| Collage: Papel Cortante
La familia se acabó, mi familia era él
Por: Paula Andrea Valencia Cortés, Laura Bolívar Sora | octubre 30, 2024
“Desaparecieron a nuestros hijos”
Cartago, al norte del Valle, está atrapada en un ciclo de violencia. Las bandas criminales han tomado el control del territorio, librando una guerra constante por el poder. Nombres como Los Flacos, La Nueva Alianza y La Nueva Generación resuenan con temor entre los más de 140.000 habitantes de la ciudad. Al mencionarlos, la gente sabe que lo que sigue son noticias teñidas de balas, muerte y desolación. Entre los múltiples crímenes que estremecen a la comunidad,como los asesinatos, secuestros y extorsiones, uno de los más aterradores es el de las desapariciones forzadas.
Hace tan solo 15 meses, Lina María Gómez llevaba una vida tranquila en Cartago. Siempre había sido una mujer trabajadora, de carácter fuerte y decidido. Aunque se había formado como enfermera, trabajaba en el centro de la ciudad, atendiendo a los usuarios de la empresa de telefonía Tigo. Se esforzaba mucho por darle todo lo que quería a su único hijo, Nicolás Aristizábal.
Nicolás, de 17 años, acababa de terminar el colegio. Estaba lleno de sueños y ansiaba cumplir la mayoría de edad para poder trabajar y ganar su propio dinero. Lina siempre hizo todo lo posible por darle lo mejor, y una de sus mayores alegrías fue cumplir uno de los deseos de su hijo. Con el trabajo de muchos años, logró regalarle la moto que tanto había soñado.
El 3 de junio de 2023, Nicolás le pidió a su madre permiso para ir a una chiva rumbera con sus amigos. Lina accedió y le dio 4.500 pesos para la gasolina de la moto. “Eres la mejor, ma”, dijo Nicolás antes de salir. El joven salió en su moto para recoger a su amiga Daniela Santiago Díaz, quien vivía a unas cuantas calles. Sus amigos los esperaban para disfrutar de la chiva rumbera, pero nunca llegaron.
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A medianoche, a Lina le extrañó que su hijo no hubiera regresado a la casa, pues solía volver temprano. Luego comenzó a sentir un fuerte dolor entre el estómago y la cadera. Preocupada, le envió varios mensajes por WhatsApp: “Nicolás, ¿dónde está?, ¿qué pasa?, ¡por qué no me contesta?”. No obtuvo respuesta. La familia de Daniela llamó a Lina y le preguntó si su hija estaba en su casa, a lo que ella respondió que no. Lina se comunicó con los amigos de Nicolás y ellos le dijeron que también se quedaron esperando a que Daniela y Nicolás llegarán.
Lina y el papá de Daniela, Juan Pablo Santiago, empezaron la búsqueda. Interpusieron la denuncia ante el Comando de Policía, hablaron con los amigos de sus hijos y con las personas que estaban en las calles que conducían a la casa, pero nadie tenía noticia.
El 6 de junio, Lina recibió una llamada de un oficial de policía que le informó que la motocicleta de Nicolás estaba en el Comando. Lina salió corriendo para verla, pero nunca se lo permitieron . Por si fuera poco, un oficial le dijo que la moto había sido lavada, lo que podría significar la pérdida de evidencias importantes para el caso.
Aunque los familiares de los jóvenes desaparecidos presentaron una denuncia ante la Fiscalía, una queja ante la Procuraduría y otra queja ante la Policía Nacional, la investigación avanzaba con lentitud. Ante la falta de respuesta por parte de las autoridades, Lina y Juan Pablo empezaron a convocar marchas, caravanas y protestas para evitar que el caso quedará en la impunidad. Esto le significó a Lina recibir amenazas de muerte a través de llamadas y mensajes, que no lograron detenerla en su lucha. El 13 de agosto del mismo año, el padre de Daniela recibió una llamada: le dijeron que había un cuerpo flotando en una laguna ubicada en dirección al batallón Vencedores. Cuando él y Lina llegaron al sitio se percataron de que en la laguna estaba únicamente la parte inferior de un cuerpo humano, por lo que avisaron a las autoridades y solicitaron ayuda a la Alcaldía, Defensa Civil y bomberos. Por el estado en el estaba, era imposible reconocer a simple vista si se trataba de Daniela o de Nicolás.
Ante la inacción de las autoridades, Lina y Juan Pablo decidieron alquilar motobombas para tratar de drenar la laguna y ver si encontraban más restos, pero no tuvieron éxito. Esa noche permanecieron custodiando el lugar y continuaron realizando labores por sus propios medios para realizar el desagüe de la laguna. Tres días después, las autoridades llegaron al lugar indicando que debían obtener permisos para permitir que el personal de Medicina Legal realizara la recuperación de los cuerpos.
