| Collage: Papel Cortante
Sanar el dolor de la pérdida a través de la búsqueda colectiva
Por: Lucía Ramírez Bolívar | diciembre 18, 2024
Escuchar a Deidania Perdomo Hite es entender que el dolor de quienes tienen un familiar desaparecido forzadamente es tan profundo e irreparable, que sólo el apoyo de otras personas que viven esta misma tragedia es lo que les permite seguir adelante. Desde 1988, Deidania busca a varios de sus familiares, entre ellos a su hermano Henry Perdomo Hite. Aunque no habla mucho de sus propias pérdidas, ha dedicado su vida a acompañar a otras mujeres a buscar a sus familiares en el departamento del Meta, el segundo con el mayor número de registros de personas desaparecidas en Colombia.
Su historia, su liderazgo y su conocimiento técnico de los procesos de búsqueda llevaron a Deidania a convertirse en la directora general del Colectivo Sociojurídico Orlando Fals Borda. El Colectivo – que hace honor al legado del padre de la sociología en el país y co-autor del libro “La Violencia en Colombia” – lleva más de 15 años acompañando a familiares de víctimas de personas desaparecidas a través de la representación legal, el apoyo psicosocial y el fortalecimiento comunitario.
Las propias búsquedas
Deidania nació en el corregimiento de Puerto Esperanza, ubicado en el municipio de El Castillo, departamento del Meta. Cuando le pregunto cómo se convirtió en una mujer buscadora, me responde que fue el día que entendió que muchas otras familias estaban pasando por su misma situación, que las historias de desaparición se repetían y que la ausencia de sus familiares era un delito, aunque la sociedad no quisiera reconocerlo como tal. Entender que no estaba sola, la motivó a unirse con otras víctimas para buscar activamente a su hermano Henry. Para Deidania, Henry era su hermanito, su compinche, con quien salía a rumbear y su compañero permanente.
Su primer paso para buscar a Henry se dió gracias al acompañamiento del Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE), quien apoyó a muchas familias para que un 10 de diciembre – día internacional de los derechos humanos – a mediados de los 2000 se hiciera en Villavicencio la primera exposición fotográfica de personas desaparecidas. Ese día, muchas mujeres salieron al parque principal a exponer las galerías de sus desaparecidos. A Deidania la marcó ver cómo algunas personas que pasaron por el parque señalaban a sus familiares de ser guerrilleros y ladrones y por eso justificaban su ausencia. No se conformaron con juzgarlas, sino que quemaron muchas de las galerías y las agredieron físicamente. El dolor de ser juzgada por exigir el regreso de Henry y los demás desaparecidos fue una motivación para continuar la búsqueda y dignificar su buen nombre: “si quemaron estas fotos vamos a sacar más”.
¿Les has visto? ¡Nos hacen falta!: Aprender a buscar en colectivo
En los últimos 20 años Deidania no ha parado de buscar no sólo a Henry y a sus demás familiares, sino a cientos de víctimas de desaparición forzada del departamento. Con nostalgia, recuerda cómo luego de que quemaran las galerías, las mujeres se propusieron documentar más casos para evidenciar la magnitud de este horror. Para el año 2006, el grupo de familiares de víctimas de personas desaparecidas – del que Deidania hacía parte – ya tenía más de 200 casos identificados. Así nació el capítulo Meta del MOVICE.
Desde la experiencia de Deidania la búsqueda ha tenido diferentes etapas. El primer paso fue contar sus historias y hacerlas públicas. Por ejemplo, se paraban en los semáforos en rojo para mostrar las galerías de sus familiares. Las galerías son afiches donde está la foto de la persona desaparecida, con su nombre, número de documento de identificación y las circunstancias de su desaparición. Además de los afiches, empezaron a documentar los casos y compartieron esa información con el banco de datos de derechos humanos y violencia política del CINEP. La revista “Trochas de memoria suroriente colombiano”, apoyada por el CINEP, publicó documentos cortos donde las mujeres – a nombre propio – registraron la desaparición de su familiar y contaban su historia en sus propias palabras y sentires. Deidania y sus compañeras se sentían famosas, pues alguien por fin las estaba escuchando. Gracias a esos esfuerzos, lograron que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) les apoyara con recursos para que se desplazaran a los municipios a hablar con las comunidades sobre los derechos de las víctimas. Ellas llevaban las galerías y eso motivó a otras víctimas a crear equipos locales para que pudieran documentar más casos.
