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Preguntas para el gobierno colombiano

El gobierno colombiano ha tenido una posiciĆ³n ambigua sobre el proceso de reforma a la ComisiĆ³n Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)

En pĆŗblico, ha prometido oponerse a los cambios que la debiliten, como lo hizo recientemente el defensor del Estado, Fernando Carrillo. Pero en privado su conducta ha sido otra. Desde el aƱo pasado viene apoyando las propuestas de Ecuador, Venezuela, Nicaragua y Brasil para quitarle poderes esenciales a la ComisiĆ³n. AsĆ­ lo hizo en la reuniĆ³n de cancilleres en la Asamblea de la OEA, en Cochabamba, en junio, donde respaldĆ³ la propuesta que Rafael Correa fue a hacer en persona para ā€œponer en su sitioā€ a la ā€œburocracia internacionalā€.
LlegĆ³ la hora de que el Gobierno le cuente al paĆ­s cuĆ”l es su verdadera posiciĆ³n. Aunque la reforma tiene asuntos tĆ©cnicos, pueden ser reducidos a preguntas sencillas que el defensor Carrillo, la canciller HolguĆ­n y el mismo presidente Santos deben responder con claridad, de cara a la ciudadanĆ­a y a las vĆ­ctimas que tienen en la CIDH su Ćŗltimo recurso.
Primero: Āæapoya el Gobierno la propuesta de convertir a la CIDH en un organismo decorativo de ā€œpromociĆ³nā€ de los derechos humanos? ĀæEstĆ” de acuerdo con recortarle las facultades de recibir casos y monitorear la conducta de los Estados?
Segundo: ĀæestĆ” a favor de la idea de debilitar la RelatorĆ­a para la Libertad de ExpresiĆ³n, que les resulta incĆ³moda a Ecuador, Venezuela y otros paĆ­ses? ĀæQuĆ© opina del propĆ³sito de impedirle a la relatorĆ­a publicar informes y buscar fondos propios?
Tercero: Āæinsiste el Gobierno en eliminar el informe detallado de la CIDH sobre los paĆ­ses con situaciones delicadas de derechos humanos, como Colombia? Si defiende la necesidad de concentrarse en los casos mĆ”s graves a nivel nacional (como lo hizo en el Marco JurĆ­dico para la Paz), Āæpor quĆ© se opone a que lo haga la CIDH?
Cuarto: ĀæcuĆ”l es su posiciĆ³n sobre las medidas urgentes que toma la CIDH para proteger la vida de vĆ­ctimas y comunidades? ĀæEstĆ” de acuerdo con limitar estas medidas cautelares hasta hacerlas inĆŗtiles, como lo buscan algunos paĆ­ses?
Quinto: Āæapoya a la CIDH en el proceso razonable y oportuno que adelanta para mejorar su reglamento y responder a los Estados? ĀæO estĆ” con los paĆ­ses de la Alba y otros que quieren imponer una reforma del estatuto de la CIDH a su medida, que tiene consecuencias impredecibles y puede acabar con el sistema interamericano?
El evento que organiza hoy en BogotĆ”, con presencia del presidente de la CIDH, le da al Gobierno una ocasiĆ³n ideal para responder estas preguntas. El asunto es urgente, porque la suerte de la CIDH serĆ” decidida en escasos cuatro meses, en una asamblea extraordinaria de la OEA. El liderazgo internacional y la bienvenida distensiĆ³n de las relaciones con los paĆ­ses vecinos no tienen por quĆ© sacrificar la protecciĆ³n de los derechos humanos, como parece pensar el Gobierno. El tiempo se agota para dejar la ambivalencia y corregir el curso.

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