Posteriormente, las autoridades le dijeron a Lina y Juan Pablo que habían encontrado los restos de sus hijos en dicha laguna. Lina aún no sabe si eso es verdad, ni si ese era su hijo, pues en la misma laguna se encontraron muchos más restos. Aunque los antropólogos de la Fiscalía de Buga dijeron que ya no había más evidencias en la laguna, Lina y Juan Pablo siguieron la búsqueda y encontraron partes de cuerpos bajo el agua. La gente de Cartago dice que es una especie de fosa común. Las autoridades mandaron a tapar la laguna, lo cual generó aún más desconfianza. Hoy, Lina repite hasta el cansancio: ¡ahí hay algo oscuro! Muy oscuro.
“Hice lo que las autoridades no pudieron hacer”
La situación llevó a Lina a convertirse en una investigadora. En poco tiempo ya tenía armado un expediente con las pruebas de que a su hijo lo habían asesinado y de que las autoridades de Cartago no habían seguido el debido proceso. Por si fuera poco, Lina se enfrentó a los temidos grupos criminales de ese municipio, pues les preguntó sin tapujos qué habían hecho con su hijo. Aunque se rumoraba que los responsables eran Los Flacos, Lina al sentarse cara a cara con varios criminales, logró entender que los responsables eran La Nueva Generación, un grupo conformado, en gran parte, por exintegrantes de Los Flacos.
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Los criminales le explicaron a Lina que, en la mañana del mismo día de la desaparición de Daniela y Nicolás, hombres de la SIJIN irrumpieron en la casa de Daniela, en el barrio Santa Ana, con un operativo que buscaba capturar a integrantes de grupos. En medio de esa operación, Daniela se encontraba en la casa, junto a su madre, Milena. Sin embargo, el operativo no tuvo que haber ocurrido en ese lugar, sino en la casa del frente, donde se escondían tres integrantes de la banda Los Flacos. El operativo continuó y lograron capturaron a alias “Chávez”, por quien daban una recompensa de hasta 200. millones. Además, incautaron vehículos y armas usadas para el sicariato.
Por esos movimientos, Lina logró entender que Los Flacos habían creído equivocadamente que en la casa de Daniela se había informado de la ubicación de alias “Chávez”. Solo cuatro horas después del operativo y del error de las autoridades, Nicolás Aristizábal y Daniela Santiago desaparecieron.
“Son más de 20 menores desaparecidos”
Los casos de Daniela y Nicolás no son los únicos, en Cartago van más de 25 menores de edad desaparecidos. Algunos de ellos han sido encontrados con signos de tortura y con notas en el cuerpo diciendo: “Los Flacos debían irse”. En el caso de las menores, se han encontrado rastros de que fueron abusadas sexualmente.
Ante esta ola de asesinatos y desapariciones, Lina Gómez creó la Asociación Madres de Cartago (Asomac). Reunió a un total de 20 madres que también buscan justicia por el asesinato y la desaparición de sus hijos. Gran parte de ellas han tenido que huir de ese municipio por las amenazas y la inoperancia de la Fiscalía para brindar respuestas. Algunas madres temen por la seguridad de sus familias, pues las amenazas están presentes todo el tiempo, al igual que el aumento en la cifra de desaparecidos. A pesar de esto, Lina no tiene miedo: busca la verdad y quiere saber dónde están los restos de su hijo
Aunque la asociación es nueva, Lina, junto a las demás madres y padres, ya han logrado poner en el ojo público la situación de lo que está pasando en Cartago. Integrantes de la Asociación se han enfrentado a las autoridades locales y han viajado a Bogotá para plantarse durante horas en la Fiscalía General de la Nación para que tomen cartas en el asunto. No solo han incidido en el panorama nacional, sino también en el internacional. En diciembre de 2023, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos le ordenó al Estado colombiano adoptar las medidas necesarias para proteger los derechos a la vida e integridad personal de los familiares identificados de Daniela Santiago Díaz y Nicolás Aristizábal Gómez. A pesar de que no han recibido ayuda de ninguna entidad del Estado, durante este proceso han sido fundamentales las Madres de Falsos Positivos de Bogotá y Soacha, en especial, Ana Páez. Entre ambas se han escuchado y aconsejado, pues hace más de diez años estaban en la misma situación.
Lina ya no le teme a nada. Después de todo, le arrebataron lo que más amaba. Ahora con su inteligencia y su carácter sigue luchando por las víctimas de desaparición. Hoy, su meta es que la Asociación que ha formado tenga un espacio propio, una oficina en el centro del pueblo. Un lugar donde las víctimas puedan acudir sin temor, donde el olvido no tenga cabida. Para que nadie más deba enfrentar la soledad y la impotencia que ella vivió aquella noche en la que su hijo no volvió a casa, mientras las autoridades miraban hacia otro lado.