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«Por fin entendí el iceberg de la parapolítica»
Por: Dejusticia | agosto 19, 2010
¿Por qué decidió escribir este libro?
Claudia López: Arrancamos porque me descrestó la teoría de Luis Jorge Garay sobre la captura y reconfiguración del Estado. Él se pregunta qué pasa cuando no es un privado el que trata de inhibir a un regulador público en beneficio de un interés económico -que es lo normal- sino que se trata de toda una estructura de poder tratando de capturar al Estado a través de la violencia. Mi pregunta es por qué si el que tiene plata y capacidad de chantaje tiene cómo capturar al Estado, los paramilitares y los narcotraficantes han sido más eficaces en esta captura que los guerrilleros.
¿Y qué descubrió?
Que no basta tener armas y dinero para capturar al Estado. Hay tres diferencias que definen la capacidad sostenida de captura del Estado entre los paras, las Farc y el Eln: el capital social, la visión del poder político y su caracter pro o antiestatal.
Es como raro pensar en capital social en relación con los paramilitares o los guerrilleros.
El capital social es con quién te relacionas, cuáles son tus contactos y qué puertas te abren esos contactos. El capital social de la guerrilla es pobre, sus contactos son marginales política y económicamente. En cambio, el narcotráfico y los paramilitares son hijos del poder. Nacieron al lado de élites políticas y econónmicas que además les dieron cobertura legal hasta 1986. Esa enorme conexión con el poder les permite llegar a altos niveles del Estado.
La guerrilla es anti-Estado mientras que los paramilitares y el narcotráfico son pro-Estado, pro capitalismo, y saben cómo operar dentro de él.
¿Y estas diferencias entre paras y guerrilleros cómo hace que sean diferentes la Farc política de la parapolítica?
La Farc política consiste en matar políticos y su judicialización sigue en un parte en la impunidad. Descubrimos que entre las Farc y el Eln mataron a tres de cada cuatro políticos asesinados o secuestrados en los últimos 20 años y mientras tanto, los paras ponían candidatos únicos en las alcaldías y gobernaciones.
¿Cómo fue que operó esa captura del Estado?
En la teoría de captura del Estado, se supone que el capturador es un privado que está por fuera del Estado. Pero en esta investigación concluimos que aquí la captura ha sido invertida. Han sido los legales, los empresarios, los políticos, los de la Fuerza Pública, quienes fueron a instrumentalizar a los ilegales para consolidar su propio poder. En una entrevista que le hice a Ernesto Báez, me dijo que en el 98 no daban abasto con tanta gente llamándolos y que por eso tuvieron que crear franquicias. A mí me sonó un poco fantoche. Pero en el 2007, le preguntaron a Mario Iguarán quién había buscado a quién. Su respuesta fue que luego de analizar los casos, pensaba que mayoritariamente los políticos fueron quienes buscaron a los paras. En el libro vamos departamento por departamento viendo quién buscó a quién y concluimos que fue una captura invertida.
¿Pero, por ejemplo, los políticos tenían algúna alternativa?
Esa es la gran discusión de Juan Manuel López con la Corte. Pero López y su tío y su familia se habían inventado a Mancuso, que luego se les volvió una amenaza. Mancuso fue promovido por esas élites. Es lo que pasa siempre, en una alianza de este tipo el que tiene las armas termina imponiéndose sobre el que tiene capital político. Le pasó también al Partido Comunista con las Farc. Los políticos se inventaron a Jorge 40, lo financiaron; en 2002, él dijo quién podía hacer campaña y, en 2006, le cobró a sus aliados por dejarlos hacer campaña.
En retrospectiva, viendo todo lo que pasó con la parapolítica, ¿se puede decir que consiguieron su objetivo?
Mientras lo pudieron disfrutar, reconfiguraron el mapa político. Se legitimaron a través del proyecto uribista. La Corte logró sacar con ganzúa a unos pocos. El espectro político cambió de manera dramática. El país quedó en la centro derecha y se demorará muchos años allí. Hay posibilidades de cambiar porque en la política nada es estático.
¿Cuál fue la magnitud de la captura? ¿Somos un Estado mafioso?
Con los datos judiciales, lo que se ha conocido a través de los procesos de Justicia y Paz y de la Corte Suprema, es razonable concluir que una tercera parte de los cargos de elección popular tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo han sido capturados por los ilegales. No es un narco-Estado pero tampoco se trata de unas cuantas manzanas podridas.
¿Cuál fue el rol que jugó Uribe en todo esto?