Luego vino la incidencia en espacios institucionales. En 2010 – gracias a la alianza del grupo en el que participaba Deidania con otras organizaciones de la sociedad civil – se llevó a cabo en La Macarena una audiencia pública convocada por el Senado sobre la crisis humanitaria de los Llanos Orientales. Esta audiencia, que tenía como objetivo que las comunidades pudieran denunciar las violencias que estaban sufriendo, terminó con un acto de memoria por las víctimas de desaparición forzada que estaban inhumadas en el cementerio de La Macarena. A esta audiencia llegaron las galerías para darle un lugar a los desaparecidos. Para Deidania este momento marcó un antes y un después porque evidenció que muchos de los cuerpos enterrados sin identificar y que fueron reportados como muertos en combate, eran en realidad víctimas de ejecuciones extrajudiciales. La valentía de quienes compartieron sus testimonios en esta audiencia, a pesar de la estigmatización que les generó, motivó a más personas a acercarse a Deidania a compartir que estaban buscando a un familiar. Luego de casi 15 años, Deidania ha llegado a la conclusión que gracias a los esfuerzos de quienes promovieron esa audiencia “salió a la luz una verdad que estábamos exigiendo y que nos querían tapar”.
Documentar cientos de casos de desaparición forzada le ha dejado a Deidania muchos aprendizajes sobre el proceso de búsqueda como tal. Por ejemplo, aprendió a identificar patrones viendo cómo las circunstancias de unos casos eran muy similares a las de otros. También entendió que es clave trabajar de la mano con los familiares pues en muchos casos en su memoria está intacta la imagen de la última vez que vieron a la persona desaparecida. Deidania ha comprobado en muchos casos cómo está imagen coincide casi que al detalle con las características de los restos encontrados. Incluso, los procesos de búsqueda en los que ha participado llegaron a desarrollar un método denominado la búsqueda inversa. Este método se implementa cuando los cuerpos son hallados pero no hay claridad de quiénes son sus familiares para entregarselos. Así, eran los desaparecidos los que buscaban a sus familiares a través de la difusión de afiches en sitios públicos como los terminales o las casas de las juntas de acción comunal. Esta estrategia fue adoptada por la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas y para Deidania es un reconocimiento al trabajo de las víctimas. Ella considera que es un avance muy importante, pero el hecho de que se implemente a través de una plataforma virtual puede limitar su alcance. Por eso llama la atención sobre la necesidad de que se utilicen otros mecanismos para quienes no tienen acceso a internet o enfrentan otras brechas digitales.
El trabajo de Deidania en los procesos de búsqueda se ha enfocado en identificar y documentar los casos y hacer incidencia ante las instituciones. Uno de los grandes logros de todos estos años fue participar en la constitución de la Mesa departamental de búsqueda de personas desaparecidas, donde las organizaciones y las instituciones trabajan en conjunto. Estar en este espacio le implicó a Deidania enfrentar encuentros difíciles como por ejemplo con la fuerza pública, acusada de cometer ejecuciones extrajudiciales en la región. A pesar de las tensiones, ella valora profundamente este espacio porque le permitió trazar un plan de trabajo, intercambiar conocimientos sobre los procesos de búsqueda y movilizar a la institucionalidad.
Los procesos de búsqueda pueden transformar la vida de las mujeres
Cuando habla de los procesos de búsqueda en los que ha participado Deidania menciona con frecuencia a otras mujeres que también están buscando a alguien. Para ella, esta labor la han asumido principalmente las mujeres. Una razón obvia es que por lo general son los hombres de sus familias, sus esposos o sus hijos, quienes han desaparecido. La otra razón, menos evidente, es que ellas han asumido esa búsqueda con un compromiso inigualable. Muchas han dejado sus familias y su trabajo para dedicar todo su tiempo y sus esfuerzos no sólo a buscar a los suyos, sino para unirse a procesos de búsqueda colectivos. Por eso para Deidania y otras mujeres – cómo nos lo ha mostrado esta serie – la búsqueda se convirtió en una forma de ejercer el cuidado hacía los suyos aunque ya no estén presentes físicamente.
Para seguir cuidando a sus familiares desaparecidos las mujeres han exigido a las instituciones que los busquen hasta encontrarlos. Sin embargo, Deidania ha visto cómo a veces las instituciones se aprovechan de las vulnerabilidades de las mujeres para no cumplir con sus obligaciones. Algunas mujeres con las que ha trabajado Deidania en Villavicencio no sabían leer ni escribir, lo que hizo que algunas autoridades las discriminaran. Esta situación motivó a Deidania a participar en la creación de la Escuela de Alfabetización Celmira Lopez Mendoza que empezó con siete mujeres y hoy en día alberga cerca de 74.
