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Mujer libre

| Laura Zambrano

Mi primera navidad como una mujer libre

Este es el relato de Claudia Cardona, activista por los derechos de las mujeres privadas de libertad y sus familiares. Aquí nos cuenta cómo fueron sus navidades en la cárcel el Buen Pastor y cuál es la esperanza que hoy tienen las madres cabeza de hogar que permanecen en prisión.

Por: Adriana AbramovitsDiciembre 24, 2022

Para Claudia Cardona todas las navidades que pasó dentro de la cárcel el Buen Pastor, en Bogotá, fueron muy parecidas: la angustia  por querer comunicarse con sus familiares, las largas filas para usar los pocos teléfonos públicos disponibles, la impotencia de no tener dinero ni forma de entregarle un regalo a su hija.

Dentro de los patios, algunas encienden la radio, escuchan música navideña y bailan entre ellas. Otras oran a dios y se resguardan en su celda. Todas quieren saber qué estará haciendo la familia allá afuera. 

En su primera navidad dentro de la cárcel, Claudia tuvo una compañera de celda que recuerda con mucho cariño. A media noche, se sentaron juntas a compartir la comida que los familiares habían llevado y aquello se sentía como encontrar una nueva tribu.


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Los deseos de año nuevo eran siempre los mismos: “que este año traiga la libertad”, “prometo cambiar”, “quiero estar con mis hijos”. Claudia comenta que, en este sistema penal y criminal, donde la mayoría de las mujeres que se encuentran en prisión son cabeza de familia, no se toman en cuenta las circunstancias en las que se cometen los delitos. “Es que usted no pensó en sus hijos”, es una frase común que repiten los funcionarios del INPEC, aun cuando justamente pensando en ellos y en su supervivencia se vieron en la necesidad de delinquir. O ese es el caso de muchas.

Claudia estuvo privada de su libertad entre el 2008 y el 2017. Entró cuando su hija tenía 4 años. En ese momento, no era consciente de que, tras las celdas, las mujeres también tienen derechos, que muchas son madres y tienen familia, y que durante su paso por la cárcel deben ser tratadas con dignidad. En su tiempo en  El Buen Pastor fue representante del Comité de Derechos Humanos, y ejercía su cargo por intuición: denunciaba cuando la comida llegaba en mal estado, cuando no se atendían asuntos urgentes de salud o cuando la guardia arremetía violentamente contra una compañera. 

Aquel liderazgo se quedó con ella, incluso cuando salió de prisión en 2017. Claudia continuó con su activismo con enfoque de género y convocó a otras mujeres que estuvieron recluidas con ella a conformar un colectivo que luego llamaron “Mujeres Libres”. Juntas, se sentaban a discutir sobre los tratos crueles y degradantes que recibieron, la vulneración a sus derechos y cómo podían hacer pedagogía para que las mujeres que aún permanecen privadas de su libertad tengan mejores garantías para hacerlos valer.

El trabajo de Mujeres Libres encuentra en las “Reglas de Bangkok”, un instrumento creado por las Naciones Unidas para el tratamiento de mujeres privadas de libertad, un fundamento sólido que toma en cuenta las causas estructurales de la violencia de género. Este tratado de 70 reglas considera a las mujeres privadas de libertad como un grupo vulnerable con requisitos específicos, se toma en cuenta el desarrollo físico, emocional, social y psicológico de sus hijos y se prioriza la aplicación de medidas no privativas de la libertad.

En 2021, Mujeres Libres se convirtió en una organización legalmente constituida y en diciembre de 2022 publican la cartilla “Oscuridad Mágica”, donde se narran historias reales para explicar las Reglas de Bangkok a sus amigas, compañeras y familiares que aún se encuentran en prisión.

Esa primera Navidad de Claudia fuera de prisión sucedió seis meses después de haber salido. No había arbolito, ni adornos, y ese “espíritu de la Navidad” tampoco estaba sembrado en el corazón de su hija. Pero la alegría de estar juntas era absoluta. Claudia desempolvó un Papá Noel y una Mamá Noel de cuando su hija tenía 4 años y los puso en la entrada. Claudia ya trabajaba, y aunque aún no percibía mayores recursos económicos, logró comprar un saco y unos audífonos que envolvió muy bien y los dejó en la entrada, al lado de los muñecos. Desde ese entonces, aprovechan cada Navidad para acercarse un poco más. Para demostrar las ganancias del conocimiento mutuo y recuperar el tiempo que estuvieron distanciadas.

A diferencia de los años anteriores, el propósito de año nuevo viene cargado de esperanza: que el Presidente de la República sancione la Ley de servicios de utilidad pública como medida sustitutiva a la pena de prisión.

Esta vez, las peticiones consisten en exigir una política pública para cuando se sale de prisión. Claudia pide oportunidades para que las mujeres no se vean en la necesidad de reincidir. Pide por una vida libre de estigmatización, donde se reduzcan los obstáculos para contratar a personas con antecedentes penales, se facilite la posibilidad de empezar o continuar con los estudios académicos y la burocracia bancaria les permita emprender. Finalmente pide por la salud mental de las mujeres y sus familiares. Por el cierre de las brechas que existen para esta población.

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