No hay pruebas que hasta ahora lo vinculen directamente con estructuras ilegales. Pero es claro que todos los ilegales de derecha se insertaron en su proyecto político y él no hizo nada para evitarlo. Ocho de cada 10 parapolíticos eran de su coalición. En el libro, Francisco Gutiérrez demuestra estadísticamente que el Uribismo atrae a más ilegales.
¿Pero es por que los ilegales se ven atraídos hacia el que tiene el poder o hay algo estructural en el uribismo que los atrae?
Hay una convergencia de intereses políticos y económicos. Uribe podía elegir con quién gobernar y él hundió todas las reformas que los hubieran castigado. Él les dio un recibimiento deliberado y activo. Les dio el Das y el Incoder. En muchas instancias nacionales pero con representación regional, también les dio participación: la Universidad de Córdoba, varias corporaciones autónomas regionales.
¿Cómo se explica que esto sea así y al mismo tiempo haya propiciado la desmovilización de los paramilitares, y que tantos parapolíticos hayan terminado tras las rejas durante su mandato?
El mérito de Uribe fue legitimarlos incorporándolos en su fuerza política o desmovilizándolos.
No entiendo cómo se legitiman extraditándolos.
Estás pensando en los narcoparas como si fueran el virus. Lo que dice la Corte Suprema de Justicia es que son estructuras organizadas de poder. Por ejemplo, Álvaro García está preso y su socio militar, Cadena, está desaparecido. Pero su estructura de poder se reinventó. No importan los nombres de las personas, sino la estructura de poder. Los políticos pueden reinventarse.
¿Cómo funcionan exactamente esas estructuras de poder?
En el libro rearmamos las estructuras de poder de los congresistas que han sido investigados por parapolítica. Rastreamos su trayectoria electoral entre 1997 y 2007. ¿A qué alcaldes, a qué gobernadores habían apoyado? Y una vez elegidos, ¿ a quién apoyaban? No todos eran bandidos, pero da una idea de la capacidad de penetración política del investigado. Mostramos cómo fueron mutando.
¿Es hoy Colombia un país más mafioso que hace 10 años?
Sí, claro. Lo medimos desde 1982, cuando Pablo Escobar llega al Congreso con 16.650 votos., menos del 0.2 por ciento del Senado en esa época. Medimos cómo fue creciendo la representación de la mafia. Pasamos al 8.000, cuando tenían entre el 12 y el 16 por ciento de las curules, a la parapolítica, donde tenían el 35 por ciento del Senado. Se triplicaron. El libro acaba en el 2009. En las últimas elecciones, la mafia no logró crecer su representación política en el Congreso. Los congresistas investigados tenían candidatos para ocupar el 40 por ciento del Senado, pero solo consiguieron el 29 por ciento de las curules. Por primera vez desde 1982, no pudieron crecer.
¿Qué cambió? ¿Cómo se explica esa buena noticia?
Ha cambiado el nivel de control judicial y social. La justicia se les atravesó. La Fiscalía, con los procesos de Justicia y Paz, y la Corte Suprema de Justicia con la judicialización de los parapolíticos y sobre todo la Corte Constitucional que frenó los proyectos de ley con los que pensaban reconfigurar el Estado.
¿Qué hicieron realmente en el Congreso los parapolíticos?
Elizabeth Ungar con Congreso Visible encontró que los parapolíticos no tuvieron iniciativa como bancada legislativa. No fueron más activos ni más exitosos en pasar sus proyectos de ley y no encontró una diferencia sustancial entre la actividad de los congresistas investigados y los no investigados. Entonces, ¿a qué fueron al Congreso? Descubrimos que son una bancada en su condición de uribistas. Si bien eran el 35 por ciento del Senado, constituían el 53 por ciento de la bancada uribista en esa coporación, es decir eran mayoría. Y una mayoría que para cualquier gobierno es un paraíso. No hablan, no sugieren, votan lo que el ministro les diga. Lo que los convierte en una bancada capaz de reconfigurar la política es ser parte estructural de la bancada de gobierno. Estudiamos ocho leyes en las que tenían interés: las cuatro de economía agraria, la de Justicia y Paz, las dos reformas políticas y la reelección.
Cuando se escudriña el trámite de estas leyes de iniciativa gubernamental lo que ocurre es que se aprobaban normas cuya aplicación podía beneficiar tanto los intereses legales como los ilegales. Las leyes que abiertamente beneficiaban a los ilegales se hundieron, como la de Rocío Arias para eliminar la extradición. Pero cuando metieron la suspensión de la extradición dentro de Justicia y Paz, que era iniciativa del gobierno, ahí sí pasó.
¿Cómo es esa patria refundada por ellos?
