|
¿Quién cuida a los niños?
Por: Helena Alviar García (Se retiró en 2019) | septiembre 30, 2005
El 21 de septiembre, el periódico El Tiempo publicó en la primera página el siguiente titular: ‘Hombres de Soacha demandan a sus ex mujeres por alimentos’. El hecho fue noticia debido a que se trataba de un acontecimiento excepcional: hombres demandando a mujeres, pues de los 600 o más casos que se han recibido por alimentos en la comisaría este año, únicamente en 15 son los padres los que demandan a las madres.
Independientemente del género de quiénes demandan, el asunto del cuidado de los niños es un tema que pocas veces ocupa un espacio relevante en el debate de políticas públicas. ¿Quién es el responsable de cuidar a los niños en una sociedad? ¿Debe ser la familia, debe ser el Estado, o una combinación de ambos? ¿Qué consecuencias tiene para las mujeres asignar la responsabilidad del cuidado de los niños en las familias? Las respuestas a estas preguntas tendrá efectos concretos sobre la educación, la nutrición y la estimulación de los niños. Adicionalmente, e igualmente importante, podrá limitar el acceso al empleo de las madres, asignará roles y distribuirá poder al interior de la familia.
Si entendemos que el cuidado de los niños le corresponde más al núcleo familiar, las mujeres, por razones históricas y culturales, llevarán una parte importante de la carga. Por otra parte, si las labores de cuidado son una responsabilidad social, la distribución de estas obligaciones será más equitativa y, como consecuencia, se mejorará la distribución de recursos a favor de las mujeres en una sociedad.
La noticia sobre los hombres que demandaron a sus esposas en Soacha demuestra que en Colombia el cuidado de los niños se entiende como una responsabilidad exclusiva de la familia. Aun en el caso de padres encargados del cuidado, quienes los remplazarían en su ausencia serían mujeres, bien sea otro miembro de la familia o una persona contratada para el efecto. Uno de los padres cuenta cómo tuvo que dejar a sus hijos al cuidado de la hija mayor para poder ir a poner la demanda. Otro, dice que si la mujer no va a ayudar con el cuidado: ‘pues que ayude para pagarle a una señora que haga el trabajo que ella no hace.’
Entender el trabajo del cuidado como un asunto privado implica que se debe resolver entre la pareja. Lo cual realmente significa que es responsabilidad de las madres, como lo demuestra que sean sólo 15 hombres los demandantes en un universo de más de 600 casos. Para estas madres encargadas del cuidado de sus hijos, y los padres que excepcionalmente lo hacen, conseguir un trabajo que les permita desarrollar estas labores es muy difícil: sólo tienen acceso a trabajos informales, mal remunerados, sin ningún tipo de garantías. Como consecuencia, la mayoría de las mujeres de escasos recursos dependen económicamente de sus compañeros. En muchos casos, identificar el cuidado con las madres hace que tengan menos poder en la familia y que su contribución al bienestar del hogar sea ‘invisible’.
En Colombia es fundamental empezar a entender el cuidado como una responsabilidad social que debe ser garantizada por el Estado, y menos como un asunto familiar que deben solucionar los individuos. Para las mujeres en general, pero especialmente para las mujeres que dependen económicamente de sus compañeros o esposos, sería transformador que el Estado tomara medidas para subsidiarlo, regularlo y hacerlo accesible.
Este tema debe formar parte integral de la política social del Estado, al hacer prioritario el acceso a centros de cuidado de los niños, que se puedan pagar, bien distribuidos geográficamente, de calidad y que tengan políticas de estimulación temprana. Esto significaría un diseño institucional democrático que tendría que tomar en cuenta diferencias culturales, la satisfacción de necesidades básicas y la producción académica internacional que ha estudiado la estimulación temprana.
En conclusión, el lugar en el que como sociedad situemos la responsabilidad del cuidado tendrá consecuencias fundamentales en la distribución de recursos al interior de una sociedad, así como entre hombres y mujeres.