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La CEV recalca la necesidad de que no se puede sólo hablar de hechos, sino también de injusticias, dolores, pérdidas humanas, ataques a la dignidad. | Efe + Laura Zambrano

¿Por qué tenemos que hablar de emociones en el conflicto armado? Esto dice el Informe Final de la Comisión de la Verdad

Siga #ElLegadoVive, una serie de análisis sobre el Informe Final presentado por la CEV. En esta tercera entrega analizamos la Colombia herida, capítulo introductorio de los hallazgos generales.

Por: Octubre 6, 2022

Desde junio, cuando la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad dio a conocer los primeros resultados de su investigación sobre el conflicto armado colombiano, en Dejusticia comenzamos a hacer una lectura reflexiva sobre los capítulos, con el ánimo de entender estos hallazgos y de contribuir a que la sociedad colombiana haga lo mismo.

Es por ello que durante los próximos meses estaremos compartiendo en nuestra página web y en redes sociales los apuntes sobre nuestras lecturas del Informe Final. Si usted quiere compartir esta información en sus entornos laborales, familiares, académicos o informativos, le invitamos a hacerlo con el hashtag #ElLegadoVive.

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En esta tercera entrega analizamos la Colombia herida, capítulo introductorio de los hallazgos generales del Informe Final de la Comisión de la Verdad (CEV). Encuentre este capítulo en la página 31 del tomo de Hallazgos y recomendaciones del  Informe Final. Las ideas que aquí resaltamos tienen una vocación pedagógica y no resumen la totalidad de este volumen.

¿Cuáles son las principales ideas del capítulo?

La CEV reconoce que se hicieron más de 50 encuentros por la verdad en reconocimiento de las comunidades indígenas y afrodescendientes, de exiliados y poblaciones en frontera, de universidades, movimientos campesinos, víctimas del secuestro y comunidades afectadas por tomas guerrilleras, víctimas de violencia sexual o buscadoras de los desaparecidos, entre otros muchos sectores y víctimas. 

El Informe enfatiza, además, en que el conflicto no solo fue entre grupos armados sino un entramado de actores armados, políticos, económicos y civiles que se disputaron las dinámicas del poder y la tierra. En este sentido, los impactos del conflicto no fueron homogéneos para todas las personas, más bien fueron diferenciados para la población campesina, urbana empobrecida, los pueblos étnicos, las mujeres de sectores populares y los niños, niñas y jóvenes de áreas marginalizadas.

¿Por qué tenemos que hablar de emociones y conflicto armado?

La CEV hace una invitación a hacer un análisis que no parta únicamente desde una perspectiva histórica, sino también desde «la consideración y el respeto por la vida humana».

 El capítulo hace una reflexión particular e importante sobre el impacto de la guerra en la salud mental, como un efecto acumulativo y latente, en las víctimas que han sufrido la guerra en ciclos repetitivos y que no han contado con un apoyo psicosocial. 

Por eso, tenemos que hablar de emociones como la apatía: el cansancio del conflicto armado, de los procesos de paz fragmentados o frustrados, de la repetición de ciclos de violencia que volvían como un mal sueño de promesas incumplidas o de discursos que ampararon la continuación de la guerra originó un estado de apatía e indiferencia en un sector de la sociedad.

También de emociones como el miedo o la rabia. La CEV resalta que el miedo invisibilizó a las víctimas y limitó su actuar. Esto permitió que la guerra pudiera ser utilizada con fines políticos. La rabia y el enojo ante la ausencia de justicia llevó a normalizar la violencia y tomar la justicia por mano propia. La idea del «otro» como enemigo generó la pérdida de vidas, vínculos, defensores sociales y redes.

En medio de estas emociones desconcertantes, que fueron parte de la vida cotidiana de tantos colombianos y colombianas, aparece también la resistencia. La CEV reconoce la importancia de la resistencia y la lucha de las víctimas, que a pesar de haber sido invisibilizadas han logrado generar una agenda de reconocimiento y reparación. Por ello insiste en la necesidad de «rodear a los líderes sociales y reconocer el valor de su labor que es clave para la reconstrucción del tejido debilitado que tenemos como país”.

El capítulo se llama «La Colombia Herida» porque la CEV señala que la degradación de la guerra ha dejado heridas profundas, no solo a nivel individual, sino a nivel social y colectivo, y no solo a nivel físico sino también a nivel psicológico.

La CEV recalca la necesidad de que no se puede sólo hablar de hechos, sino también de injusticias, dolores, pérdidas humanas, ataques a la dignidad.

¿Cuáles son nuestras reflexiones sobre el capítulo?

Que la emoción no nos impida pensar con detenimiento. Si bien es importante el reconocimiento de las heridas que ha dejado el conflicto en lo individual, colectivo y social, no se debe dejar de lado el reconocimiento de los factores que han facilitado la perduración de la guerra.

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