Es una sociedad que pasó de la intolerancia a la legitimación de los ilegales; es de centro derecha incluida la derecha ilegal; la porción de país que se ha beneficiado del narcotráfico logró legitimarse, con el discurso anti-Farc y anti-izquierda. Una tercera parte de los enemigos de la democracia está adentro. Hace más daño una tercera parte agazapada dentro del Estado que un Estado abiertamente tomado por una dictadura, por lo menos en términos de vidas. Ciento sesenta y cinco mil colombianos pagaron con su vida este chistecito.
Tuvo costos humanitarios y de corrupción brutales. En ese proceso de 20 años, Colombia en democracia sufrió tres veces más violaciones que las dictaduras del Cono Sur sumadas. Ellos tuvieron 10 mil desaparecidos, Colombia 31 mil. Ningún otro país del continente, ni siquiera Guatemala, ha registrado 1.300 masacres.
En términos de corrupción, los economistas dicen que el narcotráfico representa dos puntos del PIB en Colombia. Si uno suma los estimativos de la Contraloría sobre lo que le cuesta la corrupción a Colombia equivale a entre 1,1 y 1,5 por ciento del PIB. Es un negocio tan rentable como el narcotráfico. Es el resultado de usar su posición aventajada dentro del Estado. Garay tiene la teoría de que hay una integración vertical entre la corrupción y el narcotráfico.
¿Cómo así?
Sí, la corrupción se ha vuelto una forma de lavado de capitales del narcotráfico. Antes, construían un edificio con los dólares negros. Pero si logran hacer una troncal mediante una concesión, es mucho más eficiente para lavar dinero. Una zona franca puede lavar miles de millones de pesos y descubrirlo es muy difícil.
¿Para qué hicieron todo esto?
Hay intereses convergentes pero separados. Uno se pregunta qué lleva a Caballero, a Vives o Araújo a hacer eso si ellos ya tenían poder, ya eran la élite. Nuestra hipótesis es que era una resistencia a las reformas democráticas de la Constitución de 1991, una reacción para mantener el status quo y no ceder poder. La circunscripción nacional del Senado amenazaba los feudos regionales; el Senado se redujo de 114 curules a 100; no sólo competían entre los que ya estaban sino que cualquiera podía crear un partido polítitico. Y además, los ciudadanos, a través de la tutela, podían exigir derechos. Todo esto amenaza su poder. En un libro que encontraron de Jorge 40, él decía textualmente que cuando fue a una instrucción, le explicaron que la Constitución era comunista.
Su otro objetivo era no dejar modificar el régimen de tierras. Y encima, creían que la guerrilla se iba a tomar el poder por las armas o a través de la negociación del Caguán.
La última razón es que cada vez hay más crímenes que necesitan impunidad. No puedes soltar el poder político, porque lo necesitas para influir sobre lo judicial para asegurarte impunidad.
¿Qué representa Santos en todo esto?
Dentro de ese proyecto de derecha, una visión más moderna, más global. A los del PIN los trata como a la amante, y eso les quita poder. Mientras que Uribe fue a condecorar al gobernador Abadía ya destituído, Santos no se va a reunir con ellos. Los usan, pero como diría Turbay, «en sus reales proporciones». Si el centro derecha legal tiene sentido de clase y de supervivencia tiene que hacer este proceso o si no, los otros los pueden sustituir como élite.
¿Qué viene ahora?
Yo creo que en estas elecciones se da una reconfiguración de fuerzas al interior del proyecto de centro derecha. Los de la derecha legal ganaron las elecciones. Uribe tenía razón en que él era el único que podía perpetrar ese proyecto unido de la derecha legal e ilegal. El candidato que se pidió representar esa unidad era ‘Uribito’ pero perdió. Santos era el Plan C. Pero ha dado muestras de distancia de ese proyecto muy rápido. En el Congreso lograron menor representación. Eso lo que demuestra es que todos los artículos periodísticos, todos los libros, todas las sentencias sí han servido.
¿Qué significa personalmente para usted este libro?
Como investigadora me da satisfacción porque me topé con la parapolítica por casualidad. Así descubrí los nombres de la punta del iceberg. Pero con este libro entendí el iceberg. Pero lo malo de ser una investigadora es que uno responde una pregunta y termina con otras dos.
¿Y cuál es la pregunta más grande con la que se queda?
La relación entre el narcotráfico y la corrupción. También hay un tema que tiene que ver con la participación de un sector de la fuerza pública en todo esto. Es una caja negra y si la sociedad no enfrenta la impunidad de ese sector se puede reproducir otra guerra, en parte para mantener la impunidad. Esta guerra se acaba no solo desarmando a las Farc sino también a ese sector militar vinculado al paramilitarismo.