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Las “travestis” de la política

ALGUNOS COLUMNISTAS HAN LLAmado “travestis” de la política a los congresistas que cambiaron de partido. El término es infortunado.

ALGUNOS COLUMNISTAS HAN LLAmado “travestis” de la política a los congresistas que cambiaron de partido.

El término es infortunado: hay que jalarle al respetico con los travestis, que son ciudadanos honestos y no merecen ser comparados con los políticos que le venden el alma al mejor postor.

Pero el tema de la población LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) cae como anillo al dedo, porque sirve para ilustrar el efecto más perverso del transfuguismo: la “volteada” —esa sí inmoral— de las ideas y los principios políticos.

Para la muestra está la triste historia de Cambio Radical. Como lo dice un blog del abogado y activista Mauricio Albarracín, ese partido está recibiendo una dosis de su propia medicina: hoy es la mayor víctima de los tránsfugas, pero ayer fue el escenario del transfuguismo de su líder, Germán Vargas Lleras, frente a las aspiraciones de lesbianas y gays.

Vargas Lleras es un declarado defensor de los derechos de las parejas del mismo sexo. Pero en Cambio Radical, esos principios quedaron en el clóset. El partido acogió en su seno el cristianismo fundamentalista de Claudia Rodríguez de Castellanos, cuya cruzada homófoba la convierte en nuestra Anita Bryant, como la llama Albarracín recordando la película Milk. Como por arte de magia, el partido de Vargas Lleras pasó a hacerles oposición acérrima a los proyectos de ley a favor de las parejas del mismo sexo. Por ejemplo, el proyecto sobre seguridad social para lesbianas y gays se hundió en 2007, con la ayuda de los votos de la mayoría de la bancada de Cambio Radical.

Digo que la historia es triste porque, hace poco, la senadora Claudia Rodríguez abandonó Cambio Radical para irse al Partido de la U. ¿Qué estará pensando Vargas Lleras? ¿En qué quedan sus ideas y las de su partido, ahora que vivos más poderosos le sonsacaron a los fundamentalistas morales? ¿Cambiará la posición de Cambio Radical, para ajustarse a lo que Vargas Lleras piensa? Si es así, ¿habrá un solo votante gay o lesbiana (y hay muchos) que le vuelva a creer?

Pero lo de Cambio Radical es historia. Hay que preguntarse, más bien, cuál será la posición de los diseñadores y beneficiarios del transfuguismo: el Partido de la U y el Partido Conservador, que ahora forman una coalición uribista fortalecida. Como lo dijo Francisco Miranda en El Tiempo este fin de semana, se trata de una coalición en la que los congresistas en líos judiciales intentarán blanquearse, y que estará tirada claramente a la derecha, tanto en temas políticos como en temas sociales y morales, como los derechos de los ciudadanos LGBT.

Una coalición cuya doble moral dará náuseas: dura con el “pecado” de los homosexuales y suave con los verdaderos pecados contra la vida. Nadie la ha descrito mejor que el escritor vallenato Alonso Sánchez Baute en Líbranos del bien, ese librazo que lo hizo volver a su tierra para preguntar por qué la sociedad que lo vio crecer nunca le ha perdonado ser gay, pero condona las masacres de los paras.

Al final del libro, se despacha contra su primo (Alfredo Cuello Baute, representante a la Cámara por el Partido Conservador), que fue llamado a indagatoria dentro del proceso de la parapolítica y fue uno de los principales opositores del mencionado proyecto de ley a favor de las parejas del mismo sexo. Cito a Sánchez Baute, el escritor: “Robar no es inmoral. ¡Matar no es inmoral! En este pueblo, en esta Colombia cantinflesca, la única moral encorsetada es la sexual. La demás es laxa y descarada… Curiosa moral… donde el asesinato, el contrabando, el narcotráfico y la corrupción son aceptados pero dar culo es pecado”.

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