La Escuela ha permitido que las mujeres buscadoras aprendan a leer y escribir y, en últimas, que tengan más herramientas para exigir sus derechos. Para aprender a escribir practicaron contando sus propias historias, no sólo las de quienes han perdido, sino las de ellas, de donde vivían, por qué no aprendieron a leer y escribir y a los oficios a los que se dedican. Deidania compiló sus historias en un pequeño libro, que luego fue publicado y distribuido otro 10 de diciembre. Este espacio también les ha permitido explorar otras facetas de sí mismas como la actuación, el baile y el canto. Actividades que hacían sus familiares desaparecidos y que ellas quieren continuar para mantener viva su memoria. Para mantener la Escuela, las mujeres han unido esfuerzos y montaron una fábrica de limpiones de cocina. Una parte importante de los recursos que obtienen de las ventas son reinvertidos en los gastos de la Escuela lo que permite que sea una iniciativa sostenible.
Para las mujeres la Escuela de Alfabetización es como una segunda casa. Es un espacio de sanación y de sororidad donde han podido reconstruirse a pesar del dolor de la desaparición de sus seres queridos y han buscado maneras de conmemorarlos. Algunas de las mujeres reconocen que sus familiares no van a aparecer, “pero con el hecho de colocar una piedra con su nombre estamos dignificando su vida, estamos sanando”. Por eso, en el cementerio central de Villavicencio las víctimas construyeron un monumento con los nombres de sus familiares y aunque no han recibido sus restos pueden ir allí a visitarlos a llevarles una vela y una flor. Así, todos los 30 de agosto – día internacional de las víctimas de desapariciones forzadas – las mujeres se reúnen en el cementerio y realizan un acto simbólico, acompañadas de quienes ya han recibido los restos de sus familiares.
Las víctimas siempre esperan de nosotros
Deidania siempre habla de “nosotras”. La esperanza y la fuerza que han encontrado trabajando con otras mujeres convirtió su búsqueda en un proceso colectivo. Ella dice “las víctimas siempre esperan de nosotros”. Esa conciencia de lo colectivo y su compromiso con las víctimas, la llevó a convertirse en la directora general del Colectivo Sociojurídico Orlando Fals Borda, luego de 18 años de estar vinculada a la organización.
La invitación a ser directora la sorprendió, le dió temor, pero también emoción y reconocimiento de su camino como buscadora. Aceptar la dirección ha implicado muchos cambios para su vida, pero se siente agradecida por la confianza de sus compañeros y compañeras. Para ella es un honor estar firmando los poderes de representación de las víctimas y ve en su nombramiento un reconocimiento para ellas. La dirección le permite saber de primera mano que está pasando con los casos y responder a las mujeres a diario. Como ella lo dice “las víctimas nos entendemos”.
El Colectivo acompaña a víctimas en Tumaco (Nariño), Cundinamarca, Casanare, Meta y Guaviare. Durante su período en la dirección le gustaría enfocarse en promover la construcción de espacios de memoria y conciencia en los cementerios para que las familias puedan tener un espacio para conmemorarlos, en hacer incidencia ante el Estado para que reconozca y responda ante las necesidades imperiosas de las víctimas y en últimas seguir avanzando en los procesos de búsqueda hasta encontrarlos para que sus casos no sigan en la impunidad.
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Deidania continúa buscando a sus familiares, pero 36 años después sigue sin tener una respuesta. Cada día ve más complicado poder encontrarlos porque los pocos avances que ha logrado se pierden con los constantes cambios en instituciones como la Fiscalía General de la Nación y el Instituto Nacional de Medicina Legal, entre otras. Los procesos son largos y desgastantes para las víctimas. “Si lo hacen conmigo que me muevo por todas las instituciones, imagínese con una víctima que viene del campo, que no sabe leer, que no saben a dónde ir”. Aunque en algunos procesos hay avances y se han podido identificar y entregar los restos de algunas personas desaparecidas, a Deidania le preocupa la lentitud de la justicia. Cada entrega de un cuerpo, que ella ha acompañado, es un momento de mucho dolor, pero también de descanso. Para ella es inevitable preguntarse ¿cuándo llegará el mío?. Le entristece que muchas mujeres estén muriendo sin saber del paradero de sus familiares. A pesar de la incertidumbre, Deidania y la organización que lidera seguirán acompañándolas en su búsqueda.