguiendo a los profesores Gerardo Munck y Sebastián Mazzuca,  pareciera que Latinoamérica estuviera atrapada en una trampa  institucional de calidad media, en la que coexiste un Estado con baja capacidad institucional para garantizar la provisión de bienes públicos y una democracia imperfecta con problemas de corrupción, clientelismo, entre otras debilidades. Por tanto, es un Estado que tiene serias dificultades para llegar a todo el territorio y a nivel subnacional estas dificultades aumentan, pues en algunos casos, los Estados carecen de capacidad técnica y financiera esencial para movilizar parte de sus capacidades, y por ello ha necesitado de lo que ofrece la cooperación. 

Para el caso de Colombia y México, los recursos de cooperación, y en particular los provenientes de Estados Unidos, han generado en lo subnacional una dinámica de relacionamiento desigual y de dependencia, en la que dicha ayuda ha estado marcada por los intereses de ese país. Esta entrega del boletín elaborada por el equipo de Regionalización en Dejusticia aborda los claroscuros de este debate a partir del análisis de dos casos críticos en el contexto latinoamericano: Colombia y México. En ambos casos se trata de países que han tenido recientemente tensiones en la relación diplomática con Estados Unidos, y en este marco la posición de los gobiernos ha tomado una cierta independencia crítica de algunas decisiones. Sin embargo, en lo que atañe al vacío que dejan estos recursos, los discursos no se han correspondido con planes más decididos para fortalecer las capacidades locales de otras formas. 

En el primer artículo “Trump y USAID ¿una oportunidad para integrar un trato horizontal en las relaciones de cooperación internacional entre el Estado colombiano y otros países?”, se plantea una visión crítica sobre cómo los recursos de cooperación estadounidense han estado atravesados por dinámicas de subordinación, en los que intereses globales se priorizan por encima de los territoriales. Y, en el segundo artículo “Cooperación o dependencia: el dilema de México ante el congelamiento de los fondos de USAID”, Luisa Guerra describe algunos sucesos históricos que explican la tensa relación entre México y Estado Unidos, caracterizada por lógicas coloniales y expansionistas que la actual presidenta Claudia Sheinbaum pretende contener. Aunque tal decisión supone desafíos importantes para implementar políticas públicas de desarrollo social y garantizar su independencia. 

Estos artículos abogan por la necesidad de optar por un camino de fortalecimiento de la sociedad civil y los Estados del Sur Global en respuesta a esta suspensión de recursos. Ver la crisis como una oportunidad de transformación para que los países del Sur replanteen relaciones de cooperación internacional más horizontales que repercutan en las necesidades del país receptor, especialmente a nivel subnacional. Pero también hacer cambios sustanciales que impliquen al menos dos cosas: i) fortalecer el recaudo de impuestos a nivel subnacional para tener mayores recursos dirigidos a materializar derechos sociales; y ii) promover relaciones más horizontales, evitando acciones paternalistas y fortaleciendo la capacidad de agencia de las organizaciones. 

Transformar el asistencialismo por aportes que contribuyan a la formación de capacidades es más costoso y demorado, pero es más sostenible a largo plazo. Si el propósito es ayudar, la vía debe ser fortalecer las capacidades. Esto implica que la cooperación internacional tenga una visión de largo aliento a través de una lógica de proceso que permita priorizar las necesidades de las comunidades, del territorio y, aportar a una visión de crecimiento de la economía regional.

De interés: Sociedad Civil / Trump / USAID

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