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¿Miopía de los Cinco Ojos?
Por: Vivian Newman Pont | diciembre 1, 2013
Los Cinco Ojos son cinco grandes países del ajedrez global: Reino Unido, Canadá, Australia, Nueva Zelandia y, cómo no, Estados Unidos. Se unieron hace décadas en un acuerdo secreto de cooperación en inteligencia que les permite acceder a satélites, radios y cables de fibra óptica para hacer, entre otras, espionaje internacional. Recientemente, intentaron confabularse en espacios de Naciones Unidas para desvertebrar la privacidad en la era digital e imponer la vigilancia masiva en internet. Es decir, para que la agencia norteamericana de seguridad (NSA) y cualquiera de sus homólogas pueda seguir espiando masivamente a amigos y enemigos.
Pero algunos amigos no estaban dispuestos a tragar entero y su buena talla garantizaba una lucha de titanes. Entre ellos, surgieron con fuerza Alemania y Brasil. La presidenta brasilera, públicamente indignada, hace unas semanas en la 68ª Sesión de la Asamblea General concluyó que la seguridad alegada por EEUU era una mera excusa para beneficiarse de su espionaje. En su discurso dejó ver que sabía que información corporativa- de gran valor económico y estratégico- había estado en el centro del espionaje y que no sólo ella, sus ministros y Petrobras, sino que toda la ciudadanía brasilera y global se había visto afectada.
De manera que las cosas no se iban a quedar así. Roussef y Merkel propusieron a comienzos de mes una resolución que promueve el derecho a la privacidad en la era digital. La resolución solicita a la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos que prepare un informe sobre principios, estándares y buenas prácticas que sirvan para atender las preocupaciones de seguridad de los Estados, sin que esto conlleve violación a los derechos humanos. Es decir, que se pueda proteger contra el terrorismo y el delito, sin tener que chuzar indiscriminadamente o recoger información y metadatos masivamente.
La resolución es clave porque nos permite revisar los derechos humanos en el contexto de los avances tecnológicos de los últimos 25 años. También es importante porque articula el derecho a la privacidad, con la libertad de expresión, el acceso a la información y la gobernabilidad democrática. O sea que nos permite vivir democrática y civilizadamente.
Los Cinco Ojos, liderados por Estados Unidos, ejercieron una gran presión para ajustar el borrador. El gobierno de Obama, según lo constatan varias organizaciones que monitorean el asunto, buscó modificar el borrador para que se acomodara a sus cuestionables prácticas actuales de vigilancia masiva. En particular, los diplomáticos norteamericanos y sus aliados pretendieron quitar referencias a la privacidad como derecho humano, afirmar que sólo se viola la intimidad cuando se abusa o accede a la información recogida (no cuando se recoge la información), o cuando se hace extraterritorialmente y aseverar que no hay violación en la recolección de los metadatos, a pesar de que estos últimos dan más cuenta de una persona que muchos de los contenidos de sus comunicaciones. Y así, estas intenciones, con regulares argumentos, intentaron deformar la resolución que representa una oportunidad valiosa para avanzar en la protección de la intimidad.
Afortunadamente, Brasil, Alemania y una cantidad de ojos globales estaban abiertos y vieron que los cinco ojos se hacían los de las gafas. Es obvio que la recolección y retención de información masiva sin un fin específico aparente y bajo alegaciones de protección de seguridad es una tapadera para la obtención de ventajas económicas, políticas y estratégicas. Y una resolución robusta como la que se aprobó en el Comité de Derechos Humanos hace un par de días y probablemente se firmará en la Asamblea General de Naciones Unidas el mes entrante es necesaria para avanzar en la protección de los derechos humanos en la era digital.